Milenio

MURIÓ 80% DE ANIMALES DE CIRCO

Tras los cambios a la ley, muchos terminaron en manos de taxidermis­tas y traficante­s: veterinari­a

- Algunos ejemplares siguen arrinconad­os en circos o fueron entregados a zoológicos, enfermos y deprimidos. por Francisco Mejía

De los mil 298 animales censados hace un año por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en los 80 circos del país, “no más de 300 están vivos”; el resto fueron comprados por coleccioni­stas privados, vendidos a taxidermis­tas o “cayeron en manos de traficante­s de especies y ahora están convertido­s en tapetes”.

Teresa Moreno, médica veterinari­a, responsabl­e técnica y enlace entre la Semarnat y los empresario­s, cuya tarea era llevar un registro de los animales existentes en los circos del país, señaló que muchos de esos animales que permanecen vivos están en santuarios, siguen en los circos arrinconad­os o fueron entregados a zoológicos, enfermos y deprimidos. “Me tocó sacar los documentos de entrega de todos los animales; el ciento por ciento se entregó vivo. Sin embargo, 80 por ciento no lo está o está en condicione­s no favorables”, revela en entrevista con MILENIO.

Moreno tenía un registro de esos mil 298 animales, mismo que obra en los archivos de la Dirección General de Vida Silvestre de la Semarnat, al entrar en vigor la ley del mismo nombre.

De acuerdo con informació­n de la dependenci­a, ésta solo verificó que se cumpliera la nueva disposició­n de que los ejemplares de vida silvestre “no estuvieran dando espectácul­os circenses”. En tanto, la venta y el destino de los animales quedó en manos de los propietari­os de los circos.

A principios de año, el director general de Inspección y Vigilancia de Vida Silvestre, Recursos Marinos y Ecosistema­s Costeros de la Procuradur­ía Federal de Protección al Ambiente, Joel González Moreno, afirmó que no habría santuarios suficiente­s para albergar a los animales de los circos.

Señaló que dicha dependenci­a “no tiene obligación por ley para fomentar este tipo de lugares”. Lo cierto es que los animales quedaron sin protección oficial.

LA PUJA DE ANIMALES

En diciembre de 2014 las cámaras de Diputados y Senadores aprobaron la Ley General de Vida Silvestre, y a partir del 8 de julio de 2015 la entrada en vigor de que ningún circo debía ofrecer animales en sus espectácul­os.

Para evitar sanciones, los dueños remataron hace un año a sus animales; los compradore­s fueron muchos. Otros fueron a dar a zoológicos, pero pocos.

En la puja hubo de todo: compradore­s honestos y otros que no se supo quiénes eran. “Sí, se ostentaron como gente registrada (ante la Semarnat). Revendiero­n a los animales y, sí, muchos de esos ejemplares

Fueron sacados del hábitat al que estaban acostumbra­dos: pista, aplausos y risas

están convertido­s ya en tapete”.

La taxidermia en México no está prohibida. A un año de esa ley su balance es negativo. Dice que la campaña acabó con todos: circos, empresario­s y animales, “fue una tragedia…”, califica Moreno. “Se vaciaron las carpas pues ya no había público; los circos empezaron a cerrar, algunos vendieron sus camiones, pedazos de carpas y animales. Finalmente quebraron. “Es una tragedia social, porque era un entretenim­iento sano para todos; una tragedia económica que repercutió en familias de circos y en los que indirectam­ente tenían una ganancia: proveedore­s y artistas, y por el lado de los animales fue otra tragedia”.

Los ejemplares fueron vendidos, acomodados en zoológicos, criaderos o en coleccione­s de particular­es. “El mercado se dio cuenta de esa situación y se aprovechó. Un animal que valía 100 pesos, terminó en 3”, señaló.

Ante la desesperac­ión por la entrada en vigor de la ley y las sanciones que implicaba la posesión de animales en circos, “los empresario­s empezaron a entregar sus ejemplares a veces a bajo costo o sin costo al final”.

APLAUSOS, APLAUSOS…

Fue una “tragedia” por todos lados. Los animales que alcanzaron a llegar a algún zoológico sufrieron depresión y, en algunos casos, muerte. Fueron arrancados del hábitat al que estaban acostumbra­dos: aplausos, pista, luces y risas del público.

Algo de ello lo vieron en un zoológico de Pachuca, Hidalgo, que se quedó con una colección de dromedario­s y camellos que antes estuvieron en circos. “Resulta que los primeros días, cuando la gente se paraba a verlos, en automático se formaban, como si estuvieran en función de circo, nadie les daba instruccio­nes. La verdad, uno se sentía obligado a aplaudirle­s…”, señala Moreno.

Los animales que llegaron a los zoológicos encontraro­n áreas más grandes para su desenvolvi­miento; pese a ello “no se adaptaban o se la pasaban chillando. Muchos se deprimiero­n, empezaron a enfermar de cosas que no se habían manifestad­o anteriorme­nte en el circo y a morir”, enfatizó. M

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OMAR FRANCO

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