Un plato de comida para quien lo necesita
Serigne Mbaye fue uno de los anfitriones en julio del primer encuentro estatal de manteros, organizado en Madrid. Aparte de los propios vendedores ambulantes, había unos pocos representantes de organizaciones sociales, entre ellos Corina Fuks, miembro de Solidaridad y Autogestión Internacionalista (SAIn) y responsable en España de Jai Jagat, plataforma mundial a la que se han sumado asociaciones de manteros de varias ciudades de España. Jai Jagat busca aglutinar a todo tipo de asociaciones de base en una campaña de no violencia cuyo signo más visible será una marcha en 2020 desde Nueva Delhi (India) a Ginebra (Suiza), secundada por otras acciones públicas en lugares de especial relevancia en lo que respecta a la defensa de los derechos humanos, como la frontera sur de España. «Me daba vergüenza estar ahí, escuchando las historias de sus vidas diarias, que ellos contaban con toda naturalidad. Me avergonzaba oír que estas cosas estén pasando en España con este grado de impunidad», afirma Fuks.
Muy significativo fue, para ella, que manteros de toda España se la jugaran para venir a Madrid a participar en el encuentro, a pesar de que «sabían que les podían estar esperando en Atocha o en la [estación de autobuses de] Avenida de América para pedirles los papeles y acabar en un CIE».
Todo ello da la medida del espíritu de lucha y del carácter emprendedor de un colectivo que quienes trabajan a pie de calle con sus miembros, coinciden en ponderar por su «carácter pacífico» y por «la fuerte solidaridad» que existe entre ellos. «Siempre tienen un plato de comida y un sofá a disposición de quien lo necesita», aunque eso los obligue a hacinarse todavía un poco más en los pisos que comparten entre varios para poder pagar el alquiler, destaca una trabajadora social del barrio madrileño de Lavapiés. Jóvenes que, pese a la precariedad con la que viven en España –añade–, «se las arreglan para enviar cada mes algo de dinero» a los familiares que han dejado atrás en su país de origen.