El imperdonable silencio frente a la salvajada trumpiana
Primero fue la orden ejecutiva, después la filtración de unos memorandos a todas las áreas de Homeland Security, ayer la confirmación de que todo es real.
Tal y como lo dijo en campaña, lo repitió en transición y lo ha vuelto a decir como presidente, Donald Trump quiere deportar a todos los mexicanos sin documentos que hoy viven en Estados Unidos.
Los documentos, ahora oficiales, ahondan en las órdenes ejecutivas y expanden las prioridades de deportación hasta abarcar, pues a todos los que están allá. Insiste este concepto de que podrían ser deportados aquellos que pudieran haber cometido un acto criminal, da autoridad a toda policía local para actuar como agente migratorio, y señala que aquellos aprehendidos pueden ser enviados al país de donde vinieron mientras tienen su audiencia migratoria. Deporta primero, averigua después.
No solo eso, en los memorandos se establece la idea —y se hace el argumento legal— de que hay que deportar a los no mexicanos al país del que cruzaron, es decir México, por donde cruzan miles y miles de otros países. Y por si esto fuera poco, los memorandos también pretenden que peticiones de asilo, por ejemplo, se hagan desde México y que México construya las instalaciones necesarias para ello.
Hay más, mucho más. Crea un nuevo grupo y una nueva obligación de toda autoridad para que las víctimas de un crimen que pregunten sobre el estatus legal del presunto responsable sean informados. Una sociedad de delatores, de desconfianza.
Si el muro ya era un acto hostil, las instrucciones giradas por el secretario de Seguridad Interior son una agresión, una salvajada contra millones de mexicanos.
La semana pasada, cuando el departamento de Aduanas y Migración comenzó a hacer redadas en ciudades santuario, el subsecretario para América del Norte dijo que aún no se veía un incremento en deportaciones, como si alguien arrestado en Nueva York pudiera ser deportado al día siguiente.
Ayer, por lo menos, el próximo embajador dijo que los memorandos “son cosa seria”.
Hasta el momento de cerrar este texto, de la secretaría, nada.
La cacería ha comenzado. El silencio es imperdonable. M