El Nuevo Día

Saint Thomas Su gente se siente abandonada tras el azote del ciclón

Residentes narran cómo perdieron sus hogares y relatan los angustioso­s días vividos luego del destructiv­o huracán Irma

- MELISA ORTEGA MARRERO melisa.ortega@gfrmedia.com Twitter: @melortega1

SAINT THOMAS. - A seis días de que el huracán Irma azotara esta isla, Ureen Smith Fahie lucía ensimismad­a a orillas de la escalera de uno de los edificios del complejo público de vivienda Tutu Hi Rise.

“Esto duele. Dan ganas de llorar de vez en cuando”, afirmó la mujer de 55 años.

A su alrededor, la destrucció­n era imponente. Los feroces vientos de Irma, el ciclón de mayor poder registrado en el Atlántico, penetraron su apartament­o, derribaron la pared de la sala y provocaron enormes destrozos en el interior del que fue su hogar durante 30 años.

En el piso, las montañas de escombros, en los que coincidían zapatos, pedazos de cemento y cristales, tierra y recuerdos, daban fe de la inclemenci­a del huracán que dejó, al menos, cuatro muertos en su paso por la zona.

Irma azotó Saint Thomas el pasado miércoles. En los pasados días, cientos de personas han abandonado la principal de las Islas Vírgenes estadounid­enses. Hasta el lunes, solo el Gobierno puertorriq­ueño, en colaboraci­ón con el Departamen­to de Salud federal, había logrado trasladar a San Juan unas 1,694 personas de San Martín y Saint Thomas, según datos provistos por La Fortaleza.

Se espera que hoy arriben a Puerto Rico miles más.

Sin embargo, hasta ayer, las autoridade­s santomeñas no habían ofrecido una cifra exacta de cuántas personas perdieron su hogar o de cuántos permanecen sin electricid­ad ni agua potable.

Ureen describió como “tornados” los vientos que dejaron decenas de apartament­o del complejo público inhabitabl­es. Por suerte, afirmó, sus seis hijos abandonaro­n la isla antes del golpe del fenómeno atmosféric­o.

Una vieja estufa logró sobrevivir el embate. Esta le permitió a la mujer no solo alimentars­e, sino compartir comida con los transeúnte­s -algunos desconocid­osque no habían probado bocado.

Al momento del recorrido realizado por El Nuevo Día, los suministro­s de Ureen ya se habían agotado. “Buena pregunta”, res- pondió cuando se le cuestionó con qué se alimentarí­a esa tarde.

Entre relatos y lamentos, la mujer, que labora para el Departamen­to de la Policía de las Islas Vírgenes, recordó la muerte de una vecina durante el paso del temporal. Relató que la joven buscó resguardo junto a su hijo en el baño. Pero, como consecuenc­ia de la despiadada ventolera, la pared colapsó.

“El viento la succionó. Ella cayó y se rompió el cuello”, dijo. No pudo precisar qué pasó con el niño.

INACCIÓN GUBERNAMEN­TAL

La santomeña lamentó la falta de ayuda de las autoridade­s. “Nos están tratando terrible… Todos hemos sufrido graves daños”, afirmó Ureen.

“Ahora mismo, el gobierno debe hacer algo por los ancianos. Ver quiénes necesitan medicament­os”, abundó.

Mientras, Kaleem Stephens, de 30, aseguró no haber visto ningún funcionari­o gubernamen­tal por el complejo Tutu Hi Rise, que se perfila como el sector más devastado de Santo Tomás.

El joven dijo que permaneció en su apartament­o durante el paso del ciclón. “Sobreviví. Me agarré de un tubo en el baño”, mencionó. Su hogar no resistió la furia de Irma, por lo que ha tenido que pernoctar en estructura­s abandonada­s.

A preguntas sobre si se han producido saqueos o incidentes violentos en la isla, Kaleem respondió que “es tiempo de sobrevivir”. Aunque reconoció no haber atestiguad­o ningún evento de ese tipo, opinó que “no puedes detenerlo, es superviven­cia”.

El Nuevo Día recorrió las zonas este, norte y oeste de la isla. Inicialmen­te, las calles lucían relativame­nte vacías debido al toque de queda impuesto por el gobierno local que se extiende desde las 6:00 p.m. hasta las 12:00 p.m. del día siguiente.

Durante las seis horas de libre movimiento, los santomeños abarrotaro­n el único supermerca­do abierto o los centros de distribuci­ón de alimentos ubicados en dos estaciones de bomberos, explicó

Darryl Potter, de 33 años y voluntario de la Agencia de Manejo de Emergencia­s Territoria­l de las Islas Vírgenes.

DEVASTACIÓ­N A LA VISTA

El recorrido nos permitió hacer una especie de inventario de daños.

La estructura eléctrica resultó destrozada. Una finca de paneles solares ubicada en Donoe Road, que sirve de respaldó eléctrico en Saint Thomas, quedó prácticame­nte destruida, observó este diario.

Un sinnúmero de viviendas a través del país cedió. Un puñado de casas en el pico aledaño a Magens Bay -la playa más popular de Saint Thomas- estaban incomunica­das desde el miércoles, afirmó Potter.

Las torres de telecomuni­caciones permanecía­n congestion­adas, lo que complicaba las comunicaci­ones internas y externas. Los conductore­s alineaban sus vehículos a orillas de las carreteras, en el oeste del territorio, en busca de señal para realizar llamadas.

“Recuperarn­os no tomará meses, tomará años”, aseguró Darryl.

Irma también causó estragos en la Marina de Crown Bay, al norte de Saint Thomas.

Mientras decenas de personas buscaban cómo salir de la isla,

Hunter Spencer, natural de Virginia, corroborab­a los daños que sufrió su embarcació­n de 70 pies.

El bote, atado al muelle de la marina, le había servido de hogar desde diciembre pasado, cuando llegó a las Islas Vírgenes estadounid­enses junto a su esposa y su perro.

Sin embargo, en medio de la tempestad la pasada semana, una embarcació­n de mayor tamaño impactó y destrozó el lateral izquierdo de la Run Aweigh. “Ahora mismo no tenemos hogar”, lamentó el hombre.

Hunter se encontraba en compañía de Mercy Barham y Kate

Sorano, a quienes conoció en Saint Thomas y ahora le daban la mano para organizar la cabina.

Kate sostuvo que la red social Facebook ha sido clave para comunicars­e con sus familiares. Ante la falta de líneas telefónica­s, “publico un mensaje todos los días para que nuestros familiares sepan que estamos bien”, precisó la mujer.

En medio del recorrido por las zonas devastadas, en radio se divulgaba una extensa lista de nombres de vecinos de las Isla Vírgenes buscados por sus parientes y amigos. “Comunícate. Tu familia está preocupada”, repetía una y otra vez una voz femenina.

“Recuperarn­os no tomará meses, tomará años” DARRYL POTTER VOLUNTARIO SAINT THOMAS

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Erika p. rodriguez para the new york times Ureen Smith describe como “tornados” los vientos que arrasaron el interior de su casa, en el complejo público Tutu Hi Rise. Los vientos inclemente­s del huracán Irma dejaron a un sinnúmero de casas sin techos y paredes.
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La vista aérea así como las tomas de cerca dan cuenta de los destrozos que cubren a la principal de las Islas Vírgenes estadounid­enses.
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