El VAR nos roba la esencia del directo

El derbi fue el partido más raro de mi vida. Tanto que hubo un momento que no me enteraba de nada: todo era confusión, todos mirando el móvil para ver qué estaba pasando. Cada uno decía una cosa. Penalti dentro o fuera del área, fuera de juego, falta al inicio jugada... de locos. Un desconcierto total. Nada era seguro, todo se revisaba y siempre había que esperar en cada jugada. Pensé: “Si hay gol, ojo con gritarlo demasiado y volverte loco, que nada es seguro”.

El VAR perjudica gravemente al espectador en el estadio. Ya no vive el directo, todo se ha diferido unos instantes. En contadas ocasiones puedes cantar gol con tranquilidad. El VAR nos roba, en ocasiones, la esencia del fúbol, que es cantar el gol. Pablo Aguado Milicua

Madrid