PPK NECESITA ABOCARSE SERIAMENTE A GOBERNAR
A qué extremo de falta de sensibilidad política habrá llegado la agrupación oficialista Peruanos por el Kambio PpK, que la semana en que se inaugura en Lima el mega evento de Apec -foro privilegiado al que pertenece el Perú, que agrupa a un conjunto de naciones que reúnen el 40% de toda la población mundial y movilizan casi la mitad del intercambio comercial internacional- la bancada parlamentaria del presidente Pedro Pablo Kuczynski decidió expulsar públicamente a uno de sus miembros -cuando apenas cumple 109 días de funciones- exhibiendo una alucinante orfandad partidaria frente a una audiencia tan estratégica como la de APEC. Recordemos que el partido PpK arrancó con 18 parlamentarios. De ahora en adelante al menos operará sólo con 17 legisladores. ¿Cuál es la táctica oficialista para poder cumplir con sus ofrecimientos electorales y no defraudar a la sociedad? Simplemente no existe. Porque el hecho de darse el lujo de reducir su representación congresal, ante una apabullante mayoría de la bancada fujimorista, resulta a todas luces inexplicable. Es más, implica poner en riesgo toda la capitalización política que consolidó el centro ideológico nacional en los recientes comicios y entregarle ese caudal electoral a la izquierda -que se abanica de risa frente a la colosal incompetencia partidaria del Gobierno- sabedora que las frustraciones que aquello genera entre la gente es un caldo de cultivo ideal para explotarlo, desde ahora, como proyecto electorero con miras a 2021. Pero, ¿qué pudo pasar por las cabezotas de la dirigencia de PpK, que ni siquiera se les ocurrió diferir tamaño disparate hasta después de este evento ecuménico que tendrá al Perú como país anfitrión? La respuesta se cae de madura. Pura tontería. Y es así, precisamente, como la ciudadanía viene percibiendo, al menos hasta ahora, a la gestión del presidente Kuczynski. Un enjambre de sucesivos desatinos -encuentros y desencuentros- donde el régimen y sus voceros–desde el mandatario hasta sus asesoressostienen algo que después desmienten, desdiciéndose no sólo una vez sino haciéndolo terca, sostenidamente, generando preocupante desconcierto. Un paradigma de este ir y venir es el patético ministro del Interior, Carlos Basombrío, sabelotodo de paporreta en el qué hacer, pero neófito doctorado en que cómo hacerlo. La inseguridad citadina más temprano que tarde le pasará una gruesa factura a PPK por culpa de esta figura de la progresía que, por tercera vez en su carrera política, se instala en el estratégico sector Interior. Y por tercera vez fracasa en forma clamorosa. Universalmente está comprobado que nadie puede gobernar sin un partido organizado que soporte su gestión presidencial. Aquello implica no sólo exhibir locales abiertos durante las elecciones, sino contar con experimentados operadores políticos, además de grupos de asesoramiento conversación no solamente tecnocr ática–que, por cierto, abunda en las altas esferas oficialistas- sino sobre todo con sólidas dosis de dinámica política, justamente de lo que adolece este régimen. PPK necesita poner orden en su agrupación. Se lo venimos recomendando de manera machacona. Necesita, de una vez por todas, dedicarse a gobernar en serio. Sin distracciones.