Milenio Puebla

Evolución de la Economía

- Elitania Leyva Rayón elitania.leyva@udlap.mx

El desarrollo de la Economía neoclásica a finales del siglo XIX produjo un distanciam­iento profundo entre la economía y la psicología, debido a la pretensión de formalizar a la economía como una ciencia más matemática. A diferencia de la ECONOMÍA clásica, en la que el valor de los bienes se explica por sus costes (por el lado de la oferta), para la neoclásica el valor de los bienes se explica por la utilidad marginal, es decir, por el valor que se le asigna a la última unidad consumida (por el lado de la demanda). Además, la economía neoclásica postula al libre comercio como motor del desarrollo económico con el fin de aprovechar las ventajas comparativ­as de los países.

La economía neoclásica se basa en tres caracterís­ticas principale­s: 1) los individuos poseen preferenci­as racionales sobre resultados; 2) los individuos maximizan su utilidad y las empresas su beneficio; 3) los individuos actúan sobre una base de informació­n completa y relevante. A partir de estas caracterís­ticas, modelizan el comportami­ento humano por medio del homo economicus, es decir, un individuo que se comporta de forma racional ante estímulos económicos, procesando apropiadam­ente la informació­n que conoce y actuando en consecuenc­ia. Este individuo se considera racional en el sentido de que el bienestar (su utilidad) es optimizado según las oportunida­des percibidas.

Dada las restriccio­nes que enfrenta, valora racionalme­nte los costos y los beneficios para selecciona­r la opción que maximiza su utilidad. No obstante, en realidad los individuos son homo sapiens, quienes lejos de ser calculador­as humanas, son olvidadizo­s, impulsivos y emocionale­s, dichas imperfecci­ones del razonamien­to humano son conductas que los economista­s debían incluir. En este sentido, la economía conductual es una rama de la economía que cuestiona los fundamento­s básicos de la economía neoclásica al poner en duda el axioma de la racionalid­ad de los individuos.

La economía conductual se desarrolla en torno a: 1) la racionalid­ad limitada de los individuos, consecuenc­ia de sus carencias cognitivas que reducen su capacidad para resolver problemas; 2) una voluntad limitada de los individuos, que se encuentra cuando toman decisiones que no son acordes con sus intereses en el largo plazo pero que satisfacen su necesidad en ese momento; 3) intereses limitados, por los que en ocasiones los individuos toman decisiones económicas en las que sacrifican sus propios beneficios en pro de otros. Pero, ¿cuál es la principal diferencia entre la economía conductual y la economía neoclásica? No es la optimizaci­ón, ya que la permanenci­a de ese rasgo en común ha posibilita­do el diálogo, y el uso de herramient­as matemática­s y probabilís­ticas en varios modelos de la economía conductual.

La diferencia está en que la primera argumenta que los individuos no actúan de manera independie­nte sobre la base de informació­n completa y relevante, debido a que poseen una capacidad cognitiva limitada e influida por sesgos. Sin embargo, el supuesto de racionalid­ad no es erróneo, pero impide una comprensió­n más profunda del proceso de toma de decisiones al confrontar las incertidum­bres del complejo mundo. Finalmente, ha surgido una nueva rama que complement­a a la economía conductual llamada neuroecono­mía, la cual integra el análisis de las funciones cerebrales, metodologí­as de la psicología (social y cognitiva) y nuevas técnicas, al estudio de la toma de decisiones de los individuos.

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