DRONES PARA BIEN
Los drones se crearon como herramientas de combate: los militares los usan para espiar e incluso asesinar. Sin embargo, al igual que con mucha de la tecnología bélica, los vehículos aéreos no tripulados se están volviendo artículos de consumo. Hace poco, la firma consultora PwC estimó que esta industria global podría valer 123000 millones de dólares. En diciembre, Amazon hizo su primera entrega con un dron al llevar un dispositivo de transmisión para televisión y una bolsa de palomitas de maíz a un cliente en Inglaterra.
Entre los más entusiastas por aprovechar el poder de una nave a control remoto están las organizaciones de ayuda y servicios que realizan tareas humanitarias y de conservación peligrosas en zonas de difícil acceso. Los drones monitorean buitres en las estepas de Mongolia, entregan suministros médicos en Ruanda y buscan civilizaciones perdidas en Brasil.
Una semana después de la entrega de Amazon, el gobierno de Malaui y UNICEF anunciaron un plan para abrir en África el primer sitio de pruebas para drones humanitarios en 2017. En un campo aéreo de unos 40 kilómetros de ancho, las compañías pueden examinar cómo se desempeñan los aparatos en una gama de tareas, como rastrear personas mientras sobrevuelan desastres, por ejemplo, o llevar redes de telefonía celular hasta zonas remotas. “Una compañía que prueba drones en una bodega de San Francisco no enfrenta los mismos
retos– asegura Andrew Brown, de UNICEF–. Lo que se produce aquí podrá funcionar en cualquier lugar del mundo”.
Fuera de Malaui, UNICEF experimentó con drones para evaluar los daños por inundaciones repentinas y transportar análisis de sangre para detectar VIH, desde centros médicos rurales alejados hasta los laboratorios.
Estos vehículos incluso se han convertido en herramientas vitales en la lucha contra los cazadores furtivos. “Queremos que un dron nos ayude a ver cosas que no podemos observar desde un jeep”, comenta Colby Loucks, quien dirige el proyecto Wildlife Crime Technology de WWF. Las naves pueden mostrar a los guardabosques si los cazadores furtivos están armados y dónde se esconden. Espera equiparlos con cámaras térmicas y un radar que identifique trampas.
Científicos de la Universidad John Moores en Liverpool, Reino Unido, planean usar drones para un proyecto conservacionista ambicioso: documentar gran parte de la vida silvestre del mundo. En 2015, el profesor de biología Serge Wich mencionó a un colega astrofísico que, para monitorear las poblaciones de animales, buscaba una manera de identificar animales y humanos con imágenes térmicas. Su colega señaló que los algoritmos usados para buscar y medir objetos calientes en el espacio podrían aplicarse para las grabaciones de los drones. Ambos se aferraron a la idea de usar software de detección estelar para comenzar a detectar la vida silvistre.
El proyecto, a largo plazo, iniciará con estudios científicos sobre poblaciones animales para luego permitir al público subir grabaciones de drones y verlas con el software de detección.
Lo anterior predice que los drones, más baratos y menos peligrosos que los aviones o helicópteros, se volverán una herramienta de conservación de amplio uso. “Su flexibilidad y las imágenes de alta resolución son una ventaja para reunir datos. Pienso que tendremos enjambres de drones volando sobre los bosques” señala Wich.