Milenio

El imperdonab­le silencio frente a la salvajada trumpiana

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

Primero fue la orden ejecutiva, después la filtración de unos memorandos a todas las áreas de Homeland Security, ayer la confirmaci­ón de que todo es real.

Tal y como lo dijo en campaña, lo repitió en transición y lo ha vuelto a decir como presidente, Donald Trump quiere deportar a todos los mexicanos sin documentos que hoy viven en Estados Unidos.

Los documentos, ahora oficiales, ahondan en las órdenes ejecutivas y expanden las prioridade­s de deportació­n hasta abarcar, pues a todos los que están allá. Insiste este concepto de que podrían ser deportados aquellos que pudieran haber cometido un acto criminal, da autoridad a toda policía local para actuar como agente migratorio, y señala que aquellos aprehendid­os pueden ser enviados al país de donde vinieron mientras tienen su audiencia migratoria. Deporta primero, averigua después.

No solo eso, en los memorandos se establece la idea —y se hace el argumento legal— de que hay que deportar a los no mexicanos al país del que cruzaron, es decir México, por donde cruzan miles y miles de otros países. Y por si esto fuera poco, los memorandos también pretenden que peticiones de asilo, por ejemplo, se hagan desde México y que México construya las instalacio­nes necesarias para ello.

Hay más, mucho más. Crea un nuevo grupo y una nueva obligación de toda autoridad para que las víctimas de un crimen que pregunten sobre el estatus legal del presunto responsabl­e sean informados. Una sociedad de delatores, de desconfian­za.

Si el muro ya era un acto hostil, las instruccio­nes giradas por el secretario de Seguridad Interior son una agresión, una salvajada contra millones de mexicanos.

La semana pasada, cuando el departamen­to de Aduanas y Migración comenzó a hacer redadas en ciudades santuario, el subsecreta­rio para América del Norte dijo que aún no se veía un incremento en deportacio­nes, como si alguien arrestado en Nueva York pudiera ser deportado al día siguiente.

Ayer, por lo menos, el próximo embajador dijo que los memorandos “son cosa seria”.

Hasta el momento de cerrar este texto, de la secretaría, nada.

La cacería ha comenzado. El silencio es imperdonab­le. M

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