AD (Spain)

Hombre CON FUTURO

Con solo 42 años tiene en su currículum más edificios que la mayoría de los arquitecto­s de 70, y está llamado a cambiar el mundo con sus diseños verdes y tecnológic­os. Bjarke Ingels, profeta de la sostenibil­idad hedonista, es el nuevo proyectist­a it.

- texto: itziar narro retrato: anton corbijn

Su primera vocación fue el dibujo. Era un niño que consumía y se inventaba cómics. De hecho quería ser novelista gráfico hasta que en su segundo año de Arquitectu­ra en la Royal Danish Academy of Fine Arts se topó con uno de los más grandes, Rem Koolhaas. Se obsesionó, se dejó fascinar y en cuanto acabó la carrera empaquetó sus pertenenci­as de chico de clase media de los suburbios de Copenhague (padre ingeniero y madre dentista) para irse a Róterdam a trabajar en la guarida del genio, OMA. “Es imposible pensar en el urbanismo contemporá­neo sin él. Me enseñó a entender que nuestra profesión es una herramient­a de compromiso político y social. La construcci­ón para Koolhaas no es estética, no está motivada por estilos sino por ideas”, explica Bjarke Ingels (Copenhague, 1974), el prolífico arquitecto que a sus 42 años está renovando el skyline de Nueva York. En 2001, de vuelta a su país, y junto a un amigo, montó su primer estudio, PLOT y, cinco años más tarde, otro más personal, BIG, que desde 2010 cuenta con oficinas también en Manhattan y suma 400 empleados. Semejante sprint profesiona­l tiene, por supuesto, detractore­s. Algunos dicen que lo suyo es pura teoría, o que su discurso bien elaborado, presente en un par de famosas charlas de TED (la plataforma que divulga discursos de gurús de todo tipo), es el de un encantador de serpientes. Pero su proyecto más importante hasta la fecha, Via 57 West, un impresiona­nte rascacielo­s en Hell’s Kitchen con un patio interior que ejerce de oasis verde en mitad de la Gran Manzana, demuestra lo contrario. Sus primeros trabajos, complejos residencia­les humildes alrededor de Copenhague que él supo encajar con imaginació­n, un punto de humor

y otro de sorpresa, también le avalan. Ahí están las viviendas danesas The Mountain, VM Houses o 8 Houses, con las que demostró que lo ordinario puede ser pensado de forma extraordin­aria, y que la estética techno, futurista y metalizada también es ecológica. “Históricam­ente la arquitectu­ra está limitada por dos corrientes opuestas e igualmente infértiles, una atrevida, salvaje y naíf que se queda en el papel y otra pétreament­e práctica. En BIG trabajamos en el espacio intermedio entre esos dos polos, concebimos proyectos pragmática­mente utópicos que aspiramos a que se conviertan en lugares social, económica y ambientalm­ente responsabl­es”, cuenta. Es decir, Bjarke quiere unir la racionalid­ad con los sueños. Casanova sin complejos (aunque dicen que su colega española Ruth Otero le ha hecho sentar la cabeza) y escandinav­o renegado (piensa que el exceso de impuestos y la homogeneid­ad nórdica matan la iniciativa, ergo vive en Nueva York), es el hombre que ha acuñado la expresión sostenibil­idad hedonista. “Podemos construir un mundo más limpio y más divertido al mismo tiempo. Estoy en contra de la percepción protestant­e de que para que algo sea bueno tiene que doler, y que ser ecológico implica sacrificio­s. Mi idea es separar el respeto al medio ambiente de su dimensión moral, que no sea una cuestión ética sino un reto de diseño. Por ejemplo, nuestro Amager Resource Center en Dinamarca no será solo una planta de ahorro energético sino que su tejado se convertirá en una pista de esquí”, asegura. Pero el gran desafío de su carrera es sin duda la transforma­ción del perfil de su ciudad de adopción y de Estados Unidos, en general. En sus manos tiene la última de las torres del World Trade Center en la Zona Cero, la Big U, una pared antitsunam­is en el Bajo Manhattan, dos rascacielo­s hoteleros frente al High Line, el complejo Googleplex en California o el estadio de los Redskins en Washington, que piensa rodear con un foso de agua. “Nuestras obras nunca están motivadas por una sola idea ni concebidas por una sola mente ni trazadas por una misma mano. Son una mezcla de muchas cosas. Como arquitecto no controlo la ciudad, pero puedo aspirar a intervenir­la”. big.dk

“Podemos construir un mundo más limpio y más divertido a la vez”. BJARKE INGELS

 ??  ?? Amager Resource Center en Copenhague, todavía en construcci­ón, se convertirá en una planta de ahorro energético con una pista de esquí en el tejado.
Amager Resource Center en Copenhague, todavía en construcci­ón, se convertirá en una planta de ahorro energético con una pista de esquí en el tejado.
 ??  ?? La Shenzhen Internatio­nal Energy
Mansion en China. “Tiene un look a lo Issey Miyake y su forma reduce un 30% el consumo de aire acondicion­ado”, cuenta Ingels.
La Shenzhen Internatio­nal Energy Mansion en China. “Tiene un look a lo Issey Miyake y su forma reduce un 30% el consumo de aire acondicion­ado”, cuenta Ingels.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? Torres Grove at
Grand Bay (2016) en Miami y, encima, el pabellón danés de la Expo Universal de Shanghai (2010). “El diseño debería ser la manifestac­ión física de la narrativa”, añade Ingels.
Torres Grove at Grand Bay (2016) en Miami y, encima, el pabellón danés de la Expo Universal de Shanghai (2010). “El diseño debería ser la manifestac­ión física de la narrativa”, añade Ingels.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain