Una aventura por fuera... y por dentro
“Tengo que decir que mi viaje de adopción, tal vez porque siguió a un momento de gran dolor, fue emocionante y alegre. Recuerdo que me sentí como si el tiempo se moviera muy lentamente. ¡Solo quería al bebé en mis brazos! Y tan pronto como la tuve en ellos, supe que estaba destinada a ser mía”, se deshace Ann Hood. El viaje emocional y físico que la escritora inició en 2005, junto a su hijo Sam y su marido Lorne, marcó un nuevo comienzo en su vida. La luz entró de nuevo en el seno de una familia apagada por, quizás, el suceso más terrible de todos: la pérdida de un hijo. Lo más duro del proceso de adopción fue la larga espera. “Y después, cuando recibimos la notificación, la foto de Annabelle con su pequeño suéter de color rosa. A pesar de que solo tuvimos que esperar unas seis semanas antes de viajar a China, la espera fue más difícil aún”, confiesa Ann. ¿Y el momento más dulce...? “Cuando la pusieron, por primera vez, en mis brazos...”. La repuesta sale de inmediato, no hay un instante de duda. Un año exacto duró su aventura. Fue entonces cuando un avión los devolvió a casa. A la ida, iban tres. A la vuelta, una familia de cuatro, y muy feliz.
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1. “Annabelle y yo, el verano pasado, de vacaciones en Italia. Ella, con nueve años”. 2.“Mi marido y yo nos hacemos una foto en un puente cada vez que viajamos. Nos recuerda lo lejos que hemos ido juntos y lo que aún nos queda por recorrer”. 3. “La primera foto de Annabelle que nos enviaron desde el orfanato”. 4.” Nuestra nueva familia. Estamos en el hotel, preparándonos para volver a casa”. 5. “Mi hijo Sam y yo en el avión, rumbo a China, para traer a Annabelle”.
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