CASA ON THE ROCKS
EL ESTUDIO GILBARTOLOMÉ ARQUITECTOS HA COLGADO SOBRE LA COSTA GRANADINA UNA INGENIOSA VIVIENDA RESPETUOSA CON EL PAISAJE. SUS FORMAS ORGÁNICAS CUBIERTAS DE ZINC PROLONGAN EL MAR EN LA TIERRA.
Un joven matrimonio madrileño, enamorado de la escarpada costa granadina, se propuso levantar su refugio vacacional en una difícil parcela volcada sobre el Mediterráneo. Había que salvar un desnivel de 420 integrando la construcción en el paisaje. Pablo Gil y Jaime Bartolomé, fundadores de Gilbartolomé Arquitectos, obraron el milagro. La Casa del Acantilado queda enterrada en la montaña, oculta bajo una gran lámina curva de hormigón armado forrada artesanalmente por cientos de escamas de zinc. Este sistema se adecuaba mejor a la orografía del terreno y era más económico que otros más estandarizados. “Es muy común pensar que es mejor y más barato trabajar con productos y procesos industrializados, pero nosotros preferimos apostar por la calidad y la excelencia de la mano de obra. El trabajo de profesionales de diferentes disciplinas, incluída la construcción naval o las artes escénicas, consigue resultados únicos a un mejor precio”, concluyen. El interior, con una temperatura constante todo el año, se divide en dos plantas. La de abajo está ocupada por un gran salón de 150 m2 que sigue la pendiente de la ladera, formando pequeñas terrazas, como si de un teatro encaramado al horizonte se tratara. El espacio se abre a un voladizo sobre el vacío en el que se encuentra la piscina. En el segundo piso, las habitaciones quedan escondidas bajo la cubierta ondulada que recuerda a la espuma de las olas al romper en las rocas. El mar en la tierra. www.gilbartolome.com
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Los 150 m2 de la planta baja, abierta a una terraza voladiza con piscina, pueden configurarse como auditorio para 70 personas. Los muebles fueron diseñados ex profeso para la vivienda. Dcha., la cubierta de hormigón encofrado ha sido forrada con cientos de escamas, fabricadas artesanalmente a partir de bobinas de zinc. En la otra página: La Casa del Acantilado se encarama al mar desde una parcela inclinada 420.
Jugando con la GEOMETRÍA del terreno,
la arquitectura crea una deliberada AMBIGÜEDAD entre
lo natural y lo ARTIFICIAL.
Artesanía, minimalismo cálido, funcionalidad, estética, sentido común, materiales nobles, suavidad, cercanía con la naturaleza, respeto por las formas. Son algunas de las palabras que definen al diseño escandinavo; al de antes, del que Arne Jacobsen, Tapio Wirkkala, Finn Juhl, Eero Aarnio o Eero Saarinen fueron increíbles representantes, y al de ahora, plagado de nuevos nombres y editoras punteras como Hay, Muuto, Normann Copenhagen, Hem, Swedese... Pocas zonas del mundo dan para tanto en cuanto a mobiliario se refiere. Quizá la clave esté en el final de la Segunda Guerra Mundial y en el inicio de un mundo diferente, más democrático, en el que Europa quiso redefinirse a sí misma, quién lo diría, con conceptos como solidaridad y estado de bienestar. Y en eso los nórdicos se llevaron y se llevan la palma. Aquellos jóvenes exploradores de los 40, 50 y 60 aprovecharon el impulso vital de su generación, y el apoyo de sus gobiernos,
para crear las sillas y mesas de una nueva sociedad, objetos más simples, menos sofisticados y al alcance de todos. Tal vez el concepto comunitario, cero individualista, de la gente del Norte, los herederos de los vikingos y los primeros godos, ayudó. Cincuenta años después del boom, una nueva oleada de diseñadores cuarentañeros está invadiendo las firmas internacionales. Hablamos de Monica Förster, que ha convencido a gigantes italianos del diseño como De Padova o Cappellini con sus sofás o butacas impecables, pero también de la perfección de Anderssen & Voll para Magis o Muuto, la calidez y belleza del danés Simon Legald, ligado a la historia de Normann Copenhagen, las piezas del noruego Lars Beller Fjetland, que tiene muchos pájaros (de madera) en la cabeza, la energía de Note Design para editoras con ganas como La Chance y la pasión por la innovación punk de Färg & Blanche. Sus piezas responden a sensibilidades diferentes, pero tienen, creemos, algo en común, en realidad lo mismo de siempre, herencia de una filosofía de vida compartida: sensibilidad, sentido común, un equilibrio nada precario entre la estética y la comodidad, la belleza y
Desde arriba, lámpara Cloche para Wrong for Hay, y silla Touchwood para Hem, como los pajaritos Turned, la lámpara Pianissimo y la mesita Maya. Arriba, Lars con taburete para Discipline y mesa Solid para Normann Copenhagen. la utilidad, lo hecho a mano, los materiales naturales y la industria, representada por nuevos monstruos como Muuto o Hay, que apoya a diseñadores locales en un círculo de talento que se retroalimenta, y en el que están incluidas las grandes escuelas de la zona, como la Royal Danish Academy of Fine Arts o la Konstfack de Suecia. Cuando les preguntamos a sus protagonistas, sin embargo, las palabras recurrentes son innovación y tecnología, aunque también honestidad. “El diseño escandinavo ha sido tradicionalmente humanista, lleno de experiencias táctiles, enfocado en lo ergonómico. Solía estar inspirado y dictado por el encuentro emocional y físico entre los hombres y los objetos —nos cuenta Lars Beller—. Los creadores de ahora no tenemos nada que demostrar ni nada que ganar, y esa es la mejor receta para la innovación, justo lo que la industria está buscando”, concluye. “Si hay alguna cosa que nos une es el carácter infantil, de exploración –opinan los chicos de Note Design–. Mirando lo que hacen las marcas en Suecia,
Los jóvenes herederos de
diseñan SAARINEN Y JACOBSEN objetos cálidos, honestos y atrevidos.
Emma y Fredrik con sus butacas Emma para Gärsnäs como, a la dcha., la silla Emily. Taburete de la serie Kilts. Bandeja multicolor y frutero cisne para Svenkst Tenn, Bowls para Zanat y butaca M para Arflex Japan. Dinamarca y Noruega casi todo son muebles soft, blandos, tranquilos. El minimalismo está ahí, pero solo de fondo. Los objetos pequeños, además, tienen cada vez más importancia. Para Saarinen y compañía solo existían las sillas, las lámparas, las mesas...”. Según Emma Blanche, una de las mitades de Färg & Blanche, el tema tiene más que ver con los materiales. “Es la manera en la que trabajamos con ellos, nuestra pasión por transformarlos. La mezcla entre artesanía, simplicidad y tecnología es lo que nos define”. Mónica Förster añade: “Creo que el trabajo que hago en mi estudio está muy ligado con la estética y la historia escandinava, no necesariamente por las formas o el uso de la madera y el metal. Cada vez que inventamos una pieza, nos preguntamos el porqué de cada paso, lo que hay detrás. Si no hay respuesta, no hay diseño. Es la esencia del minimalismo y de la sencillez nórdica”. Concordamos.
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