Milenio

Muerte propia tuiteada

JENNY DISKI LE dijo al “Poeta”, su pareja Ian Patterson, luego del diagnóstic­o y cuando regresaron a su casa: “Supongo que voy a escribir un diario del cáncer”; añadió, con agotamient­o: “Otro pinche diario del cáncer”

-

Te traigo —dice el camaleón peripatéti­co en el cuarto donde escribo— el primer texto que yo haya visto de una muerte propia tuiteada (“No more me”, Harper’s, julio de 2016). Lo escribió Jenny Diski (n. 1947), autora de diez novelas y ocho obras de no ficción, entre ellas In Gratitude, el diario que escribió cuando le diagnostic­aron un cáncer incurable. Una nota (The Guardian, 15 de abril de 2016) refiere que Diski le dijo al “Poeta”, su pareja Ian Patterson, luego del diagnóstic­o y cuando regresaron a su casa: “Supongo que voy a escribir un diario del cáncer”. Añadió, con agotamient­o: “Otro pinche diario del cáncer”, y pensó que no tenía nada nuevo que decir: “La misma historia. El mismo final”. Pero como era escritora no había otra opción, salvo no escribir nada y la cosa sería peor. In Gratitude apareció el pasado abril y ella murió el 28 de ese mismo mes. Más allá de ese libro Diski subió a su cuenta de Twitter las etapas finales de su enfermedad. Van algunas entradas. Se me ha dicho que aclare que mi muerte no es inminente. Puede llevarse de tres meses a un año y medio. Estoy en un hospital para enfermos terminales porque son sitios que te ordenan la vida, dan descanso a los cuidadores y un receso a los enfermos.

Dice el Poeta que no puedo hablar como alguien que está muriendo mientras no esté en una cama rodeada de flores, barras de pescado, los más grandes fans/enemigos, queso y pan tostado. Así que aún no me muero, aunque no puedo estar sola más de una hora sin romperme algún hueso. Pues bien, gente del Twitter, luego de un diagnóstic­o de fibrosis pulmonar, cáncer de pulmón e hipotensió­n postural, y dos caídas de las escaleras, ahora tengo tres costillas rotas y una muñeca rota, morfina a plenitud y otros analgésico­s recetados. No puedo levantarme de la cama sin caerme, golpearme en la rodilla, golpearme en la cabeza, y colapsar. /Parece que los (este-) roides están haciendo su cosa loca. Me engordan por el frente, me adelgazan por la espalda y me desquician como un niñito abandonado a sus propios medios. /Y sí, tiemblo como una sonaja de bebé. “Ay, Jenny, son dos maneras muy terribles de morir”, dice mi compasivo, bienintenc­ionado médico general. ¿Alguien que tenga por ahí una bofetada a la cara un poquito menos fuerte? Pregunto: ¿hay por ahí un amigo que no fume o beba pero que ingiera cantidades de fármacos soporífero­s?/… Mientras, un doctor en bata blanca mueve la cabeza, murmurando que al final todos acabaremos así. Creo que tomaré algunos fármacos y voy a desentende­rme. ¿Qué panes? ¿Diaze, temaze, morfina, o nomás un pan derecho en las rocas? /¿O hay alguien cerca con algo mejor? /De veras quiero fármacos agradables. Pero todo lo que tengo son panes. Querido Twitter, ¿hay un Twitter Oscuro donde pueda hallar olvido placentero? / Oscuro Twitter, ven a mí y renovemos nuestro previo oscuro pacto. Mi alma fibrótica por una jeringa y la cosa adecuada que ponerle.

Me dicen que la gente que grita y que está inquieta aquí en el hospital no está lista para morir. [Que] No lo han pensado lo suficiente. ¿Cómo es que nadie dice: “¿Por qué no a mí?”.

Toda la semana preguntánd­ome qué día es. Al final me he quedado fija en el domingo. /Algunos días no son días para nada, incluso aunque persistan en llamarse miércoles. /Hoy fue domingo todo el día. Ahora lo que me preocupa es mañana. ¿Será lunes o viernes?

De nuevo es medianoche. Ayer también lo fue. Voy a esperarme y ver si ocurre mañana. Sospecho que hay un patrón. /¿Es ayer todavía? /No puede ser hoy. Apenas ayer era ayer.

Algo intenta que lo entendible no se entienda. /Hoy ya se fue. Unas cuantas frases, muchos cambios mentales. Perfectame­nte alarmada a ratos. Me encojo de hombros de vez en cuando. Dormir. Dormir. Buenas noches. Buenas noches. A menos que, de modo ominoso, me encuentro con que tengo más que decir.

Te despertast­e desde muy temprano. Sí. La muñeca rota duele. Puedo ver por qué eso la despierta a ella, pero ¿tú por qué? Solidarida­d. Narcisismo. Sí, muy probableme­nte. Te estás hablando de nuevo. Sí, es un tranquilo alivio. Muñeca rota, supongo. Sí, pero también la oscuridad. ¿Miedo? De la luz que llega.

Vida cancerada (alias: cancelada). /No más yo (técnicamen­te no más tú). Cuenta las citas en Lear. Triste espantada mierda de vida. /Pues ya sabes que nada es peor que la mierda. ¿Más mierda? /¿Vas a extrañar la ordeña de tu cáncer? Psí gracias fue increíble. m

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico