En el bolsillo de los mexicanos
A24 días del cambio de poderes en el gobierno federal, una vez que asuma Andrés Manuel López Obrador el cargo constitucional como Presidente de la República, se conocerán los alcances y la profundidad de la llamada “cuarta transformación”.
El relevo es más que emblemático, porque se cumple la voluntad popular de probar con un gobierno distinto al PRI o al PAN, que no han dejado satisfecho a los mexicanos.
Por la fuerza electoral de los 30 millones de votos, y el momento mismo de la transición, prolongarán el llamado bono democrático, pero la sociedad estará ansiosa de los resultados tangibles, porque son grandes las expectativas.
El efecto mediático de las reformas educativas para darle sentido a las promesas de campaña no dejará de ser un agasajo para los votantes, con el arranque del gobierno, que se convertirán en un festín mediático.
Será en la ley del presupuesto de egresos aprobada por el legislativo cuando se empiecen a conocer los detalles y electos sociales con los diversos programas dirigidos a importantes sectores de la sociedad, desde el prometido apoyo a los “ninis”, a las personas de la tercera edad y otros.
Le seguirá el detalle de los programas federales, recursos millonarios destinados a estados y municipios, y cómo serán administrados por los llamados súper delegados federales, así como los canales de su aplicación, que podría ser motivo de controversias constitucionales.
Será complicado para los estados como Puebla, porque solo del presupuesto de la entidad poblana, el 80% de los ingresos corresponde a recursos provenientes de la federación.
No serán suficientes los anuncios espectaculares como la cancelación de las pensiones a los ex presidentes de la república, como si eso les preocupara a los ex mandatarios de la nación, porque finalmente ese dinero que se ahorre la hacienda federal, no resuelve la exigencia de mejor calidad de vida de los mexicanos.
Los mexicanos solo podrán sentir el cambio de gobierno cuando el beneficio llegue a sus bolsillos, traducido en salarios remuneradores, con mayor crecimiento económico, y no por dadivas de programas sociales, pero también, cuando puedan salir a la calle, sin ser asaltado.
Podrán sentir el cambio cuando llegue a sus bolsillos