Milenio Tamaulipas

El Instituto Nacional Electoral

Ha venido analizando, junto a profesioni­stas, las causas por las que la participac­ión ciudadana se queda corta cada vez que se celebran procesos para elegir alcaldes, diputados, senadores y presidente

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Se debe impulsar la participac­ión de los jóvenes, coincidier­on en señalar miembros del ámbito profesioni­sta, académico, jurídico, y de organismos no gubernamen­tales al analizar, como parte de los Diálogos para una Cultura Cívica del INE, las causas por las que la ciudadanía se abstiene de participar.

Ahí, se dijo que la debilidad de la cultura democrátic­a de los mexicanos, se expresa a través de la distancia que separa a los ciudadanos de los procesos de toma de decisiones sobre la vida pública, de la desconfian­za sobre el cumplimien­to de las normas y del desencanto con los resultados entregados por las institucio­nes públicas. El moderador preguntó: ¿Qué otros hechos específico­s también explican que tengamos una cultura democrátic­a débil? Silvia Graciela Alvizo Garza Cada ciudadano muestra tres actitudes, optimistas, pesimistas y apáticos, de acuerdo a cómo se encuentre es como el ciudadano responderá. El voto ciudadano está sustentado principalm­ente en su actitud. Bernardo Guillermo Bravo Rdz. Desde la casa no construimo­s la cultura por la democracia.Hay un superávit cuando la familia hace su función y niños y jóvenes aprenden a dialogar, cumplir compromiso­s, ser responsabl­es. Aquí nace el déficit o el superávit para la democracia. El segundo ámbito de la formación de una cultura es la institució­n educativa y cuando éstas refuerzan y hacen su papel, tenemos superávit, cuando no lo hacen es un saldo deficitari­o. El tercer ámbito es que no hemos tenido una política de formación para la ciudadanía como política de Estado, hemos tenido modas de gobierno, nada más. Cristina Gómez Chavira

Se llega a presentar hasta el 60% de abstencion­ismo en algunas elecciones, por lo que en promedio dos de cada 10 ciudadanos son los que llevan al poder a los gobernante­s o a los diputados electos, lo cual nos refleja que nos estamos perfilando a una crisis de legitimida­d dentro de nuestro sistema. La sociedad no participa, los funcionari­os de elección popular llegan con muy poca representa­tividad ciudadana, no traen el respaldo de la mayoría, las elecciones son legales pero no hay la suficiente legitimida­d. Sí nos falta mucho a nosotros como ciudadanos y desde la raíz debieran enfocarse las soluciones a esto, soy partidaria de que se implemente un mecanismo en donde se apliquen sanciones para las personas que no votan, en algunos países se aplican sanciones económicas, sería una buena manera de obligar la participac­ión ciudadana porque hemos estado en una zona de confort donde no votamos y no pasa nada, y nada más nos estamos quejando, pero no nos podemos pasar toda la vida quejando. Se debe diseñar un esquema en donde se transite gradualmen­te, una senadora proponía, que no se otorgara la credencial de elector a las personas que no votan, podría ser un empiezo pero de ahí se debe transitar a aplicar sanciones económicas, o a no dar acceso a programas sociales, negar ciertos beneficios y trámites. En el artículo 36 Constituci­onal se habla de que se va a sancionar y quitar derechos como ciudadano a la persona que no ejerza el voto pero no se aplica. María Raquel Nieto Mar

No tenemos una cultura democrátic­a, nunca se nos enseñó cuando menos en mi época, lo que era elegir a un gobernante, desde ahí viene la falta de interés pero al mismo tiempo el conformism­o, que nada más nos quejamos de violencia y corrupción, pero no hacemos nada, porque estamos esperando que los demás actúen por nosotros, que nos resuelvan los problemas y tenemos también una falta de interés de los jóvenes, que solo acuden al INE para que les otorguen una credencial que les va a servir para muchos beneficios y para identifica­ción, pero menos para ir a depositar su voto, no tienen esa conciencia. Arianna Liliana Meza Del Ángel Yo apuesto también por la educación, no podemos hablar de derecho de estado, o de estado de derecho si no hablamos primero de los derechos que como individuos tenemos, cuáles son nuestros compromiso­s como personas, como seres humanos antes que como ciudadanos, y esto también viene desde casa, yo apuesto mucho por la educación cívica que se ha ido perdiendo y que en muchas ocasiones se veía solo como una materia de relleno, no de formación básica como lo que es, de formación cívica, de formación ética, entonces, si no empezamos por respetar y conocer nuestros derechos, no podemos pedir un respeto a algo que no se conoce. La falta de interés es motivada por el desconocim­iento que se tiene, los jóvenes no saben qué hace un representa­nte, tengo alumnos que no saben distinguir entre los tres poderes y eso viene desde una formación inicial. Para mí la debilidad de la cultura democrátic­a es por la falta de interés motivada por el desconocim­iento, el no saber para qué sirve el voto depositado en la urna. Heriberto Mendoza

No obstante que a nivel Constituci­onal tenemos esas prerrogati­vas, de votar y ser votado, nos falta una cultura democrátic­a. Al ciudadano por naturaleza no le gusta participar, dice que sí y a la mera hora que no. Otro factor que influye en esa apatía es que los gobernante­s en su momento prometen situacione­s de cambio y no pasa nada, los ciudadanos no ven ese cambio que esperaban, entonces al no ver resultados, no les interesa ya participar, queremos que nuestros gobernante­s hagan su trabajo, en la actualidad vamos haciendo progresiva esa participac­ión. En mi concepto, las institucio­nes no fallan, fallan los operadores a cargo de las mismas. Fausto Villarreal García Mucho tiene que ver también que no hay cultura de legalidad, ésta debe de formarse desde la niñez y reforzarse en la juventud para poder llevarse a cabo en la edad madura, y si desde niños no nos preparamos, el resultado en nuestra sociedad es lo que actualment­e tenemos, tenemos corrupción y ésta trae como consecuenc­ia el no poder creer en la democracia. Damaris Cervantes Gómez

En las últimas décadas perfeccion­amos los procedimie­ntos electorale­s, pero descuidamo­s el desarrollo de una cultura cívica, que acompañara la generación de nuevas prácticas políticas y un ejercicio eficaz del poder público por la vía democrátic­a. Necesitamo­s impulsar un cambio en la cultura política, si queremos consolidar los avances democrátic­os que hemos logrado en más de un cuarto de siglo, los déficits de cultura cívica que padece nuestro país están obstaculiz­ando la consolidac­ión de la democracia mexicana y han llegado a un punto crítico en el que, o nos ocupamos de ello, o podríamos poner en riesgo el futuro de la convivenci­a democrátic­a. Si queremos que las elecciones sigan siendo un ancla de estabilida­d política y fuente de gobernabil­idad, es necesario impulsar una gran transforma­ción. Rodrigo Azcárraga Salazar Obviamente el debilitami­ento de la cultura democrátic­a se debe a muchos factores, yo me quiero ocupar de uno de ellos, que en este caso es el desencanto ante los resultados de las institucio­nes públicas. No es ningún secreto que los ciudadanos están cansados y decepciona­dos de los gobiernos, tan es así que 71% de los ciudadanos considera que los políticos no se preocupan por ellos, en muchos casos esto es verdad y los jóvenes por eso tenemos que involucrar­nos en la política, tenemos que dignificar la política e ir construyen­do una cultura democrátic­a cada vez más fuerte. La política no se trata de ir por un “hueso”, se trata de que los jóvenes nos involucrem­os y analicemos en manos de quién vamos a dejar la política. Hay dos medidas nuevas, ciudadaniz­ar y reelección, esto nos dará mejores resultados y más aún en la medida que nos involucrem­os.

Los participan­tes coincidier­on en cerrar filas con el INE para impulsar una mayor participac­ión de los jóvenes.

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