«Aplicamos el modelo de Amazon contra el cáncer de mama»
Regina Barzilay Profesora de Computación del MIT
Considerada una de las mayores expertas en inteligencia artificial, en 2014 cambió todo el enfoque de su trabajo tras superar un cáncer
Impacta la sencillez y cercanía de Regina Barzilay, profesora del Laboratorio de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Contrasta con su dilatada trayectoria en el campo de la inteligencia artificial, por la que acaba de conseguir una prestigiosa Beca MacArthur, conocida como la «beca de los genios». Sus compañeros del jurado en los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento interrumpen la entrevista para despedirse con una amplia sonrisa. Uno de ellos le escribe la palabra «rioja» en una servilleta. «Les prometí a mis alumnos que les diría el nombre de un buen vino español», se excusa. Con la misma naturalidad habla de lo que le ocurrió en 2014, el año en que le diagnosticaron un cáncer de mama que cambiaría el enfoque de todo su trabajo. «Me di cuenta de que había una razón por la que yo tenía que pasar por todo eso, y era que centrase mis esfuerzos en ayudar contra esta terrible enfermedad». —¿Cómo resumiría su trabajo en el área de la inteligencia artificial aplicada a la lucha contra el cáncer? —Hay dos vertientes. Por un lado, tomamos todos los datos que existen en el sistema de EE.UU. y los traducimos al lenguaje del ordenador. Porque tenemos millones de registros en todo el mundo y, aún así, las elecciones médicas se hacen en base a ensayos clínicos que solo representan el 3 por ciento de todas las pacientes de las que se tiene constancia. Cuando tú buscas algo en portales de comercio electrónico, como Amazon, te ofrecen una recomendación que se basa en tu opinión y en todo tu historial. Esta tecnología es la misma que hemos intentado aplicar contra el cáncer de mama. Después, la máquina establece patrones que, gracias a la inteligencia artificial, pueden contestar a preguntas como «¿qué es lo que me va a ocurrir?», «¿mi tipo de cáncer es mortal?», «¿qué tratamientos existen?». —¿Y la segunda ramificación? —En la actualidad, las mamografías las hacen radiólogos humanos, por lo que se depende de la capacidad del observador para identificar patrones. Y, a veces, es difícil atender a pequeños detalles que pueden no ser visibles o no estar claros al ojo del especialista. Esta tecnología interpreta la mamografía y hace una predicción directa de si hay enfermedad o no, qué tipo de cáncer es y si la paciente podría desarrollar esta patología en un futuro. —¿Ya se aplica esta tecnología? —Acabamos de incorporarla en el Hospital General de Massachusetts, el centro en el que yo me traté y uno de los mejores del país. Sin embargo, esto no reemplaza el diagnóstico médico, sino que se utiliza como método de doble control, como complemento del examen del radiólogo. Es importante encontrar el equilibrio y utilizar la ayuda de las máquinas de forma efectiva. —¿Y es aplicable a otros tumores? —Por supuesto. Yo empecé trabajando en cáncer de mama porque me detectaron esta enfermedad en 2014. Aunque recibí uno de los mejores tratamientos, empecé a formular preguntas y me aterroricé. Todo este poder que se le da al comercio electrónico no estaba en el tratamiento de las enfermedades y lo que veía publicado eran estudios sobre 300 o 400 personas, cuando es un problema que afecta a millones. No es solo una cuestión tecnológica, sino que implica mucho más. Por una parte, médicos que no le tengan miedo a la tecnología. Y, por otro, investigadores que comprendan la complejidad de la enfermedad, como era mi caso. —Hablaba de temor. ¿Se teme que la tecnología relegue al hombre? —Antes había personas que cavaban agujeros y ahora lo hace una excavadora. También temimos a la electricidad. Pero la historia ha demostrado que no hay que tenerle miedo al progreso. Esta tecnología ayudará, por ejemplo, a que las pruebas lleguen de forma inmediata, cuando ahora tardan uno o dos días, con la consecuente angustia para el paciente. En cualquier caso, tampoco se trata de dejarlo todo en manos de la tecnología. Es como cuando se desarrolló el microscopio. Con la inteligencia artificial los doctores pueden ver mejor que a simple vista, pueden dar mejor información y tienen una base más certera a la hora de tomar las decisiones adecuadas. —¿A qué invento equipararía la inteligencia artificial por sus consecuencias en la vida humana? —Está en la misma categoría que internet o la electricidad. Mucha gente no sabe la cantidad de decisiones que toman en base a la inteligencia artificial. La verificación del crédito, lo que te recomiendan que compres online, las sugerencias de tus amigos en las redes sociales… Detrás de todo está este sistema. Sin embargo, su impacto no es igual en todas las áreas. En las finanzas o en el comercio electrónico es el tema más importante desde hace años, mientras que en la medicina, que afecta tan directamente a la vida de millones de personas, está empezando ahora. Creo que, de la misma forma que hemos visto natural su incorporación a estos asuntos, veremos cómo ayuda en sanidad y en el diseño de fármacos. —¿Podría ser la inteligencia artificial un agente democratizador del sistema sanitario? —Eso es lo que intentamos. Desafortunadamente en las zonas más ricas de EE.UU., hay una mayor incidencia de casos pero una mayor mortalidad. En el otro extremo, en las zonas con menos poder adquisitivo, se dan menos casos, pero la cantidad de muertes es mucho mayor. Imagina en el resto del mundo. La probabilidad de sobrevivir no depende de tu genética, sino de dónde vivas. Y esto no es justo. Por eso, todos estos desarrollos los ofrecemos gratis, porque queremos que llegue a todo el mundo y sea una contribución real que consiga interpretar las mamografías de forma precisa, que se reduzcan el número de biopsias innecesarias y que se utilicen como forma de detección precoz.
Ayuda complementaria «La inteligencia artificial permitirá tomar decisiones más certeras a los médicos» Más democrático «La posibilidad de sobrevivir no depende de tu genética sino de dónde vivas. No es justo»