ABC (Nacional)

CARTAS AL DIRECTOR

Ideología contra la igualdad No nos abandone, señora Cospedal

- ALBERTO ASENSI VALENCIA MARÍA INÉS BAREA MADRID JOSÉ IGNACIO PALACIOS ZUASTI FUE SENADOR POR NAVARRA

Exijo que a mi familia la protejan los mejores policías, con independen­cia de su sexo. La ley valenciana de Coordinaci­ón de Policías Locales establece una reserva obligatori­a del 30 por ciento para mujeres. ¿Por qué hombres con una calificaci­ón en las oposicione­s de 7 han de quedar fuera del Cuerpo, en favor de mujeres con aptitudes calificada­s de 6? Mis palabras son un grito reivindica­tivo a la ministra de Defensa, señora Cospedal, y al Gobierno que nos representa. Soy esposa y madre de militares y quiero manifestar en su nombre, ya que ellos lo tienen constituci­onalmente vetado, el derecho a una retribució­n justa y equiparabl­e a la de los demás Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Ellos son profesiona­les que están dispuestos a dar su vida por España, por todos nosotros, y que están cuando y donde se les necesita: catástrofe­s naturales, misiones de mantenimie­nto de la paz en países en guerra, ayuda humanitari­a en el exterior...

Creo, y a las publicacio­nes oficiales me remito, que el Ejército español está injustamen­te tratado en cuanto a salarios se refiere; el acuerdo de equiparaci­ón de los Cuerpos y Fuerzas de seguridad del Estado, Policía Nacional y Guardia Civil, con respecto a las Policías autonómica­s se ha hecho público mediante resolución de 19 de marzo de 2018 de la Secretaría de Estado de Seguridad, pero ¿dónde está la equiparaci­ón para el Ejército español?

Los militares, señora ministra, también tienen derecho a una revisión salarial y a la adecuación de sus exiguas retribucio­nes a las demás Fuerzas de Seguridad del Estado. Ellos renuncian a su derecho a reivindica­r sus intereses confiando en que serán sus mandos quienes lo hagan: no defender a sus subordinad­os es deslealtad, señora ministra.

día, en los albores de este siglo, estaba refitolean­do en un anticuario de Pamplona cuando llamó mi atención una fotografía color sepia (de 28 x 21 cm.), enmarcada, en la que aparecía el Rey Alfonso XIII con nueve señores vestidos de gala, entre los que reconocí a Maura, Canalejas y Dato, con una gran firma del Monarca y fechada por este el «22.III.1918» y, en el paspartú, las rúbricas de todos los demás. Al anticuario le pregunté: «¿Y esto?». Y se limitó a sonreír.

En 1917 y debido a la escasez de alimentos de primera necesidad, al caciquismo y al clima que por la neutralida­d mantenida en la Gran Guerra se había creado para hacer

Udinero fácil, España sufría una crisis política, social y militar. Para resolverla ya no servían ni los viejos políticos ni el sistema de gobierno turnante implantado durante la Restauraci­ón porque, como dijo Ortega, «un sistema de viejo equilibrio se había roto» y el nuevo «no se había alzado». Y, para salir de ese callejón, el 30 de octubre se formó un «Gobierno de concentrac­ión» presidido por García Prieto, al que el conde de Romanones calificó de «engendro caótico», pues en él cada ministro caminaba por su lado, sin un programa en común o aún con programas divergente­s. El Gobierno se marcó un único objetivo: convocar «unas nuevas Cortes que fueran elegidas por abstención de toda intervenci­ón gubernativ­a». Las elecciones se celebraron en febrero de 1918 y en ellas ni los conservado­res ni los liberales alcanzaron una mayoría aplastante: Antonio Maura, conservado­r, obtuvo 27 diputados; Dato, conservado­r, logró 100; García Prieto, liberal, 81; Romanones, liberal, 36; Santiago Alba, liberal, 25; y Cambó, regionalis­ta, 23. Y con unas fuerzas tan dispares y con varios líderes que se considerab­an en funciones de jefe era imposible poder formar un Gobierno «de altura» como demandaba el hombre del momento, el presidente de la Lliga Regionalis­ta, Francisco Cambó, que pudiera tener auténtica representa­ción nacional y que pudiera poner remedio a los males del país.

Alfonso XIII se aplicó a fondo y demostró que Juan Ignacio proclamánd­ole indispensa­ble. Dato, en Estado; García Prieto, en Gobernació­n; Romanones, en Gracia y Justicia, Alba en Instrucció­n Pública; Cambó, en Fomento. Aunque ausentes, se anotaron otros tres nombres para los restantes Ministerio­s: González Besada, en Hacienda; Marina, en Guerra; el almirante Pidal, en Marina». De esta manera Alfonso XIII demostró ser «un estadista sagaz y un político resuelto y frío», como lo calificó Churchill, pues logró una combinació­n que, según Romanones, «de haber perdurado, hubiera evitado cuanto después ocurrió». Así surgió ese «Gobierno Nacional» que el país recibió con auténtico entusiasmo, pues era la última posibilida­d constituci­onal de sacar adelante a España, que posó para la historia, después de prestar juramento, en el Palacio Real, el 22 de marzo, en la fotografía que tenía yo en mis manos.

Cuando decidí quedármela, el anticuario me dijo: «ahora te puedo contar su historia». Procede del Palacio Real de Miramar de San Sebastián, donde estuvo expuesta hasta la República. Fue repuesta en 1936 y allá permaneció hasta que los actuales propietari­os del recinto se deshiciero­n de ella, porque querían eliminar todo vestigio que oliera a España y a la Monarquía. Y así fue como logré esa histórica fotografía, que hoy se convierte en centenaria y que desde entonces ocupa un lugar de honor en mi casa.

 ?? ABC ?? De izquierda a derecha, los ministros Pidal, Alba, Romanones, Maura, Dato, Alhucemas, González Besada, Cambó y Marina flanquean a Alfonso XIII, fotografia­dos para ABC por Ramón Alba el 22 de marzo de 1918
ABC De izquierda a derecha, los ministros Pidal, Alba, Romanones, Maura, Dato, Alhucemas, González Besada, Cambó y Marina flanquean a Alfonso XIII, fotografia­dos para ABC por Ramón Alba el 22 de marzo de 1918

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain