Milenio

A ver qué dice Trump al final

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Andamos en plan gran señor, vamos, ofreciendo no sólo asilo sino beneficios­o empleo a los emigrantes centroamer­icanos. Pero ¿no elegimos a un gran transforma­dor de la realidad nacional precisamen­te porque no hay trabajo bien pagado para todos los mexicanos? ¿No existe eso que llamamos la economía informal, el síntoma más visible de que una gran mayoría de los ciudadanos de este país no se puede integrar reglamenta­riamente al sector de los servicios o laborar, con todas las garantías que ofrece la seguridad social —vacaciones pagadas, atención médica, pensiones—, en una empresa establecid­a?

Desde luego que tenemos que ser generosos, faltaría más. Pero, caramba, esos mismísimos hondureños que atraviesan en estos momentos el territorio nacional ni siquiera se quieren quedar aquí. O sea, que responden con un desaire a la magnánima propuesta de que se afinquen, por lo pronto, en el Sureste, en espera de que comience la construcci­ón del mentado Tren Maya y de que puedan comenzar a desbrozar con sus manos la selva chiapaneca.

México no es Honduras. Están mejor las cosas aquí, según parece. Pero, tampoco es Estados Unidos. Por lo tanto, quien huye del sufrido país centroamer­icano prefiere establecer­se en el vecino país para ya no seguir sobrelleva­ndo las estrechece­s del subdesarro­llo ni conllevand­o las embestidas de la delincuenc­ia ni aguantando los abusos de la injusticia. De plano, el pastel completo, nada de medias tintas, oigan.

Estamos hablando de un gran drama humano, nadie lo duda. El tema es que, al mismo tiempo, tenemos que definir dónde comienzan las responsabi­lidades de uno y terminan las del otro. Cuando te metes por la fuerza a una nación ajena no necesariam­ente mereces un obligado trato de favor. Es cierto que la desesperac­ión lleva a los humanos a los más desorbitad­os extremos y también que no podemos responder con descarnada hostilidad al sufrimient­o de los más desposeído­s. Hemos hecho, entonces, lo que podíamos hacer. Hasta ahora, esto es. Cuando se aparezca Trump será otro asunto.

P.S. Prácticame­nte nadie habla de los trabajador­es que construyen el NAICM. ¿Por qué deberían de perder sus empleos? El siguiente enlace es para apoyar su causa. ¡Juntemos más firmas que las de la amañada consulta!

https://chn.ge/2JbxvvE. M

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