AS (Aragon)

6-0 de Nadal en el primer set y 4-0 en el tercero

- NACHO ALBARRÁN LA CRÓNICA

Rafa Nadal se alió con los dioses de Roma para levantar el título en el Foro Itálico por octava vez en su décima final allí. Lo hizo ante el único jugador que parece en condicione­s de relevarle algún día, Alexander Zverev, en un partido que estuvo dos veces parado por capricho de la meteorolog­ía durante casi una hora: 6-1, 1-6 y 6-3 en 129 minutos de juego.

El español, rey de la tierra, también lo fue del cielo, porque el Dios de la Lluvia le echó una mano cuando peor pintaba el partido para él, con empate a un set, 3-2 para el alemán y un break en contra. Al volver a la pista, Nadal era otra vez Nadal, con ideas para endosarle a su enrachado rival un 4-0 y celebrar la victoria 357 de su carrera en Masters 1.000. Con ella, además, recuperó de nuevo el número uno que retenía Roger Federer, ausente en la arcilla.

Hoy comenzará la semana 174 de su tiranía, y llegará en el trono a Roland Garros. Justo por debajo de él, como segundo favorito, estará Zverev, que cerró tres semanas maravillos­as con dos títulos (Múnich y Madrid) y la final romana donde no pudo revalidar el éxito de 2017. Entonces ganó a Novak Djokovic. Meses después se deshizo de Federer en la de Montreal y ayer estuvo cerca de derribar al coloso que se le resiste, Nadal. El trofeo conquistad­o por el balear es el 78 de su carrera (adelanta a John McEnroe), el 56 en tierra batida y el 32 en la segunda categoría de torneos. Una pasada.

El partido fue una montaña rusa, con un primer set que arrancó con rotura para Zverev y continuó con un parcial de 6-0 para Rafa. El teutón, sin energía, enviaba golpes cortos que llegaban a placer a la raqueta de Nadal, que minimizó los errores (4) y dominó en la red (8/8).

Pero las tornas cambiaron en el segundo parcial. Zverev profundizó con su revés y el de Manacor falló más. Todo le funcionaba al joven tenista (21 años) de Hamburgo. Así volteó el marcador. La tercera manga empezó con 2-0 para él. Pero llegó la lluvia. Con 1-3, primera parada de 11 minutos. A la vuelta, acortó Nadal y segunda interrupci­ón, ahora de 48. El parón perjudicó al alemán, pleno de ritmo. Nadal enjugó la diferencia y no cedió. Movió con sabiduría a su rival y aplicó la fuerza que había recuperado en el descanso obligado, un buen respiro a sus 31 años. Otra vez divino y victorioso.

Parciales

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