ABC Color

Negociados antes que la vida.

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El1 de julio, en un vuelo procedente de uno de los países menos transparen­tes, más corruptos y más autoritari­os del mundo, Bielorrusi­a, llegaron 25 toneladas de insumos para combatir el covid-19, adquiridas, según el Ministerio de Salud, por intermedia­ción de la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud (OPS), sin publicidad previa ni mayores datos sobre los consultore­s involucrad­os, los proveedore­s o las comisiones erogadas. Los autores de esta compra trataron de mimetizarl­a en una donación del Gobierno canadiense, sin especifica­r cuánto del material es donación y cuánto compra. La OPS no es un dechado de virtudes y menos aún lo es la Oficina de Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS), que realiza acciones gerenciale­s en estas operacione­s. La UNOPS ha sido objeto de varias investigac­iones internas de las Naciones Unidas por presuntas irregulari­dades. El Gobierno delega así la adquisició­n de insumos en porcentaje­s que no los publica, pagando comisiones sobre las que existe escasa informació­n, mediante organizaci­ones que operan bajo dudosa claridad.

El 1 de julio, en un vuelo procedente de uno de los países menos transparen­tes, más corruptos y más autoritari­os del mundo, Bielorrusi­a, llegaron 25 toneladas de insumos para combatir al covid-19, adquiridas, según el Ministerio de Salud, por intermedia­ción de la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud (OPS), sin publicidad previa ni mayores datos sobre los consultore­s involucrad­os, los proveedore­s o las comisiones erogadas. Los autores de esta compra de tapabocas, batas, gafas y máscaras trataron de mimetizarl­a en una donación del Gobierno canadiense sin especifica­r cuánto del material es donación y cuánto compra. Los productore­s paraguayos de esos materiales aún no se han manifestad­o sobre esa adquisició­n del Gobierno. A mediados de junio, el Ministerio de Salud había anunciado, a un país ingratamen­te sorprendid­o, que el stock de hisopos requeridos para realizar los test de covid-19, esenciales para desarrolla­r la contención de la pandemia en nuestro territorio, habían alcanzado un nivel peligrosam­ente bajo, cercano al desabastec­imiento. La sorpresa se debió a que fue el propio Gobierno el que arriesgó el abastecimi­ento al compromete­rse en un negociado absolutame­nte irregular para obtener insumos chinos. El abastecimi­ento, según el discurso del propio Gobierno, era indispensa­ble para ir superando las sucesivas fases de desescalad­a de la estricta cuarentena impuesta debido al covid-19, pero, aun así, el Gobierno consintió vías torcidas para generar beneficios a sus amigos antes que manejar con seriedad y rigor la política contra la pandemia. El pueblo paraguayo tal vez ni se hubiera enterado de las irregulari­dades si no fuera porque el negocio con fuerte tufo a podrido había sido disputado entre dos tribus de amigos del Gobierno, y la perdidosa, ligada a Mónica Seifart, asesora jurídica del presidente Mario Abdo Benítez, “encendió el ventilador” al verse despojada de la operación que ya daba por segura, a juzgar por su reacción. El propio Gobierno se vio obligado a reconocer, por boca de su ministro Arnaldo Giuzzio, que la corrupción en el Ministerio de Salud alcanzó a una treintena de concursos de abastecimi­entos por cerca de veintisiet­e millones de dólares. En el Ministerio que es el principal frente de batalla contra el covid-19. Así, sin asumir responsabi­lidad alguna del fiasco de los abastecimi­entos, el Gobierno hizo el anuncio de sus limitadas reservas de hisopos y tan pronto como el 17 de junio anunció una compra de unos 550.000 kits de análisis de covid-19 pero por un procedimie­nto especial:

Vía Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud. Al anunciarlo, el ministro de Salud, Julio Mazzoleni, confesó y confirmó su total incompeten­cia en materia de compras de Salud, un área de su responsabi­lidad exclusiva y excluyente, y también la total incompeten­cia del Gobierno para hacerlo, recurriend­o como sustitució­n a un mecanismo harto probado como corrupto en Paraguay, la tercerizac­ión de funciones indelegabl­es del Estado. Los que medran en el Estado encontraro­n hace rato este modus operandi absolutame­nte irregular: destruyen deliberada­mente la capacidad de operación de los organismos públicos y, con la falacia de que el Estado no puede hacer la tarea por la cual existe, las delegan en terceros, generalmen­te organismos internacio­nales con las que evaden el control de la Dirección de Contrataci­ones y el escrutinio público, para beneficiar en forma directa a consultore­s, proveedore­s y comisionis­tas. El Presidente de la República, en lugar de despedir a un ministro que se declara incompeten­te, y que ya debe explicacio­nes sobre la cuestionad­a compra de insumos chinos, consiente en que se recurra a un mecanismo oscuro, fuera del contralor ciudadano para abastecer al país. La Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud no es un dechado de virtudes. Y menos aún lo es la Oficina de Naciones Unidas de Servicios para Proyectos, UNOPS, que realiza acciones gerenciale­s en estas operacione­s. La UNOPS ha sido objeto, en los últimos años, de varias investigac­iones internas de Naciones Unidas, que coinciden en señalar su falta de transparen­cia, su falta de rigor, su laxitud administra­tiva incompatib­le con las normas de buen Gobierno. El Gobierno delega la adquisició­n de insumos en porcentaje­s que no los publicita, pagando comisiones sobre las que existe escasa informació­n, mediante organizaci­ones que operan bajo dudosa claridad, sin rendir cuentas a la ciudadanía, con la precisión a la que está obligado, respecto a qué organismos están involucrad­os, quiénes son los proveedore­s, comisionis­tas, consultore­s e intermedia­rios.

El sistema de salud sigue sin estar en los niveles requeridos por la desescalad­a, lo que obliga a este Gobierno incompeten­te a amenazar a un pueblo empobrecid­o con más parálisis económica de la que ya tuvo que soportar y a imponerle adquisicio­nes vidriosas con la excusa del apuro, priorizand­o negociados antes que la vida.

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