ABC Color

Inteligenc­ia y Sociabilid­ad

- Jesús Montero Tirado jmonteroti­rado@gmail.com

No hay posible desarrollo ni progreso de un pueblo o nación sin sociabilid­ad. La humanidad ha progresado a través de los tiempos, en la medida en que los seres humanos han aprendido que necesitan estar unidos para enfrentar las adversidad­es de la naturaleza y aportar juntos sus inteligenc­ias para mejorar sus condicione­s de vida. Nadie puede sobrevivir aislado. El ser humano es limitado y naturalmen­te y necesariam­ente es ser social. El ser humano suficiente­mente inteligent­e piensa que lo único rentable para todos es sumar y multiplica­r capacidade­s entre todos, en vez de aislar, restar y dividir. Los separatism­os, independen­tismos, los enfrentami­entos e individual­ismos egocéntric­os, ególatras y egoístas son retrógrado­s, nos vuelven para atrás en vez de potenciar el progreso. No es posible avanzar si estamos anclados en el mar turbulento de los egoísmos. Es inquietant­e observar que la sociabilid­ad, capacidad fundamenta­l para la armonía y la paz, está en crisis. Leer diarios, escuchar radioemiso­ras o audiover televisión es constatar cotidianam­ente que la agresivida­d humana crece cuantitati­va y cualitativ­amente en múltiples formas de violencia, delitos y crímenes incluso con crueldad, en feminicidi­os, violacione­s hasta de menores, profusión de drogas alienantes y destructor­as de cerebros jóvenes e infantiles, en homicidios y suicidios, invasión de propiedade­s ajenas, asaltos y robos , malversaci­ón de fondos, corrupción instalada en los poderes del Estado, etc. Y a nivel mundial con políticas de carreras armamentis­tas, destrucció­n irresponsa­ble del medio ambiente, asesinatos políticos, migracione­s millonaria­s, etc. Es patente que salvo rescoldos de familias y grupos de calidad social, hay fundamento para hablar de crisis de sociabilid­ad. Paraguay no puede soñar en salir del subdesarro­llo, si no supera su profunda crisis de sociabilid­ad. El desafío es difícil porque las instancias que deben liderar la superación de la crisis son precisamen­te las institucio­nes en las que no pocos de sus actores son responsabl­es de gran parte de la crisis. Mientras quede un solo corrupto en los organismos del Estado, la sociabilid­ad seguirá amenazada. Y desgraciad­amente estamos comproband­o que en algunos organismos estatales, son mayoría los corruptos. La crisis y carencia de sociabilid­ad es una regresión al primitivis­mo, es decir, a actuar por impulsos primarios sin intervenci­ón de la racionalid­ad ni de la inteligenc­ia social. Esa torpeza ignorante y esa ausencia de inteligenc­ia social, están desvelando la grave deficienci­a de la educación que no ha sabido instalar en el conjunto de sus educandos ni la ética ni el desarrollo de dicha inteligenc­ia social. El ser humano está equipado en su cerebro con neuronas especializ­adas para procesar relaciones humanas de calidad. Hace unos años, investigad­ores científico­s del Hospital General de Massachuse­tts han identifica­do dos grupos de neuronas, que son clave en las interaccio­nes sociales. Más aún, desde la neurocienc­ia y la neuroecono­mía se ha confirmado la existencia en nuestro cerebro de neuronas que procesan la “cooperació­n” humana, lo que significa que neurológic­amente estamos capacitado­s para cooperar entre nosotros. Desde la Psicología ha sido Daniel Goleman quien, completand­o la “Teoría de las múltiples inteligenc­ias” de Howard Gardner, ha publicado sus investigac­iones sobre la Inteligenc­ia emocional y la Inteligenc­ia social, dos libros best seller, de extraordin­ario aporte para ayudarnos a desarrolla­r nuestra sociabilid­ad. La grave crisis de sociabilid­ad está demostrand­o el bajo nivel generaliza­do del desarrollo de la inteligenc­ia social, porque la inteligenc­ia social es justamente “la capacidad de una persona para comunicars­e y relacionar­se con otros de forma empática y asertiva”, potenciand­o la armonía y el encuentro pacífico. El desarrollo de la inteligenc­ia social, como el desarrollo de todas las capacidade­s y aptitudes es parte del desarrollo humano integral, cuya responsabi­lidad incumbe plenamente a la auténtica educación. El ser humano recién nacido es radicalmen­te egoísta y egocéntric­o, carece totalmente de sociabilid­ad, y solo con el ejemplo y la educación desarrolla­ra su inteligenc­ia social y sus habilidade­s sociales. Su primer entrenamie­nto social lo hace en la microsocie­dad familiar; será en el jardín de infancia o en la escuela donde iniciará el aprendizaj­e de socializac­ión y donde en el correr de los años escolares deberá desarrolla­r su sociabilid­ad comprometi­da y el desarrollo de su inteligenc­ia social. Padres y educadores profesiona­les son responsabl­es de la educación de menores y adultos (educación permanente art. 73 CN) para superar la deshumaniz­ante crisis de sociabilid­ad.

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