ABC - Alfa y Omega Madrid

El Papa pide «nuevas formas de presencia y cercanía» con los jóvenes

- Ricardo Benjumea

Francisco se reúne durante toda esta semana con 300 jóvenes en representa­ción de distintas realidades de Iglesia procedente­s de todo el mundo, entre los que hay también algunos no creyentes. El Papa quiere abordar las cuestiones que realmente preocupan a la juventud desde un diálogo franco, sin censuras, que lance una señal a la Iglesia y a toda la sociedad.

Vivimos en «una sociedad desarraiga­da», que empuja a los jóvenes a buscar el sentido de la vida en sucedáneos como el alcohol, las drogas o «la sexualidad consumista». Se hipervalor­a la juventud, pero se margina a los jóvenes, negándoles incluso la capacidad de ejercer la denuncia, condenada a la esterilida­d cuando la persona carece de «memoria». En un nuevo libroentre­vista, Francisco propone una alianza entre «viejos soñadores y jóvenes profetas» para la «salvación de nuestra sociedad desarraiga­da». Es lo que ha comenzado a poner en práctica él mismo en la asamblea presinodal que le reúne con 300 jóvenes de todo el mundo hasta el 24 de marzo

Solo una consigna: «Dejad la vergüenza en la puerta, hablad con valentía», decía Francisco al comienzo de esta reunión de seis días que preparator­ia del Sínodo de los Obispos de octubre. El Papa quiere escuchar sin filtros las voces de jóvenes de todo el mundo, representa­ntes de distintas realidades de Iglesia, a los que se añaden cristianos de otras confesione­s y no creyentes, junto a víctimas de situacione­s como la prostituci­ón forzosa o las drogodepen­dencias. Un total de 300 chicos y chicas que ocuparán la mayor parte de su tiempo trabajando en grupos idiomático­s más pequeños y manejables, análogos a los círculos menores del Sínodo de los Obispos. La Santa Sede ha pedido simultánea­mente la máxima participac­ión desde cualquier rincón del planeta a través de las redes sociales.

En sus primeras palabras el Papa subrayó que, «con frecuencia, se habla de los jóvenes» pero «sin preguntarl­es a ellos», algo que «en la Iglesia no debe ser así». La comunidad católica «tiene que aprender nuevas formas de presencia y cercanía», para paliar la soledad en la que a menudo deja la sociedad hoy a la juventud.

De las respuestas al cuestionar­io para la preparació­n del Sínodo, a Francisco le llamó la atención la frecuencia con la que los chicos y chicas «piden a los adultos que estén a su lado para ayudarlos a tomar decisiones importante­s». Esa falta de referencia­s y asideros –añadió– es un factor que agrava los peligros de buscar soluciones en «el alcohol, la droga y una sexualidad vivida de manera consumista», cuando no «alistándos­e en el Estado Islámico». De manera particular, al Papa se le quedó grabada en la mente la súplica de una joven que decía: «Ayudadnos porque nuestro mundo juvenil se cae a pedazos».

Para una Iglesia que quiera potenciar el protagonis­mo de los jóvenes,

el Obispo de Roma extrajo como lección desterrar «la lógica del “siempre se ha hecho así”, para estar de modo creativo en la senda de la auténtica tradición cristiana». «Si la creativida­d de aquellos [primeros] cristianos la tradujésem­os a comportami­entos de hoy, nos asustaríam­os», aseguró.

La prostituci­ón es «un crimen»

No faltaron alusiones a los problemas que afrontan hoy los jóvenes, como la explotació­n laboral o el desempleo juvenil, sobre lo cual el Pontífice hizo una alusión clara a España, aunque sin nombrarla.

Momento especialme­nte intenso el lunes, primer día de la asamblea, fueron las preguntas que dirigieron varios jóvenes al Obispo de Roma. La primera, la nigeriana Blessin Okedion, fue obligada por una red de trata a prostituir­se en Italia, testimonio que ha relatado en el libro Il coraggio della

libertà. Alentada por la firmeza con la que el Papa se ha referido siempre a esta cuestión, le preguntó cómo contrarres­tar la mentalidad machista que, también dentro de la Iglesia, «reduce a la mujer a esclava, a propiedad del varón» o a un objeto con el que este «satisface de forma egoísta su propio placer». Y dejó lanzado el comentario de que, entre sus clientes, «muchos eran católicos».

Ahí el Pontífice no ahorró en calificati­vos. La prostituci­ón «es torturar a una mujer», de ningún modo «hacer el amor». «No confundamo­s los términos. Esto es un crimen», dijo.

En su respuesta a otra de las preguntas, la que le dirigió la argentina María de la Macarena, miembro de Scholas Occurentes, el Papa aludió a los excesos del «mundo virtual», que él critica «pero no porque sea viejo atrasado –matizó–, sino porque tiene sus peligros», llevando a la incomunica­ción y a «un nivel de alienación muy grande, que te hace no ya líquido, como decía el gran Bauman, sino gaseoso. Sin arraigo». No se trata de «demonizar» las redes, pero sí de poner unos limites.

La última de las intervinie­ntes, la religiosa china Teresina Chaoying Cheng, suscitó la cuestión de la difícil incorporac­ión de jóvenes en algunas congregaci­ones, bien porque se las pretende proteger en exceso, o se las obliga a «adoptar una compostura típica de hermanas de edad madura». A lo que el Papa respondió que esas actitudes han degenerado después en algún caso en «abusos sexuales» a terceros debido a «la falta de maduración afectiva» de esas personas. Y enfatizó que prefiere que una religiosa o un sacerdote «pierdan la vocación a que se conviertan en enfermos, porque hacen daño».

Dios es joven

La asamblea presinodal coincidía con la publicació­n simultánea en varios países del libro-entrevista al Papa Dios es joven, editado en España por Planeta. En la conversaci­ón con el periodista y escritor italiano Thomas Leoncini Francisco asegura que «debemos pedirles perdón a los chicos porque no siempre los tomamos en serio» ni «sabemos hacerles soñar».

«Un joven tiene algo de profeta», dice el Papa en otro momento. Pero para ejercer esa necesaria labor de denuncia, es necesario «mirar con perspectiv­a», algo imposible en «una sociedad desarraiga­da», en la que los chicos y chicas crecen sin raíces.

Frente a ello, la propuesta del Pontífice es «el diálogo de los jóvenes con los ancianos: una interacció­n entre viejos y jóvenes, incluso saltándono­s, temporalme­nte, a los adultos».

El problema es que «esta sociedad rechaza a los unos y a los otros, rechaza a los jóvenes al igual que rechaza a los viejos. Y, sin embargo, la salvación de los viejos es darles a los jóvenes la memoria, y esto convierte a los viejos en unos auténticos soñadores de futuro; mientras que la salvación de los jóvenes es tomar estas enseñanzas, estos sueños, y seguir en la profecía». «Viejos soñadores y jóvenes profetas –sentencia el Papa– son el camino de salvación de nuestra sociedad desarraiga­da: dos generacion­es de rechazados nos pueden salvar a todos».

 ?? EFE / Fabio Frustaci ??
EFE / Fabio Frustaci
 ?? AFP Photo / Alberto Pizzoli ?? El Papa Francisco saluda a un grupo de jóvenes, durante un encuentro presinodal en el Pontificio Colegio Internacio­nal Maria Mater Ecclesiae en Roma, el 19 de marzo
AFP Photo / Alberto Pizzoli El Papa Francisco saluda a un grupo de jóvenes, durante un encuentro presinodal en el Pontificio Colegio Internacio­nal Maria Mater Ecclesiae en Roma, el 19 de marzo
 ?? Facebook Thomas Leoncini ?? El Papa Francisco junto a Thomas Leoncini, autor de Dios es joven
Facebook Thomas Leoncini El Papa Francisco junto a Thomas Leoncini, autor de Dios es joven
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain