Las encuestas disparan los nervios de los partidos en Andalucía
Juan Marín toma posiciones y asegura que cualquier gobierno en Andalucía pasa por Ciudadanos; Moreno tensa al PP y Susana Díaz muestra tranquilidad
Las respuestas que dan los ciudadanos ante un encuestador no es exactamente la misma que la que eligen ante las urnas cuando llegan la ocasión pero tienen la enorme virtud de poner nerviosos a los líderes políticos. La encuesta publicada este lunes por ABC sobre las preferencias electorales de los españoles, que podrían dejar de votar mayoritariamente a PP y PSOE, ha desatado una auténtica tormenta política en Andalucía.
Y eso a pesar de que desde todos los rincones del PSOE se han empeñado en transmitir de diferentes maneras que no contemplan un adelanto electoral en Andalucía donde gozan de estabilidad, presupuesto y, lo más importante, no tienen con quien romper. En el año 2015, Susana Díaz mantenía un acuerdo de Gobierno con Izquierda Unida, un pacto que firmó con Valderas pero que se torció cuando entró en juego Antonio Maíllo. Los encontronazos continuos con el entonces socio terminaron por minar el Gobierno y Susana Díaz, en cuanto vio la oportunidad —y antes de que despegase Podemos— adelantó las elecciones. Pero las circunstancias ahora son diferentes porque no tiene ni siquiera un acuerdo en el Parlamento con Ciudadanos, lo que significa que podría seguir gobernando aún con Juan Marín en contra.
Por si acaso, fuentes del Gobierno andaluz transmiten que Susana Díaz se siente fuerte, tranquila, con un Gobierno que funciona y con un discurso coherente. Pero, desde luego, tiene en cuenta las encuestas que muestran que el PSOE federal subiría pero el andaluz todavía lo haría más. Los socialistas suelen manejar muchos datos de encuestas que mantienen activas durante casi todo el año y este momento político, desde luego, no es ninguna excepción.
El más feliz con lo que dibuja la encuesta es, desde luego, Juan Marín. El líder de Ciudadanos en Andalucía dejó claro ayer que está dispuesto a marcar la agenda política en este último año de Legislatura con dos asuntos que son clave para sus intereses: la reforma de la Ley Electoral de Andalucía y la limitación de mandatos. Además, de insistir en el Empleo y la Ley de Formación Profesional.
Juan Marín no sólo se sitúa en el centro sino que, además, deja claro que no tiene ningún socio preferente. «Cualquier posible Gobierno en Andalucía ya pasa por Ciudadanos», aseguraba ayer. La formación naranja trabaja con la casi certeza de que tras las próximas elecciones —que corresponderían en marzo de 2019— se sentará en el Consejo de Gobierno. Es más, han deslizado en alguna ocasión que su consejería más deseada sería la de Sanidad.
Pero ya llegarán los tiempos de los pactos y los acuerdos y, mientras tanto, desde el PP ya han identificado que la formación naranja es su enemigo a batir. Juanma Moreno insiste una y otra vez en que Susana Díaz convocará elecciones anticipadas en cuanto le salgan los números en las encuestas, un argumento que, al menos, le sirve para tensionar a sus militantes a los que quiere a pleno rendimiento para
tratar de parar la sangría de votos que está viendo en su partido. Moreno iniciaba el curso político en una reunión en la sede regional de su partido asegurando «no hay más alternativa, o la presidenta es Susana Díaz o es Juanma Moreno», una frase que repetirá hasta la saciedad de aquí en adelante.
El líder de los populares quiere también cerrar cuanto antes las crisis provinciales que mantiene abiertas en Sevilla, Jaén y Granada, y por eso pidió ayer a Rajoy que en marzo estén elegidos todos los candidatos a las alcaldías.
En una situación más que delicada está también Podemos. Con el liderazgo tambaleante de Pablo Iglesias, Teresa Rodríguez reivindica su derecho a confluir con Izquierda Unida ya que tanto ella como Antonio Maíllo están convencidos de que es el mejor camino electoral. Pero parece que la unión de ambos no será tan fácil ni tan dulce como se anunciaba aunque todavía queda mucho camino por recorrer y muchas asambleas que celebrar a uno y otro lado de la confluencia.