Esmeralda Moya y Carles Francino pasean por la ciudad para hablar de su nuevo trabajo.
Un chico de un pueblo Tarragona y una señorita de barrio que ha viajado por medio mundo han terminado cruzando sus caminos en la capital de España. Quedamos con Carles y Esmeralda para pasear la ciudad que ha visto cumplir sus sueños y donde los dos actores esperan poder celebrar el éxito de su primer trabajo juntos.
Ella es de Madrid. Él no. Él sueña con escapar a su pueblo de Tarragona en cuanto tiene dos días libres. Ella recuerda la amarga soledad que sentía cuando su carrera de modelo la llevó a vivir a Nueva York, París, Milán y Londres, y la alejó de Madrid, de su hogar. Ambos actores representan dos formas distintas de vivir en la capital, y una sola de quererla. Además, este otoño, Esmeralda Moya y Carles Francino nos invitan a caminar por el Madrid del siglo XIX de la mano de la serie de televisión
Víctor Ros (La 1), ficción en la que Francino da vida a una especie de Sherlock Holmes a la española y Esmeralda se mete en la piel de su amor imposible. ¿Quién mejor que ellos para llevarnos de visita guiada por la capital? En esta ocasión, además, les acompañamos a pasear por sus recuerdos, a descubrir qué les enamora de esta ciudad y a qué tienen fobia en esta gran urbe.
Laboral y personalmente, Madrid corre por vuestras venas. ¿Os conocisteis aquí?
Carles Francino: No, nosotros nos conocimos en Málaga, durante la celebración de su festival de cine. La verdad es que conectamos enseguida y nos pusimos a hablar sin parar. Bueno, ella más que yo... [risas].
Esmeralda Moya: Nos presentaron y esa misma noche yo ya te había buscado cita con mi fisio. ¿Recuerdas?
C: Es verdad. Tiempo después, cuando me dijeron que ella también estaba en el proyecto de Víctor Ros, me hizo una ilusión tremenda. Trabajar con una amiga a la que además admiras es impagable. La incorporación de Esmeralda a la serie tiene, además, una historia muy bonita detrás.
E: Sí, es cierto. Justo el mismo día que hice la prueba para el papel de la protagonista femenina de la serie, ¡me enteré de que estaba embarazada! Era un proyecto muy ilusionante y temía perder un papel tan apetecible, claro. Pero la vida tiene sus plazos y te va marcando el ritmo. Al final, tuve una suerte increíble ya que el rodaje se retrasó diez meses y así pude tener a mi bebé antes de que comenzara la grabación de la serie.
¿Te incorporaste al trabajo nada más dar a luz?
E: Bueno, tuve un mes de recuperación desde que nació el bebé. Perdí once kilos en dos semanas con mucha fuerza de voluntad y sin una dieta específica: simplemente me dediqué a comer sano y a beber mucha agua.
C: La verdad es que fue una recuperación increíble. Me ha encantado trabajar con ella, hay que tener en cuenta que al ser una miniserie de seis capítulos, todo se condensa. Tuvimos casi tres meses de trabajo intensivo, de lunes a sábado, y Esmeralda, que era una mamá muy reciente, nos ha demostrado de qué estaba hecha.
E: Muchas gracias, Carles. La verdad es que cuando estás en un ambiente tan bueno y creyendo en lo que haces, tienes toda la motivación que necesitas para eso y mucho más. Es un sentimiento que creo que compartimos todos los que formamos el equipo.
C: Durante el rodaje había la sensación de que todos remábamos en el mismo sentido. Con muchas ganas de trabajar, de que todo saliese bien, ¡de que sea un éxito! Estudió Sociología y, aunque el mundo del periodismo le tentó en su momento –su padre es el reconocido periodista radiofónico Carles Francino–, él reconoce que siempre ha tenido clara su vocación de ser actor. Carles Francino llegó a Madrid con ganas de demostrar al mundo que lo suyo era la interpretación, y lo ha logrado a través de algunos de los títulos más emblemáticos de la pequeña pantalla: Hospital central, Bandolera y Punta Escarlata son las series que le han dado fama. Después de varias incursiones en el mundo del teatro y alguna pequeña intervención en películas, este otoño se convertirá en el actor de moda de la mano de un detective demasiado moderno para la época, en la serie Víctor Ros, y un nuevo sacerdote que llega a las tramas de la exitosa serie de TVE Águila Roja.
Actriz vocacional y madre todoterreno, Esmeralda Moya siempre ha sabido cuál era su meta en la vida. Después de trabajar como modelo en medio mundo y protagonizar campañas y portadas de numerosas revistas, Esmeralda regresó a Madrid decidida a estudiar Ar te Dramático. Aquel esfuerzo le cundió y hoy es una de las actrices con mayor proyección del panorama nacional. La hemos visto dando vida con soltura a la baronesa Thyssen en el
biopic que hizo Telecinco sobre Tita Cer vera, así como colarse entre la familia Bravo en Tierra
de Lobos. Esta joven de Torrejón de Ardoz prepara su gran salto de la mano de la joven aristócrata a la que encarna en la serie Víctor Ros. Además, Esmeralda es muy activa en las redes sociales, donde confiesa poder pasar hasta cinco horas seguidas.
Carles, tú no eres de Madrid... Cuéntanos, ¿qué te trajo hasta esta ciudad?
C: Yo soy de pueblo y me vine a Madrid en 2007, por motivos laborales, para trabajar en la serie Hospital
Central (Telecinco). Fue curioso, porque en aquella época mi padre [Carles Francino, el famoso periodista de la Ser] vivía aquí, así que estuvimos compartiendo piso una temporada larga. Sus horarios de la radio y los míos de recién llegado a la capital eran muy diferentes. En realidad casi ni nos veíamos: él se levantaba a las dos y media de la madrugada y yo había noches en que me acostaba a esa hora. Ahora ya no vivo con él, pero guardo muy gratos recuerdos del barrio de Retiro, el primero que conocí de Madrid. Ahora, llevo ya ocho años viviendo aquí. Para mí, es mi ciudad de acogida, donde tengo grandes amigos y donde llevo una vida que me encanta.
¿Y para ti, Esmeralda?
E: Yo nací en Torrejón de Ardoz [una población del norte de la Comunidad de Madrid] y sigo viviendo allí. Soy una chica de barrio y me encanta la vida que llevo: pasear por las calles en las que me he criado, hacer deporte en los parques de siempre... Lo bueno que tiene vivir en una ciudad de los alrededores es que tienes el Madrid más auténtico, el castizo, histórico y donde bulle la gran urbe, a unos minutos en coche. Han sido muchos años los que he estado fuera: he vivido en medio mundo, he visto sitios espectaculares, conocido culturas impresionantes... y me siento ciudadana del mundo, pero siempre he llevado en mi corazón el lugar donde nací. Tantos años alejada de aquí me han hecho querer, apreciar y valorar más esta ciudad: la verdad es que no deseo vivir en otro sitio.
¿Cambiaríais algo de la ciudad si pudierais?
C: No está en mi mano cambiarlo, pero sí que cuando estoy aquí hecho de menos el campo y zonas al aire libre.
E: ¡Totalmente de acuerdo! Lo que menos me gusta de Madrid es que en algunas zonas no hay carril bici.
¿Dónde llevaríais a alguien que viene por primera vez? Decidme vuestro local favorito, por ejemplo.
E: Cualquiera del Madrid de los Austrias me sirve, me gustan todos... Pero si tengo que elegir un lugar especial para mí, sería la Chocolatería de San Ginés: guardo grandes recuerdos y me encuentro como en casa.
C: En mi caso, María Pandora. Fue mi primer bar en Madrid y le guardo un cariño excesivo. Creo que ese local es básico en mi vida. Es una champanería-librería que está justo enfrente de la arboleda de los jardines de Las Vistillas, donde se celebra la verbena de la Paloma.
Para ser catalán te noto muy castizo, Carles.
C: No, no... En realidad soy muy de pueblo y por eso, confieso, huyo a Tarragona cada vez que puedo. Allí, en mi
pequeño pueblo [Altafulla, donde se rodó la serie Punta
escarlata], en la casa en la que me crié y viví hasta los doce años, y en el entorno que me vio crecer, me siento mejor que en ninguna otra parte del mundo. Es mi ancla, necesito volver de vez en cuando. No hay que perder las raíces.
E: Es lo que comentaba antes, cuando estás fuera ‘de casa’ echas de menos tu sitio.
CARLES FRANCINO
EL HIJO PRÓDIGO
ESMERALDA MOYA
DE MODELO A ACTRIZ REVELACIÓN