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DANDY MODERNO CRÓNICAS DE UN “¿Por qué justo a mí tenía que tocarme ser yo?”, le dijo Felipe

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a Mafalda durante una mala tarde. Pienso exactament­e lo mismo que el personaje de Quino pero al contrario. Soy tan afortunado que no me merezco, reflexiono observando esta maravilla de toalla 100% algodón de Hermès que acaba de aterrizar en mi cuarto de baño. Felin se llama la fiera de mi tigre, que no podía ser más glamouroso ni pedir más a gritos una escapada primaveral a Ibiza. Las 7 p.m., observo en mi reloj Saxonia Moon Phase de A. Lange & Söhne, una joya de oro rosa con la que es muy difícil bajar de la luna. En cualquier caso ya es hora de asomarme a Photoespañ­a y a la tienda de la Gran Vía de Loewe, no vaya a ser que me pierda las imágenes más bellas de las últimas décadas. Lucia Moholi, cien años más tarde. Así se titula la muestra, que empieza con un retrato de Walter Gropius y termina con un estriptis de la Bauhaus al completo (metafórica­mente hablando, claro) y conmigo (espero) tomándome >

una copa de Pazo de San Mauro, un albariño afrutado con notas cítricas y florales que me tiene loco. Para la ocasión, cero excesos y mucha clase: unos pantalones Alpha Khaki azules a la cadera de Dockers y unas New Balance 009 aerodinámi­cas con las que me iría caminando hasta el fin del mundo, si no fuera porque mi prima Alejandra y su nuevo Jaguar XF, más cómodo que los modelos anteriores e igual de fardón, me esperan en la acera. Ale llega divina y divinament­e pintada con una de las sombras de ojos Les 4 Ombres, Tissé Particulie­r de Chanel de un azul intenso de infarto, un collar geométrico de alta bisutería de Uterqüe y, para rematar, un cronómetro Royal Oak Offshore Diver de Audemars Piguet en amarillo chillón, la versión sport del icónico modelo, que me hizo babear de envidia. “Impecable que es una”, me suelta tras informarme de que, después de disfrutar de la intelectua­lidad alemana de los años 20, me toca acompañarl­a a la presentaci­ón del primer todocamino compacto híbrido de Toyota, el RAV4. “¿Desde cuándo me secuestras para cosas de trabajo?”, le pregunto un poco por hacer tiempo y otro poco por coquetear (que a mí los volantes me gustan casi tanto como las primas). “Desde que te interesa el arte, tonto”, me contesta ella igualmente vacilona. Pues que empiece la fiebre del sábado noche, aunque sea miércoles, que ya son horas. (continuará) n

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