Alonso, confianza total en 2018: “Cero dudas”
El piloto asturiano acabará en buena sintonía con Honda y no ve con reparos los problemas de fiabilidad del fabricante francés
No, no, la verdad es que nuestras últimas carreras con Honda están siendo normales, hay un buen ambiente, vamos a hacer la foto todos juntos y todo está bien”, decía un portavoz de McLaren en la puerta de la caseta de la escudería británica en el circuito de Interlagos ante la pregunta de si ingleses y japoneses están como Renault y Toro Rosso. Acababa de pasar por allí Cyril Abiteboul, el jefe de los franceses, que caminaba con cara de pocos amigos y el gesto torvo después de tener una conversación animada con Helmut Marko. Hay que decir que en plena parrilla, justo antes de la carrera, se repartían sonrisas el francés, el austriaco y Christian Horner. Así es este universo de la F1. Así es este mundo. Pero, en fin, parece que no, que Honda y McLaren van a acabar como amigos. Honda y Alonso, también, aunque veamos y leamos palabras cruzadas entre unos y otros. Como la advertencia del asturiano a Toro Rosso para el próximo año, cuando llevarán motores japoneses, como si no estuvieran sufriendo en este final de temporada con Renault.
Pero si de la marca del rombo se trata, esa que hizo feliz al bicampeón y a toda España en una época jamás olvidada, Alonso no tiene ninguna duda, al contrario, todo es esperanza y optimismo. “Renault es uno de los mejores motores, probablemente, y en los últimos diez o doce años ha sido el motor más exitoso de la Fórmula 1. Tengo cero dudas”, respondió el genio astur cuando le preguntaron por la fiabilidad del propulsor galo.
La confianza del español viene porque no es difícil mejorar lo actual, y aunque es cierto que Honda ha ido mejorando durante el año, la evolución de Renault ha sido mucho mayor, No hay más que ver los resultados de Red Bull este año.
En cualquier caso, Alonso seguirá admirando la cultura japonesa, pero espera con ansiedad el momento de probar el motor Renault mientras también piensa en Francia, en un pueblo que huele a gasolina y madrugada llamado Le Mans.