TIERRA HOSTIL
EL PIRINEO ES LA MUSA DEL ÚLTIMO PROYECTO DE JAVIER VALLHONRAT, UN VIAJE DE ALTA MONTAÑA QUE EXPLORA LAS INCERTIDUMBRES DEL QUE FUE FOTÓGRAFO TERRIBLE DE LA MODA EN LOS 80.
V ulnerabilidad, imprevisibilidad, naturaleza, frustración, gratitud. Son las palabras que le vienen a la mente a Javier Vallhonrat cuando explica su proyecto Interacciones para el Museo de la Universidad de Navarra. El fotógrafo, que en los 80 fue uno de los mejores fabricantes de sueños de las revistas de moda (dentro y fuera de España), hace dos décadas que explora territorios más personales. En esta exposición, en Pamplona hasta octubre, su pasión por la montaña le llevó a adentrarse durante cuatro años en el Pirineo, bajo el prisma del Vizconde Joseph Vigier, un aventurero francés que en 1853 inmortalizó el macizo de la Maladeta, en Huesca. “Mi proyecto nace del encuentro con dos fotografías insólitas de este autor que se adelanta a su época. Era un hombre heterodoxo, pionero, único. Con su obra habla de su experiencia, de lo que se encuentra en su recorrido. Al principio solo quería poner los pies donde Vigier había posado la mirada. Quería bajar de los ojos a la pisada”, explica Javier. Más tarde, la cosa se complicó. “Había días en los que consultaba hasta siete páginas meteorológicas para intentar adelantarme al tiempo, hasta que un científico de la AEMET me explicó que su profesión consiste en predecir lo impredecible. Me gustó esa idea e incorporé la incertidumbre a mi trabajo, la falsa sensación de control en la que vivimos, como también la vulnerabilidad, la fragilidad frente a esa realidad física que te supera cuando estás en mitad de la montaña. Que es inconmensurable. Todo cambió. Tuve que ralentizar mi mirada, gestionar la frustración. La cordillera me impuso un tempo más lento”, confiesa. (continúa en la pág. 176)