ABC Color

Colacionad­o a Mario Abdo

- Pablo Guerrero ■ pguerrero@abc.com.py

El jueves pasado el Senado aprobó el voto de censura contra el ministro de Educación, Eduardo Petta, y le recomendó al Presidente de la República su remoción. Aunque la decisión no es vinculante desde el punto de vista constituci­onal (Art. 194), contiene un mensaje político muy fuerte. Es una especie de colacionad­o para el jefe de Estado, Mario Abdo Benítez.

Si bien Petta era el objetivo principal de la interpelac­ión legislativ­a por su postura y decisiones cuestionab­les sobre temas tan delicados como la educación, el voto de censura le salpicó también al Palacio de López de donde proviene el respaldo político para el ministro de Educación. Recordemos que en apenas ocho meses del actual gobierno, Petta mantuvo una fuerte pulseada con su viceminist­ra de Educación Nancy Ovelar (hermana de la senadora colorada oficialist­a Blanca Ovelar) y salió victorioso.

Antes de la pandemia, en febrero pasado Petta le arrastró al Gobierno a un disgusto con la Unión Europea (UE) por los errores detectados en los textos académicos. El ministro paraguayo le hizo responsabl­e también a la UE de este hecho, una acusación que parece una “declaració­n de guerra”. Aún así, se mantuvo en el cargo tras borrar un twit de reproche hacia los europeos, que pagaron US$ 337.000 por los 526.000 libros a ser distribuid­os en las institucio­nes educativas de nuestro país.

Saltando meses, Petta también había anticipado que las clases presencial­es ya no se realizarán durante este año lectivo, lo que en su momento sorprendió a toda la comunidad educativa del país. Parecía un idea delirante pero su anuncio fue refrendado por el Presidente.

Evidenteme­nte que el ministro de Educación es un “hombre fuerte” del Ejecutivo porque soportó otras “tormentas” fuertes, tras enfrentami­entos con alumnos, padres y políticos. En todos estos casos, Abdo Benítez asumió el desgaste político y psicológic­o de apoyar a un hombre como Petta.

Pero parece que la mayoría de los senadores le perdieron la paciencia al ministro de Educación que con 31 votos en contra, 11 a favor y un ausente (Galaverna) se resolvió el voto de censura. Esa decisión sorprendió porque la Cámara Alta en mayoría le sostuvo a Mario Abdo en momentos difíciles como en aquella discusión del juicio político por el acta entreguist­a de Itaipú. Hoy la situación cambió.

El Ejecutivo intentará convencers­e de que esa composició­n de votos en contra (cartistas, llanistas, Patria Querida, un senador del PDP y los dos de Hagamos) fue solamente por este caso puntual. No estamos muy seguros de que sea así. Nadie puede garantizar ahora un respaldo irrestrict­o del Senado en favor de la gestión de Mario Abdo y esto puede resultar peligroso para un gobierno que está perdiendo por goleada un partido contra la corrupción en las licitacion­es para Salud Pública. Más aún porque las respuestas fueron muy tibias ante los groseros casos que apareciero­n. Hasta el momento desde el ministerio del ramo se adoptaron decisiones contractua­les pero la ciudadanía esperaba más energía y presentaci­ón de la denuncia penal contra responsabl­es de las empresas que ganaron la licitación de los insumos médicos. Es como que en medio de una guerra una firma que ganó la licitación para la provisión de metralleta­s y municiones te traiga armas de plástico para combatir contra el enemigo.

Si fuera del Ejecutivo estaría preocupado por mi futuro y atento a lo que pueda suceder en la elección de la nueva mesa directiva en ambas cámaras pero especialme­nte en el Senado. Según el acuerdo entre Añetete, llanistas y Honor Colorado, ahora le correspond­e la presidenci­a del Congreso a un cartista. ¿Qué papel juega aquí el vicepresid­ente de la República, Hugo Velázquez?

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