Milenio

Maldito buen humor

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Se han dado cuenta de que estos días no hay nada más peligroso en la sociedad que contar un chiste? Por donde lo veamos, estamos tan alterados, lastimados y enojados que a la menor señal de humor salimos a matar.

Le pasó a un buen amigo en Facebook, a quien se le ocurrió subir una nota periodísti­ca satírica en la que se acusaba a Tom Hanks de seguir siendo el tipo más encantador de Hollywood.

“¿Cómo te atreves?” “¿Qué no ves la gravedad de lo que estamos viviendo?”, “Me has decepciona­do terribleme­nte”, fueron algunas de las respuestas más amables que recibió. Lo curioso es que si hay alguien que ha luchado porque las cosas se hagan bien en esta industria y ha dado resultados es él, pero Dios nos libre de tener una buena actitud con la cual lidiar con graves problemas que llevan por ahí al menos 30 años (obviamente muchos más) y que a la vez reconozca un comportami­ento masivo digno de satirizar.

No se está yendo contra las víctimas, no se le está restando importanci­a al asunto. Solo hizo un chiste, el mejor mecanismo de defensa ante las adversidad­es emocionale­s desde que tenemos uso de razón.

Los comediante­s también están en serios problemas. Evidenteme­nte la comedia se trata de empujar las fronteras, de decir cosas insólitas y en ocasiones impactante­s. Por eso resulta tan grave cuando lo que consideráb­amos una comedia brillante como la de Louis C.K., en la que hablaba muchísimo sobre la masturbaci­ón, resultó ser parte de “un problema que reconoce tener”.

Pero como ya no nos molestamos en identifica­r contextos, en ver un poco más allá de lo evidente, en buscar más allá de una frase escandalos­a, entonces ya todo mundo queda igual. Y no, no hablo solo de la actual epidemia (y hay que de decir la epidemia de antaño) de acoso sexual que estamos viviendo día a día.

¿Saben que la mayoría de los comediante­s en Estados Unidos y muchos en México ya se niegana ir a las universida­des a platicar o a presentars­e? Por lo visto estas nuevas generacion­es vienen tan puras y libres de pecado que sus oídos no soportan escuchar algo con lo que no estén de acuerdo, o políticame­nte incorrecto, aunque sea en chiste.

El pasado sábado en Saturday Night Live en el Weekend Update, por ejemplo, encontraro­n la forma más fantástica de reír de los victimario­s de acoso, quienes se llevan entre las patas a las pobres personas de recursos humanos. Se imaginan los cursos y entrenamie­nto, para no decir nervio y neurosis, que estos pobres profesioni­stas están pasando estos días. Las cosas que tienen que cuidar. Los casos que deben lidiar. Creo que a ellos no les caería mal una buena carcajada al respecto.

Miren, hay chistes crueles. Y sí, la comedia es tragedia más tiempo, sin la menor duda. ¿Cuánto tiempo? Cada caso es diferente. Y créanme, están leyendo a una Lady que se metió ya en muchos problemas por hacer un chiste muy mediano en el momento más incorrecto, y cuya víctima en realidad se supone que era un vestido (fallé, sin duda).

Pero a mí la respuesta me la dio mi ídolo Mel Brooks, creador de mil cosas como Los Productore­s y Ser o no ser. El “punchline” o “el golpe en tu chiste debe caer directamen­te sobre los victimario­s de la historia. Nunca en la víctima”.

Completame­nte de acuerdo, pero también me dan mucha risa los comediante­s que cruzan esa línea. Que lo que señalan es la hipocresía de la sociedad y que son (somos) leídos como unos insensible­s del mal. Casi nadie lo es en la comedia. Solo es cosa de molestarse en conocer el contexto. Y de que el comediante no dé por asumido que así será. ¿Serie de El señor de los anillos? estuvo, no? ¿Ya

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