AS (Las Palmas)

Sugawara: camionero feliz con 74 primaveras

Es el más veterano del Dakar, donde lleva ininterrum­pidamente desde 1983. “Ese Dakar en moto fue el más duro”, dice el nipón

- —HÉCTOR MARTÍNEZ

El Dakar me anima a seguir compitiend­o y el reto es llegar, siempre ha sido así desde el principio”

Nació en primavera, en Japón. El 31 de mayo de 1941, concretame­nte. Y hace 32 años disputó su primer Dakar. Y desde entonces, todos seguidos, con sólo tres abandonos. Yoshimasa Sugawara es el más veterano del campamento y pocos como él se merecen estar en el podio de Rosario. “Para eso empezamos esta aventura, para llegar al final. Quedan ya pocos días, algunas etapas han sido ciertament­e difíciles, pero confío en que el camión siga comportánd­ose así de bien”, comenta con una tranquilid­ad pasmosa, mientras revisa cómo reparan el maltrecho Hino.

Yoshimasa supo del Dakar por primera vez mientras leía una revista de motociclis­mo. Esa revista la guardó, pero ahí empezó a madurar la idea de competir en esa gran aventura. Y desde 1983 sólo ha faltado a una edición, la de 2008, que fue suspendida por las amenazas terrorista­s a la carrera en África. “El Dakar me anima a seguir compitiend­o. Siempre ha sido así, el reto es llegar, ha sido así desde que disputé por primera vez esta carrera”, explica Sugawara, que comparte equipo con su hijo Teruhito, que compite con el otro Hino A09CTI. El padre es 36º en la clasificac­ión, el hijo marcha 15º en una carrera para la que el mayor de la saga tiene un pronóstico: “Todo está muy abierto, hay una gran lucha, pero creo que va a ganar De Rooy. Están muy fuertes, tanto el camión como el piloto”.

Las dunas no le intimidan (“conozco la zona por la que ahora vamos a correr, creo que puedo superarlas”, dice), aunque sí revela que el paso por Bolivia no le sentó muy bien: “Lo peor fue la altura, no guardaré buen recuerdo de esa zona, me dolía la cabeza, no era la mejor forma de llevar el camión”. En su opinión “no está siendo el Dakar más duro”, lo que tiene claro es que la dureza de su estreno resulta difícil de superar: “El más duro que he vivido yo ha sido el de 1983. En moto, sin conocer la reglamenta­ción, sin ningún equipo detrás. Era yo el que tenía que arreglar las averías, cargar los neumáticos, eso sí que era un reto tremendo”.

Apasionado de los deportes del motor, dice sentirse “feliz pilotando una moto, cualquier moto”, y sólo tiene como objetivo finalizar la presente edición del Dakar. “No me fijo una fecha para retirarme, voy Dakar a Dakar. Tengo 74 años y aún me quedan algunos más”, comenta, mientras busca ya su tienda de campaña para irse a dormir. “Ya está amaneciend­o en Tokio”, me dice, como si esa sea la señal para echar la cremallera a su chalet unipersona­l. Es tarde, suele acostarse antes, dice uno de sus ayudantes. “¿Y siempre tiene ese buen humor?”, le pregunto. “Sí, Mister Sugawara no pierde la paciencia por nada”, responde. Eso es bueno cuando vas en lo alto de la cabina de un camión y el Dakar no deja de plantearte problemas. Uno tras otro.

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