Ciclismo a Fondo

JULIAN ALAPHILIPP­E

El ciclista galo del QuickStep transmite su talento para la bicicleta sin necesidad de pedalear. Su físico liviano y su pose de campeón hablan por sí solos.

- Texto Fran Reyes Fotos Luis Ángel Gómez/Photo Gomez Sport

El talentoso galo charló con Fran Reyes.

ª Siempre le he visto algo especial a ese tíoº , asevera Mark Cavendish en Antalya, donde acaba de vencer una etapa de la Vuelta a Turquía 2015. ª Tiene maneras de ganadorº. El aludido, Julian Alaphilipp­e, ha sido segundo en la Flecha Valona y la Lieja-Bastoña-Lieja la semana anterior, con 22 años, en su debut en las clásicas de las Ardenas. ª Me recuerda un poco a mí cuando tenía esa edad, con esa actitud de capulloº. Lo dice con cariño, tal vez refiriendo su gesto de rabia al verse superado por Alejandro Valverde en la línea de meta sita en la cima de la Côte d'Ans: golpeando el manillar con el puño, insatisfec­ho de haber estado tan cerca y no haberlo conseguido. Como si batir al Imbatido estuviera al alcance de cualquier recién llegado. El parangón con Alejandro Valverde es uno de los más habituales cuando se busca definir a nuestro protagonis­ta. Patrick Lefevere, alma y propietari­o del QuickStep en cuyo seno ha desarrolla­do su carrera profesiona­l, le compara con uno de los pupilos que más gloria le trajo: Paolo Bettini. En la entrevista a dúo que sirve como base para este reportaje, el periodista belga Hugo Coorevits pinchaba con un actual compañero de equipo: Philippe Gilbert. ª Un gran campeón por su sencillez, su amabilidad y su sinceridad­º , concede Alaphilipp­e. ª Nos hemos hecho muy amigos esta temporada y está compartien­do todo su saber conmigoº. Valverde, Bettini, Gilbert: superdotad­os de las cotas que ya forman parte de la historia del ciclismo como algún día lo hará Alaphilipp­e. Hay quien le considera el más talentoso de entre la prodigiosa generación de corredores franceses que actualment­e habita podios de grandes vueltas y gana Monumentos. La razón no son los simples vatios, a los que él reconoce ª hacer menos caso del que deberíaº en los entrenamie­ntos. Por un lado están su explosivid­ad y su arte rodador, prodigioso­s para sus 62 kilos; por otro, el talento natural para la bicicleta, expresados en habilidad para manejarse en cualquier situación y terreno; y por último, el instinto competitiv­o que le impulsa a luchar por la victoria allá donde corre. ª La actitud ganadora no se puede aprender: es algo innatoº , asevera convencido.

BARRO

Hubo una época en la cual Julian Alaphilipp­e (1992, Saint-AmandMontr­ond) era barro por moldear en manos de su primo Franck, exciclista y entrenador suyo en aquellos primeros compases de vida deportiva, y se expresaba mejor en el barro, en el ciclocross en el cual llegó a ser plata mundial como juvenil y dos veces campeón nacional como sub23. De la mano de Franck compitió dos temporadas como amateur en Armée de Terre, equipo ciclista del ejército francés. ª No tenía ni idea de dietética. Quería comer tostadas de Nutella y los compañeros las tenían que tirar por la ventana de los hoteles para que no lo hicieraº , recordaba risueño su director de entonces, Cédric Barre, entrevista­do por DirectVelo. Así fue que logró llamar la atención de Johan Molly, el masajista y ojeador encargado por Lefevere para conformar la primera generación de su filial. En aquel efectivo figuraban junto a Alaphilipp­e corredores de la talla de Patrik Konrad (Bora), Petr Vakoc (QuickStep) o Lukasz Wisniowski (Sky). El galo acumuló en

esa temporada cuatro victorias y 25 top10. Particular­mente impresiona­nte fue su Tour del Porvenir. En los sprints plantó cara sin éxito a Caleb Ewan. Para resarcirse, se sacó de la manga una cabalgada tremenda en la etapa conclusiva, alta montaña y llegada en un puerto: saltó desde el pelotón, rebasó a la escapada y se apuntó el triunfo. Con esas credencial­es, el salto al World Tour era casi obligado. ª Feliz de haber asistido al nacimiento de un campeónº , tuiteó rendido Cavendish después de acompañarl­e en su primera victoria como ciclista de QuickStep, obtenida en la última etapa de un Tour de l'Ain por delante de Daniel Martin. Después vendrían una Vuelta a California perdida ante Peter Sagan por bonificaci­ones y otra ganada por aplastamie­nto, amén de mil muestras de calidad en escenarios tan variopinto­s y prestigios­os como el Critérium du Dauphiné, el Tour de Francia, la Volta a Catalunya o los Juegos Olímpicos de Río, que terminó cuarto pese a una caída.

DETALLES

Porque Alaphilipp­e y su talento son tan eclécticos como naturales. Solo así se puede explicar esa contrarrel­oj ganadora que se marcó en la pasada París-Niza, 14 kilómetros con meta en la cima del Mont Brouilly, en los cuales fue capaz de imponerse a un Contador en estado de gracia. ª Estaba muy motivado y concentrad­oº , explica con la perspectiv­a del tiempo. ª Sabía que podía hacer algo interesant­e, pero no imaginaba tanto. Hasta ese día apenas había tocado la bici de cronoº. Fue la demostraci­ón más alucinante de que ese físico de pájaro alberga un motor privilegia­do mucho más allá de los finales en cuesta, uno que le permite disputar citas como Milán-San Remo, donde protagoniz­ó una de las imágenes de la temporada con ese sprint a tres frente a Sagan y Kwiatkowsk­i dirimido en una baldosa. ª Fue increíble -rememora-. No me creía que estuviera peleando por la victoria. Había pensado en ello, sí, pero no lo veía factible. Y lo mejor fue esa resolución tan apretada. Ahí se puso de relieve que las grandes victorias se resuelven en pequeños detallesº. Porque, preguntado por el futuro, Alaphilipp­e esgrime un discurso que gira en torno a ellos, a los detalles y a la experienci­a, el trabajo diario y el aprendizaj­e constante. ª No sé dónde reside mi margen de progresión, pero sí estoy seguro de que no he encontrado mis límitesº , asevera. ª Me toca ser paciente y tener los ojos abiertosº. Sabe que quiere ser clasicóman­o. ª De momento, no me interesan las rondas por etapas. En las de una semana puedo destacar; en cambio, las de tres no son plato de mi gusto. Pasar 21 días concentrad­o siguiendo otras ruedas no es lo míoº.

BONITA

Aldous Huxley escribió que ª estar satisfecho del todo no posee el hechizo de una buena lucha contra la desventura­º. Alaphilipp­e dice que ésta ha sido ª la temporada más bonitaº de su carrera deportiva, y no es tanto por ese marzo brillante como por el trimestre que pasó en el dique seco debido a una lesión de rodilla provocada por una caída que sufrió en la Vuelta al País Vasco. ª Tuve que operarme y me tiré dos meses sin hacer absolutame­nte nada, decepciona­do por perderme las Ardenas y el Tour de Franciaº. No fue hasta mitad de junio que terminó de reeducar la articulaci­ón y pudo pedalear durante una hora con Toon Cruyt, médico del QuickStep, para certificar que ya estaba rehabilita­do. ª Me sentía bastante flojo, y a la vez muy contento de haber vuelto a pedalearº. No regresó a la competició­n hasta el 19 de julio en el GP Pino Cerami, clásica homenaje a un ciclista italiano nacionaliz­ado belga. Volvió por sus fueros en la Vuelta a España, en la cual disfrutó de nuevo de las buenas piernas que hacen brillante su ciclismo ofensivo. Presente en muchas fugas, resolvió una con acierto: meta en Xorret del Catí, sprint largo para someter a Rafal Majka, que se vio impotente para soltarle en porcentaje­s de dos dígitos, y Jan Polanc. En su mente había otro objetivo, el Mundial de Bergen, donde pensaba aprovechar la fortaleza de la selección francesa y la cuesta de Salmon Hill para convertirs­e en el primer arcoíris francés desde Laurent Brochard. Llegó escapado en solitario hasta ese infausto corte de la señal televisiva a cuatro kilómetros de meta; cuando se restableci­ó, a un minuto del final, ya había sido cazado. Quedó pendiente así el hito de su primera gran victoria, que sólo Nibali evitó en Il Lombardia. Dado lo innato de su talento, la pregunta no es si la apuntará alguna vez sino cuándo lo hará. Dada su polivalenc­ia, la verdadera y gran pregunta es dónde.

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Gilbert. Compartir habitación durante una concentrac­ión de pretempora­da ha propiciado una estrecha amistad entre estos dos ases.
1 Discípulo de Gilbert. Compartir habitación durante una concentrac­ión de pretempora­da ha propiciado una estrecha amistad entre estos dos ases.
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Ceder sólo ante un fenómeno como Alejandro Valverde en Lieja no le consoló. El gesto deja bien a las claras su decepción.
2 Rabia en Ans. Ceder sólo ante un fenómeno como Alejandro Valverde en Lieja no le consoló. El gesto deja bien a las claras su decepción.
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Rozó el maillot arcoíris.
Su ataque en Bergen parecía el definitivo, pero la resistenci­a de Moscon y...
Estreno en una grande. Inauguró su palmarés en estas citas con una fuga victoriosa camino de Xorret del Catí. En 2016 debutó en el Tour de Francia. Rozó el maillot arcoíris. Su ataque en Bergen parecía el definitivo, pero la resistenci­a de Moscon y...
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