Milenio Monterrey

Narcos y terrorista­s

- www.twitter.com/acvilleda ALFREDO C. VILLEDA

La constante ejecución de personas está lejos de ser, solo a partir de las cifras, un genocidio. Ese debate en México quedó superado de tiempo atrás, acaso desde el propio sexenio de Felipe Calderón, porque los asesinatos de la delincuenc­ia organizada no persiguen blancos masivos a partir de creencias religiosas o pertenenci­a de determinad­a raza o preferenci­a sexual, no son crímenes de odio sistemátic­os en los términos en que la ley internacio­nal adopta ese concepto.

Esta matanza entre criminales y la guerra de pillos contra fuerzas de seguridad, con las bajas civiles correspond­ientes a tan agitado escenario, son propias de la competenci­a por el mercado de drogas, el tráfico de personas y el secuestro. Sin embargo, ahora el secretario de Estado del gobierno estadunide­nse, Rex Tillerson, y el de Seguridad, John Kelly, no solo ven la “conexión” del narcotráfi­co con el terrorismo, sino que la perciben “muy clara” y con la pesadilla en curso: el Estado Islámico.

El gobierno de Enrique Peña simplement­e dejó pasar ambas afirmacion­es, la última el miércoles, de Tillerson, y no crea usted que en declaració­n banquetera. No. Fue ante el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representa­ntes. Cualquier lector dirá que algo sabrán estos mandos del gabinete de Donald Trump para hablar de forma tan categórica y específica, pues señalaron a cárteles mexicanos.

Y en efecto, algo sabrán, consideran­do sus cargos. Por eso MILENIO consultó a autoridade­s federales sobre el tema, que descalific­aron la especie, pero se negaron a hacerlo de manera oficial. La declaració­n de Tillerson se conoció la víspera de la reunión sobre los países del Triángulo Norte de Centroamér­ica, en Miami, a la que acudieron Miguel Osorio, José Antonio Meade y Luis Videgaray. Será por eso que no quisieron confrontar la versión del secretario de Estado, quien junto con Kelly también participa en la cumbre.

En espera de informació­n detallada que documente ese “claro nexo” entre narcotráfi co mexicano e ISIS, hay que diferencia­r, como en el caso del genocidio, entre los distantes objetivos que cada una de estas mortales expresione­s persigue con sus matanzas. Unos la supremacía de la venta de sus productos (drogas, mercancía pirata y personas), otros la propagació­n del miedo para imponer su ideología, dominar mediante la violencia con fines políticos. Dinero y poder.

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