«Que cada uno rinda cuentas»
En el caso del cardenal Rodríguez Maradiaga, Francisco ha seguido una de las consignas de su pontificado: la transparencia. La Iglesia quiere luz y taquígrafos porque «es justo que cada uno dé cuentas de sus propios comportamientos». Son palabras del secretario de Estado, cardenal Parolin, en julio, en relación con el juicio contra el expresidente del hospital pediátrico Bambino Gesú Giuseppe Profiti. Su delito, el desvío de 422.000 euros, supuestamente para la reforma de la residencia del cardenal Tarcisio Bertone, que saltó a la luz durante el caso Vatileaks. Esto suscitó la apertura de una investigación, que terminó en juicio y condena.
Dentro de esta apuesta de la Santa Sede, la reforma financiera sigue dando frutos. Moneyval, órgano de control del Consejo de Europa, ha aplaudido las medidas implantadas por el Vaticano, aunque ha lamentado que «aún no se haya llevado ante los tribunales ningún caso de blanqueo». El año ha acabado también con la salida del círculo financiero vaticano del ex auditor general de la Santa Sede Libero Milone –acusado de espiar la vida privada de personal de la Santa Sede– y del número tres del banco vaticano, Giulio Mattietti.
Pero la transparencia no es solo económica. En junio la Santa Sede favoreció el regreso a Australia del cardenal George Pell, secretario de Economía, para ser juzgado por presuntos abusos sexuales.