Integración arquitectónica
El giro de este proyecto combinó la antigüedad con elementos contemporáneos.
En el Centro Histórico de la ciudad de Chihuahua, donde muchas construcciones antiguas desaparecieron para dar lugar a estacionamientos, la restauración de una casa que data del siglo XIX en la calle Segunda, número 1415, se convirtió en un trabajo de arqueología arquitectónica.
Con una fachada de cantera tallada en sus cornisas y ménsulas, la casa llamaba la atención de los transeúntes, como Carlos Carrera Robles, arquitecto, académico y funcionario público, quien pidió permiso para entrar a conocerla y decidió comprarla.
Entre 1998 y 2003 se hizo el cambio de techumbre de azotea de terrado por lámina y el inmueble fue ocupado como talleres de arquitectura. Fue hasta 2010 que Carrera contactó al despacho Laborstudio, uno de los inquilinos de la casa, para solicitarle hiciera el plan ejecutivo para la restauración y dirigiera la obra.
“Su sistema constructivo, típico de la arquitectura histórica en Chihuahua, consiste en anchos muros de adobe, viguerías de madera, cubiertas de tierra, acabados de cal y arena, una fachada ornamentada con elementos de cantera labrada, todos respetados durante la intervención”, acota la arquitecta Paulina Grajeda, consultora de restauración.
Los muros de adobe fueron liberados de los enjarres de cemento que tenían y restaurados en su interior con la misma mezcla de tierra y rajuela de cantera original, así como aplicando aplanados a base de cal y arena.
Las vigas se restauraron y se mantuvieron aparentes mediante un sellado para protegerlas. La herrería exterior de las ventanas también se conservó.
La escalera original se eliminó para poder hacer la conexión con la ampliación nueva. En su lugar quedó un baño revestido con madera recuperada de la cimbra.
“Mientras se realizaba el rescate de la casa en el número 1415, surgió la oportunidad de adquirir el predio aledaño (en el 1417), donde aún quedaban resquicios de la vivienda que alguna vez estuvo ahí, como pisos y drenaje de barro”, señala Carrera.
“El giro del proyecto cambió a habitacional y dio paso no sólo a la conservación, sino también a la integración de una nueva arquitectura con un lenguaje contemporáneo”, asegura Rodrigo Seáñez Quevedo, director de Laborstudio.
La articulación de las dos construcciones se realizó a través de un nuevo cubo de escaleras, que comunica y facilita el acceso a la azotea de la casa vieja, convertida ahora en una terraza.