Reporte Indigo Guadalajara

El efecto sultán de Turquía

la política poco ortodoxa del presidente recep Tayyip Erdoğan y la crisis diplomátic­a con Estados Unidos ha agravado la confianza de los inversioni­stas en la economía turca y arrastrado a las principale­s monedas emergentes

- Por Nayeli Meza orozco @nayeli_ _meza

El presidente Donald Trump empujó una ficha que estaba a punto de caer. Bastó sólo un tuit y un pastor estadounid­ense encarcelad­o para que la economía de Turquía se tambaleara. Sin embargo, la compleja situación por la que atraviesa la nación euroasiáti­ca no es reciente.

En 2015, los primeros síntomas se hicieron presentes cuando el presidente Recep Tayyip Erdoğan mostró su intención de controlar todos los aspectos económicos y financiero­s del país, entre ellos la autonomía del Banco Central de Turquía (CBRT, por sus siglas en inglés).

Un año después, la noche del 15 y 16 de julio de 2016 se frustró un intento de golpe de Estado, con el que algunas facciones dentro de las Fuerzas Armadas de Turquía buscaban derrocar al mandatario turco y el gobierno del primer ministro Binali Yıldırım.

El panorama se ha complicado en días recientes por el efecto sultán, que es resultado de la crisis diplomátic­a con Estados Unidos por la detención de Andrew Brunson, un pastor evangélico que es juzgado por cargos de espionaje y terrorismo

relacionad­o con el fallido golpe de Estado de hace dos años.

Manuel Férez, profesor de Medio Oriente y Cáucaso de la Universida­d de las Américas Ciudad de México, opina que la economía turca es víctima de una política poco ortodoxa que ha mermado la confianza de los inversioni­stas, aunado a las tensiones con la Casa Blanca.

“Desde hace años, Turquía estaba mandando mensajes al mundo y la inestabili­dad económica por la que hoy atraviesa es resultado de una mala toma de decisiones de su propio gobierno”, comenta el también compilador del libro Turquíaamé­rica Latina y el Caribe. Una asociación emergente.

Sultán contra Tío Sam

El conflicto entre Washington y Ankara no es nuevo. Este ha empeorado a raíz del caso del clérigo islámico turco Fethullah Gülen, quien desde 1999 vive en Estados Unidos tras salir huyendo de su país luego de que se le acusara de atentar contra el Estado otomano y años más tarde se le relacionar­a con el movimiento fallido en 2016 para derrocar al actual presidente del país.

Turquía ha exigido su extradició­n, pero la Oficina Oval no ha respondido a dicha petición durante este tiempo.

En el otro lado de la moneda está el pastor estadounid­ense Andrew Brunson, detenido en octubre de 2016 y acusado de tener supuestos vínculos con Fethullah Gülen, aunque el presidente Trump lo ha descrito como un “gran cristiano, hombre de familia y maravillos­o ser humano” en Twitter.

En días pasados, la justicia turca rechazó un recurso para liberarlo mientras el juicio en su contra se celebra. En respuesta, el gobierno estadounid­ense sancionó a los ministros turcos de justicia y del interior.

Por si esto no fuera poco, el mandatario republican­o publicó en su cuenta del pájaro azul que había autorizado un nuevo aumento a las importacio­nes de aluminio y acero procedente­s del país euroasiáti­co en 20 y 50 por ciento adjudicand­o la medida al desplome de la lira turca.

“Su moneda, la lira turca, cae rápidament­e contra nuestro dólar fuerte (…) Nuestras relaciones con Turquía no pasan por un buen momento”, se lee en el tuit publicado el pasado 10 de agosto.

En lo que va del año, la lira turca se ha depreciado más de 80 por ciento frente al dólar estadounid­ense y el rendimient­o de los bonos a 10 años se ubica en 20 por ciento.

De igual forma, la inflación alcanza un nivel de 15 por ciento y la tasa de referencia del banco central se sitúa en 16.25 por ciento, de acuerdo con cifras oficiales.

Desde que el gobierno estadounid­ense aplicó un impuesto en marzo pasado, de 10 por ciento al aluminio y 25 por ciento al acero, funcionari­os otomanos han buscado acercamien­tos con sus pares norteameri­canos en busca de una solución, ya que Turquía es el sexto proveedor de siderurgia de Estados Unidos a nivel mundial. Hasta el momento, no se ha logrado una resolución favorable, según fuentes.

Analistas opinan que el presidente Sğan tiene dos caminos para frenar la depreciaci­ón de su moneda y con ello evitar un mayor daño por el efecto sultán: subir las tasas de interés de forma extraordin­aria o recibir ayuda del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI).

La posibilida­d de que los funcionari­os turcos tomen alguna de esas alternativ­as se ve lejana, sobre todo, después de que su mandatario hizo un llamado a boicotear productos electrónic­os ‘Made in USA’, en un intento por tomar represalia­s contra la nación más poderosa del mundo.

Además, pidió a los ciudadanos del país que conviertan sus ahorros en otras divisas a liras turcas para “combatir la guerra económica”.

Para Luis Huacuja, especialis­ta en relaciones internacio­nales de la Universida­d La Salle, estas medidas difícilmen­te tendrán un efecto que pueda contrarres­tar la caída en la economía de Turquía.

“Estas acciones son más un paliativo que quizá no dé mucho resultado, ya que están más enfocadas en alimentar el espíritu nacionalis­ta en vez de influir en los mercados”, precisa el académico, quien también es responsabl­e del Programa de Estudios sobre la Unión Europea de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la Universida­d Nacional Autónoma de México (UNAM).

Emergentes bajo presión

Si bien el efecto sultán no tocó a las monedas de los principale­s mercados, sí lo hizo con la canasta de las emergentes.

Tras varios días de descalabro­s, al cierre de la sesión del martes la mayoría de ellas logró recuperars­e, aunque el temor de que una nueva ola de inestabili­dad regrese persiste entre los especialis­tas.

La lira turca se apreció 5.50 por ciento a 6.5062 liras por dólar, mientras que el peso mexicano logró un avance de 1.10 por ciento frente al billete verde al cotizar en 18.90 al cierre de la jornada.

Otras que registraro­n movimiento­s positivos fueron el rand sudafrican­o, que logró un avance de 1.26 por ciento; el real brasileño ganó 0.9 por ciento, en tanto que el rublo ruso avanzó 1.49 por ciento y el peso colombiano un 0.04 por ciento, de acuerdo con portales especializ­ados en divisas.

Esteban Rojas, analista de mercados financiero­s, opina que a pesar de que en este momento la situación de la economía otomana está presionand­o las divisas de los emergentes, en el corto plazo la incertidum­bre se disipará, al tomar en cuenta que el tamaño del Producto Interno Bruto (PIB) turco representa apenas el 1 por ciento del mundial.

“El efecto sultán no desencaden­ará una crisis de escala internacio­nal y tampoco será de larga duración, lo preocupant­e es que no hay a la vista una opción que indique el rumbo que tomará Turquía para mejorar su economía”.

Las opciones que tiene el país para mejorar su actual situación económica son subir las tasas de interés de forma extraordin­aria o recibir ayuda del FMI

Desde hace años, Turquía estaba mandando mensajes al mundo y la inestabili­dad económica por la que hoy atraviesa es resultado de una mala toma de decisiones de su propio gobierno”

Manuel Férez Profesor de Medio Oriente y Cáucaso de la Universida­d de las Américas Ciudad de México

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El presidente Donald Trump explicó que “la lira turca cae rápidament­e” y agregó que las relaciones con el país “no pasan por un buen momento”.

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