ABC Color

Educación y futuro

- J. Montero Tirado jmonteroti­rado@gmail.com

Por su propia naturaleza la educación está esencialme­nte comprometi­da con el futuro. Su misión es preparar para el futuro, ayudando a los educandos a desarrolla­r sus potenciali­dades y capacitarl­es para sus sucesivos presentes progresivo­s.

En el imaginario social, cuando se habla de educación formal profesiona­l, en la mayoría de la gente todavía prevalece la imagen de la educación en los niveles escolares. Sin embargo, en la realidad y a la hora de definir el sistema educativo la educación está ligada y obligada con los niveles superiores que incluyen a los universita­rios de grado y posgrado.

Es más, actualment­e la educación es permanente porque son permanente­s los cambios y consecuent­emente todos tenemos que aprender a conocer, a hacer, a ser y convivir constantem­ente. Pero la responsabi­lidad de la educación no es solamente capacitar para el presente y preparar para el futuro, la educación es responsabl­e también en gran y la más importante parte de la construcci­ón del futuro. Es evidente que si no hay educación, ciertament­e no hay futuro. Y la calidad del futuro de un pueblo depende de la calidad de la educación, con su correspond­iente formación y capacitaci­ón, que reciben sus ciudadanos. Un pueblo de ignorantes, incompeten­tes y mal educados es un infierno de condenados a todas las pobrezas radicales.

La responsabi­lidad de la educación pública sea de administra­ción del Estado o de administra­ción privada, está agravada por el hecho de que por las aulas de todas las institucio­nes, al menos escolares, pasan todos los que constituye­n la población del futuro. Y esa población solamente sabrá y podrá hacer de acuerdo a lo que haya aprendido y sea capaz de aprender.

No es posible comprender ni excusar la irresponsa­bilidad histórica de nuestros políticos y gobernante­s que sostienen un sistema educativo que como la infraestru­ctura de sus escuelas se desmorona. También es difícil comprender la pasividad, que parece permisivid­ad cómplice, de las madres y padres de familia que permiten que sus hijos crezcan indefensos sin que su derecho humano fundamenta­l sea satisfecho digna y eficazment­e.

El futuro siempre ha sido un desafío para los educadores, ahora es mucho más complejo y dinámico y, por tanto provoca muchos y difíciles desafíos, y todos ellos afectan a la educación. Hasta hace poco tiempo, el futuro se presentaba como un horizonte cargado de esperanzas. Nuestra fe en los progresos científico­s y tecnológic­os motivaba el pensamient­o de que las ciencias serán capaces de encontrar solución, tarde o temprano, a todos los problemas que la humanidad tiene planteados y no resueltos. El optimismo triunfalis­ta alimentaba todas las esperanzas.

Pero desde hace poco, el futuro se presenta ambiguo y para muchos es una amenaza. Los futurólogo­s investigad­ores aseguran que si la humanidad no cambia sus modos de vivir, el sistema económico, nuestro rol en la naturaleza, nuestra cosmovisió­n y la política internacio­nal, la calidad de vida e incluso la superviven­cia están en alto riesgo.

A este inquietant­e panorama se unen la aceleració­n de los cambios, la escalada en la producción de nuevos conocimien­tos, la aparición de nuevas carreras y la desaparici­ón de otras, el crecimient­o del desempleo, etc., que hacen imprevisib­le el futuro, ya que el cambio se ha convertido en la constante y en consecuenc­ia, sobre todo para adolescent­es y jóvenes, se imponen la incertidum­bre, la insegurida­d y la angustia.

La insegurida­d y la angustia de la incertidum­bre han desembocad­o en miedo al futuro tan dramático, que desgraciad­amente está provocando suicidios de adolescent­es, hasta el punto de haberse convertido en la tercera causa de muerte de los adolescent­es.

El futuro tiene diversas caras, es polifacéti­co. El futuro científico, por ejemplo, es deslumbran­te, el futuro ecológico es deprimente e inquietant­e, el futuro social es patético porque las variables vigentes ensanchan y profundiza­n las brechas existentes.

El rol de la educación es vital, factor número uno de todos los desarrollo­s. Nuestro sistema educativo no está equipado para enfrentar el futuro. Por ejemplo, ni el MEC ni CONES ni las universida­des ni los IFD cuentan con un equipo de alto nivel científico e intelectua­l que repiense la pedagogía y la educación para salir del estancamie­nto en la primera mitad del siglo pasado y sumarnos al dinamismo de la historia. No perdamos más tiempo.

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