28 Domingo 27 de setiembre de 2020 NOMINAN A AMY BARRET Y, DE 9 MIEMBROS, 6 SERÍAN CATÓLICOS Suprema Corte de EE.UU., ampliamente católica Los misántropos humanistas Alonso Correa* La dismorfia corporal es una enfermedad mental en la que el que la sufre amplifica ciertos defectos que tiene en el cuerpo. Esta dolencia puede llegar a causar estragos en la psique del afectado haciendo que este se realice diversos “retoques” quirúrgicos para tratar de contrarrestar el desperfecto. En la mayoría de los casos la dismorfofobia, como también se la conoce, se manifiesta, a grandes rasgos, por rechazo al propio cuerpo, unas enormes ganas de tener la imagen de otra persona y la renuencia a ir a eventos sociales por pena a ser criticado. Este padecimiento no se cura por sí mismo y por eso es aconsejable buscar ayuda si se manifiesta algún síntoma, ya que se puede llegar al límite del suicidio si no se trata a tiempo. Y así como se puede llegar a odiar al cuerpo por pequeñas imperfecciones, existen muchos que odian su patria por situaciones excepcionales. Porque, así como una cicatriz o una marca de nacimiento pueden llegar a dañar la autoestima de una persona, un acontecimiento puede llegar a desencadenar un inmenso sentimiento de odio y desagrado en contra del país mismo. Pero los que sufren de este tipo de aversión lo sienten de manera intermitente, dependiendo de distintos factores tales como: si ese odio nace de una injusticia hacia una parte concreta de la población, si es tendencia en las redes sociales el odiar al país o si la animadversión es llevada adelante por famosos. El odio a lo propio no es reciente. Hemos podido apreciar ejemplos de este sentir a lo largo de la historia, por ejemplo, la comedia de 1666 “El misántropo” escrita por Molière o la frase de Schopenhauer “La existencia humana debe ser una especie de error”. Lo que sí es reciente es la mezcla del odio y el amor al ser humano. El odio a lo establecido y el amor a lo transgresor. El odio a sus congéneres y el amor a lo distinto. Porque lo que hoy vemos no es el odio al individuo, es el odio a lo afincado por un tropel de ofendidos. El odio nunca es parte de la solución, y es eso lo que estos huraños no llegan a entender mientras se escudan con excusas. Lo único que trae consigo el detestar tu tierra es división y resentimiento. La antipatía que demuestra la turba de los disgustados es su amplia ignorancia y su fe ciega en los líderes de sus movimientos. Porque la única razón por la que denigran es porque su prepotencia se alimenta de eso. Lo que estos dolidos no entienden es que la manera correcta de cambiar los desperfectos nacionales, así mismo como en la dismorfia corporal, es con amor y trabajo. Trabajo sin miramientos, siempre hacia adelante. Porque los errores no se tapan con cirugías ni con mentiras ni con incendios ni con saqueos. Solo se puede llevar a cabo un verdadero arreglo social con esfuerzo, sudor y vocación. Pero lo que demuestran queriendo que los cambios los hagan otros, que sean los otros quienes se amolden a sus caprichos, es holgazanería y pocas ganas de que los cambios se hagan realidad. Porque son como topos cuando de trabajo se trata, ciegos ante una responsabilidad que les golpea en la cara. Lo único que desean es seguir siendo el centro de la opinión con el menor empeño posible. Porque se han acostumbrado a ello a lo largo de los años y no desean cambiar sus costumbres, como un dismorfofóbico sin remedio se rehúsan a ser los engranajes que inicien el cambio y prefieren tapar sus inseguridades con gritos, lágrimas y negaciones. El presidente estadounidense Donald Trump nominó ayer a la jueza Amy Coney Barrett a la Corte Suprema, y de ser confirmada por el Senado, sumarían 6 jueces católicos de los 9 miembros de ese máximo tribunal. Donald Trump (i) junto a Amy Barret (d); detrás de ellos se observa a algunos de sus 7 hijos (dos adoptados en Haití). WASHINGTON EFE). (AFP, Jurisprudencia, (la máxima distinción), en University of Notre Dame, donde fue elegida para la sociedad de honor académica Phi Betta Kappa y galardonada con el premio Hoynes, “como la estudiante número uno de su clase”. creencia religiosa no influirían en el desempeño de mis deberes como jueza”, respondió Barrett a un senador demócrata que le preguntó si se consideraba una católica ortodoxa. Nacida en un hogar conformado por un abogado, Michael Coney, y una ama de casa, Linda, Barrett pasó su infancia en un suburbio de Nueva Orleans y concluyó en 1990 la escuela secundaria St. Mary’s Dominican High School, de las hermanas católicas dominicas. En 1994 se graduó en literatura inglesa en el Rhodes College, una institución en Memphis, Tennessee, que destaca su “larga historia de conexiones” con el Alto Tribunal. Obtuvo su doctorado en “Amo los Estados Unidos y amo la Constitución de Estados Unidos”, declaró Amy Coney Barrett en una breve intervención en la que rindió homenaje a Ruth Bader Ginsburg, la jueza fallecida la semana pasada y que ella se encamina a remplazar. Actualmente jueza de Tribunal de Apelaciones, esta abogada de 48 años, de llegar al máximo tribunal se convertiría en la integrante más joven en ocupar uno de sus nueve puestos vitalicios. Es católica, pero activa en una iglesia carismática, donde comparten diferentes credos cristianos. “Si me pregunta si me tomo en serio mi fe y si soy católica fiel, lo soy, aunque enfatizaría que mi afiliación personal a la iglesia o mi suma cum Amy Barret es reconocida por sus argumentos minuciosos en su trabajo como jueza, es una católica practicante, madre de siete hijos —uno con síndrome de Down y otros dos adoptados en Haití. “Esta noche, tengo el honor de nombrar a una de las mentes legales más brillantes y dotadas del país a la Corte Suprema”, dijo el mandatario. “Ella es una mujer con logros inigualables, un intelecto imponente, credenciales excelentes y una lealtad inquebrantable a la Constitución”, añadió Trump. “Usted será fantástica”, le dijo a la jueza, de pie a su lado en el jardín de la Casa Blanca. laude Trump, no; pero Obama sí Los demócratas dicen que Trump no debía proponer este reemplazo antes de los comicios presidenciales del 3 de noviembre próximo, y alegan que se debería esperar a ver quién gana esas elecciones. En 2016, el expresidente Barack Obama, perteneciente al Partido Demócrata, también quiso nominar a un nuevo miembro de la Corte poco tiempo antes de las elecciones. magna cum laude [©FIRMAS PRESS] *Periodista panameño.