AS (Baleares)

Himno a LaLiga

Cumple 90 años y merece el agradecimi­ento de la luz que aporta

- JUAN CRUZ

De todos LaLiga nos familiariz­ó con pueblos, ciudades, voces y gritos de gol

Rafael Alberti nació con el cine…, y con el fútbol. Cantó al fútbol, por la belleza de las paradas de Platko. Y fue de los que vieron a Zamora helado de frío en la competició­n que se inventó para convertir aquel juego que venía de Inglaterra en un espectácul­o reglado que se hizo famoso gracias a la radio.

Juan Cueto, que le dio una vuelta al modo de ver LaLiga en televisión, hasta convertir el fútbol en un fenómeno de la cultura, dijo que él había nacido con “la infamia” de la televisión. Pero él fue un profeta: sin la televisión, sin aquel modo de convertir el fútbol en un doble espectácul­o, el del campo y el de las ondas, LaLiga no hubiera sido el espectácul­o múltiple que es hoy.

Pues LaLiga es el fútbol, y ya el fútbol, su esencia y su circunstan­cia, es un fenómeno informativ­o que le hurta su sitio, en prepondera­ncia, en abundancia, a todo tipo de informació­n, incluida la política.

Yo, modestamen­te, nací cuando LaLiga tenía veinte años; LaLiga había atravesado, como Alberti, por cierto, las guerras y otras circunstan­cias, había asistido a la aterida época de Zamora y a los exilios civiles a los que este país difícil sometió a su ciudadanía. Era parte importante de la historia, pero se rehízo, es decir, se hizo de nuevo sobre la base de un juego de interés infinito.

Quienes nos aproximamo­s a él hace más de medio siglo, LaLiga nos familiariz­ó con ciudades y pueblos, con voces vecinas o lejanas, con gritos de gol que venían de las Gaunas o del Metropolit­ano. Todos esos nombres y esos acentos nos venían de la Sevilla de Juan Tribuna o de los aledaños de aquel estadio viejo del Atlético desde donde Martín Navas contaba qué hacía Ben Barek, o de las míticas voces de Bilbao o de Valencia o de Alicante o del mundo.

Me hice del fútbol, y del Barça, gracias a la radio que venía de Barcelona, porque en mi barrio tinerfeño se escuchaba mejor la sintonía catalana. Y allí, con el hilo de la antena entre mis dedos para darle calor y sintonía, fui una persona del mundo, un niño feliz con fútbol. Pero mi emisora fue luego el Carrusel de Vicente Marco, y por ahí supe de Kubala y de Vergés, y asistí, contrito casi siempre, pero feliz algunas veces, a las batallas que Gento alentaba para que Di Stéfano, con una facilidad divina, metiera el balón, ay, en la puerta de aquel ilustre heredero de Zamora, el cariaconte­ncido Antonio Ramallets…

LaLiga tiene noventa años. Merece el himno feliz de muchas generacion­es, el agradecimi­ento de quienes sobrevivim­os tiempos oscuros gracias a la luz del fútbol. El fútbol hizo a este país más grande, nos dio a conocer islas y barrios y pueblos y voces, y eso que parece una anécdota o una circunstan­cia tuvo y tiene una importanci­a decisiva en la difícil juntura que necesitó entonces y necesita esta ceñuda piel de toro que se encuentra en el fútbol para competir y para darse un abrazo. Viva el fútbol, larga vida a LaLiga. Está tan juvenil y pletórica que nadie diría la edad que As dice que tiene.

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