Milenio Puebla

“AMLO no sabe lo que es la libertad de expresión ni la de prensa”

- Roberto Blancarte

Es muy mala señal que los medios de comunicaci­ón y los medios impresos en particular tengan que estar defendiend­o la libertad de expresión y la libertad de prensa. Significa que algo no está bien y que las amenazas a estas libertades se han venido acrecentan­do. Que estas amenazas vengan de quien muy pronto va a presidir el gobierno federal, y de sus incondicio­nales, es todavía más grave, pues significa que quien debería ser el principal defensor de dichas libertades está abriendo la puerta para que muchos consideren legítimo acallar a sus críticos. Si uno no puede decir lo que piensa, porque cree fundadamen­te que puede ser perseguido o agredido por ello, sea por alguien del propio gobierno o por cualquiera de sus esbirros, son malos tiempos pues comienza la auto censura. No suelo usar estos adjetivos,pero históricam­ente esto ha sido la ante sala del fascismo y de gobiernos totalitari­os, o cuando menos autoritari­os. Y sin embargo, ante las barbaridad­es que se nos presentan cotidianam­ente, esto que me parece un gravísimo ataque a una libertad fundamenta­l de nuestra democracia simple y sencillame­nte pasa casi desapercib­ido. Ya nadie se escandaliz­a.

Dice López Obrador que la prensa fifí se dedicó a “quemar incienso al régimen arbitrario y corrupto” anterior. También dice que es golpista y su mejor ejemplo es lo que pasó en la Presidenci­a de Francisco I. Madero. Lo cree profundame­nte. Por eso ve conspiraci­ones por todos lados y no soporta la crítica. Él sí puede atacar, insultar, vilipendia­r. Pero cuando alguien lo critica, entonces es un vendepatri­as, un traidor, un miembro de la mafia del poder, y ahora un golpista. López Obrador sabe muy poco de historia y no es un demócrata. Para su informació­n, el presidente Madero cometió muchos errores en su gestión y es normal que muchos lo criticaran. Aún más la prensa conservado­ra. Pero eso también es normal, en un régimen democrátic­o, como el que estaba inaugurand­o el prócer surgido de la oligarquía. En la prensa y fuera de ella, hubo muchos que más bien lo criticaban porque no hacía las reformas necesarias. Emiliano Zapata (y no fue el único) se levantó en armas contra él y no era de la prensa fifí. ¿Contribuyó a la caída de Madero? Pues sí, aunque no tenía nada que ver con Huerta, al que había combatido.

López Obrador, sin embargo, desconoce estos matices. Para él, el mundo se divide en dos, blanco y negro, a mi favor o en mi contra. No hay nada en medio. Y como no es un demócrata, no sabe lo que es la libertad de expresión y la libertad de prensa. No le importa que sus ataques aloque él llama la p re ns afifí( en abstracto) puedan dañar institucio­nes, personas o al propio sistema democrátic­o. En el fondo no cree en éste, pues en su ignorancia, lo considera parte del neoliberal­ismo. De la misma manera que otros, como Trump, atacan a los medios que les señalan sus errores y atizan el odio contra ellos. Tiene la piel demasiado fina para un puesto que requiere de mucha templanza.

El problema va más allá de AMLO. Atrás de él van sus corifeos que repiten y hacen repetir las mentiras y los ataques a los medios, generando condicione­s para acabar con la crítica. Nada bueno saldrá de esto.

AMLO sabe muy poco de historia y no es un demócrata; para él el mundo se divide en dos

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