Zaha futuro vio el
La primera vez que pisé un interior creado por Zaha Hadid no pude evitar que un escalofrío recorriera mi espina dorsal. Era 2005, y la arquitecta más famosa, visionaria y tozuda de la historia inauguraba su primer interior, la planta 1 del ‘Hotel Silken Puerta América’ en Madrid. Recién aterrizaba yo en AD para preparar su lanzamiento y estaba muy interesado en conocer nuevas maneras de vivir (todavía sigo así), y aquella visita me pareció de ciencia ficción. Zaha dispuso sus formas orgánicas nada más salir del ascensor en un distribuidor iluminado por un serpenteante ‘chandelier’ con luz de colores. También las suites, en blanco o en negro a elección, mostraban sus superficies ondulantes formando muebles, y me hicieron sentir que levitaba. En los baños casi tenía que avanzar con las manos delante para evitar chocarme con las paredes. Tal fue el ‘shock’ que semanas después me alojé en el hotel y elegí los dormitorios de Arata Isozaki, en la planta 10, y su placentero minimalismo japonés. Hoy me arrepiento. Ahora que ya no está, he vuelto allí para fotografiar el reportaje ‘Querida Zaha’ y me he reconciliado con su especial manera de concebir el hábitat. He absorbido su credo estético, aquel que descubrimos cuando nos abrió su casa en el número 25 de AD. Cristal de colores, muebles ‘space age’, jarrones como sus edificios, pureza máxima... En ese universo que ella nos adelantó se puede vivir (y muy bien). Sobre todo con los nuevos diseños que acabo de ver en la feria de Milán y que brillarían como diamantes dentro de una de sus creaciones. Estoy convencido: el futuro es Zaha.
“El único capricho que nos dimos fue conocer la Fondazione Prada de Rem Koolhaas. Epatante”, describe Isabel. También nos dan envidia y pareja de hecho profesional, que inmortalizaron y hasta durmieron en la granja del interiorista Gregory Mellor en Sudáfrica. “Desayunar
Isabel, Enric y Pablo, epatados en Milán. Pete Bermejo Montse Garriga, Javier Salas, Damián Ortega