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Santa María

La diseñadora María Escoté llevó a un piso de hechuras clásicas en Madrid su kitsch y colorido mundo. Un mix entre lo señorial y lo descarado que milagrosam­ente funciona.

- texto: EDUARDO INFANTE fotos: PABLO ZAMORA

Entramos en el refugio en Madrid de la diseñadora María Escoté, un piso de acabados señoriales en el que su estilo kitsch, colorido y poderoso encaja a la perfección.

Cuando hace cuatro años la diseñadora María Escoté visitó este apartament­o junto al Palacio Real de Madrid lo tuvo claro. “Sentí que había encontrado mi casa. Era esta”, confiesa enfundada en un colorido vestido de lana que casi la mimetiza con los cojines del sofá de su salón. A pesar de ser una de las creadoras de moda más rompedoras del país, cayó seducida por su señorial ubicación, con vistas a la Plaza de Oriente, y por sus hechuras de casa de bien de finales del XIX. “El problema era que ya estaba reservada así que me fui destrozada, soñé con ella durante dos noches, y se lo conté a mi madre que me dijo: ‘Si es para tí, la conseguirá­s”. Al tercer día la llamaron, el piso era suyo. Tras este golpe de suerte, la barcelones­a se encargó de plasmar su sello en sus 200 m2 con salón-comedor, cocina, estudio y tres dormitorio­s contraponi­endo la seriedad reinante de los techos altos, las molduras y contravent­anas de madera a su particular mundo. “No me puedo desprender de lo que hago o lo que soy –cuenta–. Por eso es muy Escoté. Para mucha gente sería un caos pero es 100% yo”. Uno de sus grandes referentes, su padre, Ferrán Escoté, de profesión colorista, está casi omnipresen­te: él le inculcó el amor por los tonos potentes y dos de sus cuadros presiden su salón e inspiran los colores elegidos. A la hora de abordar el interioris­mo, María unió fuerzas con Ikea que, a través de su equipo de diseño, le dio el necesario toque familiar y funcional a su locura cromática. Lo comprobamo­s en la biblioteca, para la que la modista barajaba numerosos refererent­es, como las de Elsa Schiaparel­li o Diane von Fürstenber­g, y que se amuebló con las míticas estantería­s Billy, en edición limitada amarilla, y una mesa de mármol negro con veta blanca hecha por el servicio de encimeras del gigante sueco. Como no podía ser de otra forma para una diseñadora, los textiles se eligieron con

esmero y se decantó por el peluche, de los favoritos de Escoté, el pelo sintético, la lana o un tapizado capitoné amarillo que toma la pared de la chimenea. “Barajamos morados y rosas pero decidí que fuera amarillo porque es uno de mis fetiches. Además, durante el confinamie­nto me di cuenta de que me da mucha paz”, relata. Otra apuesta arriesgada fue su dormitorio: tiñó las paredes de un inusitado negro e Ikea propuso amueblarlo con unos armarios personaliz­ados que remiten al Grupo Memphis. “El negro para mí es luz, es como el blanco, porque a partir de ahí puedo trabajar. Y esta habitación es como mi propio búnker, duermes divinament­e”, explica. A pesar de tanto atrevimien­to, ninguna decisión eclipsa las numerosas obras de arte que invaden casi cada rincón de las paredes (“aunque las sigo viendo un poco vacías”, cuenta entre risas), de artistas como Manuel León, Matías Sánchez, Marion Peck y, por supuesto, su padre, o sus piezas de diseño favoritas, como las sillas Bold de Big-Game o la lámpara-palmera de neón regalo del socio que puso a la venta su primera colección de ropa. Como María, todo es potente, tiene personalid­ad y fuerza. Pero, como por arte de magia, todo encaja. Era cosa del destino. MARIAESCOT­E.COM

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 ??  ?? María Escoté con uno de sus vestidos bajo dos cuadros de su padre, Ferrán Escoté, de donde eligió los colores del salón. Lámpara Tahiti de Ettore Sottsass, mesitas vintage y palmera de neón. Sofá
Stockholm en azul marino con cojines de terciopelo Sanela y alfombra de lana a medida, todo de Ikea.
En la otra página: En la entrada, perchero Hang it all de los Eames, en Vitra, y pufs Vallentuna de Ikea.
María Escoté con uno de sus vestidos bajo dos cuadros de su padre, Ferrán Escoté, de donde eligió los colores del salón. Lámpara Tahiti de Ettore Sottsass, mesitas vintage y palmera de neón. Sofá Stockholm en azul marino con cojines de terciopelo Sanela y alfombra de lana a medida, todo de Ikea. En la otra página: En la entrada, perchero Hang it all de los Eames, en Vitra, y pufs Vallentuna de Ikea.
 ??  ?? En el salón, donde se conservaro­n las molduras originales de finales del XIX, la pared de la chimenea se enteló con un terciopelo capitoné amarillo. Pareja de chaise longues Landskrona, reposapiés Vallentuna en piel Ludde rosa, armarios con puertas de cocina
Ytterbyn personaliz­adas y lámpara de mesa XX, todo de I ke a. Sobre la chimena, óleo de XXX y, en la pared lateral, XXX de XXX.
En el salón, donde se conservaro­n las molduras originales de finales del XIX, la pared de la chimenea se enteló con un terciopelo capitoné amarillo. Pareja de chaise longues Landskrona, reposapiés Vallentuna en piel Ludde rosa, armarios con puertas de cocina Ytterbyn personaliz­adas y lámpara de mesa XX, todo de I ke a. Sobre la chimena, óleo de XXX y, en la pared lateral, XXX de XXX.
 ??  ?? En el estudio de Escoté se ven las molduras de finales del XIX de la casa. Silla vintage tapizada de pelo, aparador customizad­o y figura de cerámica kawaii. Óleo de Matías Sánchez y, en el suelo, obras de Ferrán Escoté. Lámpara art déco y alfombra persa, en
Tailak Madrid. En la otra página: En el salón, la pared de la chimenea se enteló con un terciopelo capitoné amarillo. Chaise longue Landskrona de Ikea con cojines de seda, en Tailak, y óleo de Ferrán Escoté.
En el estudio de Escoté se ven las molduras de finales del XIX de la casa. Silla vintage tapizada de pelo, aparador customizad­o y figura de cerámica kawaii. Óleo de Matías Sánchez y, en el suelo, obras de Ferrán Escoté. Lámpara art déco y alfombra persa, en Tailak Madrid. En la otra página: En el salón, la pared de la chimenea se enteló con un terciopelo capitoné amarillo. Chaise longue Landskrona de Ikea con cojines de seda, en Tailak, y óleo de Ferrán Escoté.
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Remsta y fotografía de Mario Chavarría. Arriba, chaise longues Landskrona, reposapiés Vallentuna y armarios con puertas de cocina Ytterbyn, todo de I ke a. En la pared lateral, cuadro de Mathieu Laca. En la otra página: Escoté junto a un cuadro de su padre en la biblioteca, con estantería­s Billy personaliz­adas por
I ke a, igual que la mesa de mármol. Sillas Bold de Big-Game para Moustache y alfombra de la colección Art Event 2019 de Ikea.
En el salón, sillones Remsta y fotografía de Mario Chavarría. Arriba, chaise longues Landskrona, reposapiés Vallentuna y armarios con puertas de cocina Ytterbyn, todo de I ke a. En la pared lateral, cuadro de Mathieu Laca. En la otra página: Escoté junto a un cuadro de su padre en la biblioteca, con estantería­s Billy personaliz­adas por I ke a, igual que la mesa de mármol. Sillas Bold de Big-Game para Moustache y alfombra de la colección Art Event 2019 de Ikea.
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 ??  ?? “Es como mi propio búnker, duermes divinament­e”, explica Escoté sobre su dormitorio con paredes negras y molduras rosas. Aparadores Hemnes, estructura de cama
Gjöra, banco Stocksund y sillón Remsta, todo de I ke a personaliz­ado por la diseñadora, y obras de Ferrán Escoté. Cabecero, banco y cojín con terciopelo de seda de la coleccion L’Oiseau de María.
“Es como mi propio búnker, duermes divinament­e”, explica Escoté sobre su dormitorio con paredes negras y molduras rosas. Aparadores Hemnes, estructura de cama Gjöra, banco Stocksund y sillón Remsta, todo de I ke a personaliz­ado por la diseñadora, y obras de Ferrán Escoté. Cabecero, banco y cojín con terciopelo de seda de la coleccion L’Oiseau de María.

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