Clio Historia

El asesinato de la familia del ZAR y el tesoro del LAGO BAIKAL

- POR JAVIER MARTÍNEZ-PINNA

TRAS EL ASESINATO DE LA FAMILIA DEL ZAR NICOLÁS II, SUS RIQUEZAS FUERON TRANSPORTA­DAS EN EL TREN TRANSIBERI­ANO. SIN EMBARGO, SOLO PARTE DE LAS RIQUEZAS LLEGARON A LA CIUDAD DE KAZÁN, EL RESTO SE PERDIERON IRREMEDIAB­LEMENTE EN LAS AGUAS DEL LAGO BAIKAL. ¿ES POSIBLE RECUPERARL­AS?

APRINCIPIO­S DEL SIGLO XX, LA SITUACIÓN EN RUSIA ESTABA MARCADA POR UNA EVIDENTE AGITACIÓN SOCIAL provocada por las múltiples contradicc­iones internas de un estado, en el que aún seguían combinándo­se elementos feudales, especialme­nte en el ámbito agrario, y un incipiente desarrollo industrial. El estado zarista, a pesar de los tímidos intentos de reforma, mantenía una estructura típica del Antiguo Régimen, viéndose incapaz de solucionar los graves problemas de una población cuya situación se convirtió en desesperad­a como consecuenc­ia de la grave crisis económica, pero también por las derrotas militares y, finalmente, por el aumento de la oposición política en la que tendría un papel protagonis­ta el partido bolcheviqu­e.

La conjunción de estos factores adversos fue determinan­te para que germinase un ambiente revolucion­ario, que terminó estallando en febrero del año 1917, poniendo fin al reinado de Nicolás II, cuyo trágico destino marcará el inicio de una nueva etapa en la historia de Rusia.

EL ÚLTIMO ROMANOV

Tras la caída del último Romanov se estableció una república burguesa, formándose un gobierno provisiona­l, en el que tuvo un importante papel Alexander Kerensky, del Partido Social Revolucion­ario, el cual ordenó retener a la familia imperial bajo arresto domiciliar­io.

A pesar del empeño del nuevo gobierno, las dificultad­es por las que atravesaba Rusia no parecían tener fácil solución, y fue en este contexto cuando se produjo el triunfo de los bolcheviqu­es dirigidos por Lenin, con quienes se terminaría imponiendo por primera vez la dictadura del proletaria­do, seguido por el inicio de una Guerra Civil que enfrentó a las fuerzas de la oposición contra el temido Ejército Rojo bolcheviqu­e, dirigido por Trotsky.

Ajeno al horror provocado por el inicio del conflicto, Nicolás II apuraba los últimos momentos de su vida, viendo como su propia familia y sus leales sirvientes eran constantem­ente torturados por los miembros más radicales de la cheka de Ekaterinbu­rgo, hasta ser brutalment­e asesinados por orden de Lenin el día 18 de julio de 1918.

Tras la matanza protagoniz­ada por los hombres del Ejército Rojo (el propio zar observó con sus propios ojos cómo sus hijas eran salvajemen­te masacradas a bayonetazo­s por los comunistas), las fuerzas contrarrev­olucionari­as decidieron hacerse con el tesoro de los zares para esconderlo en un lugar seguro, y poder financiar con él la creación de un nuevo, y más fuerte, imperio ruso.

EXPEDICIÓN SIN RETORNO

Al frente de esta operación se puso el prestigios­o almirante Aleksandr Kolchak, el cual no tardó mucho tiempo en demostrar su valía al organizar una expedición. Para llevar a cabo esta empleó a sus mejores hombres, los cuales lograron hacerse con una gran parte de las riquezas de la Rusia imperial con la intención de trasladarl­as hasta la ciudad de Irkutsk, cercana al lago Baikal, desde allí pondrían rumbo hacia el este para alcanzar las costas del Pacífico, en donde el oro de los zares podría, al fin, descansar a salvo.

Lo que nunca pudieron imaginar los hombres de Kolchak fue la asombrosa aventura en la que se convirtió su largo y penoso viaje, por uno de los medios más hostiles de nuestro planeta.

Durante muchos meses, los soldados del Ejército Blanco se vieron obligados a avanzar lentamente por las tierras heladas del interior ruso,

Tras la matanza protagoniz­ada por los hombres del EJÉRCITO ROJO, las fuerzas contrarrev­olucionari­as decidieron hacerse con el tesoro de los zares para esconderlo en un lugar seguro, y poder financiar con él la creación de un nuevo imperio ruso.

soportando unas temperatur­as que podían llegar hasta los 45 grados bajo cero, mientras hacían todo lo posible por atravesar los densos bosques de la taiga siberiana y superar las colosales montañas graníticas que se interponía­n en su camino.

A todo ello se le unió la presión continua que sobre ellos ejercieron los ejércitos bolcheviqu­es, muy superiores en número, por lo que Kolchak ordenó que el convoy del tesoro estuviese en todo momento custodiado por las unidades más preparadas de la caballería zarista, la cual se tuvo que emplear a fondo para repeler los continuos ataques del Ejército Rojo, hasta llegar totalmente exhausta hasta la ciudad de Omsk, en donde protagoniz­ó su último sacrificio al contener, por última vez, la brutal embestida de las fuerzas comunistas. Mientras los suyos cargaban el magnífico tesoro, compuesto por miles de cajas y sacos repletos de oro y piedras preciosas en uno de los trenes del Transiberi­ano, la gran línea ferroviari­a rusa de más de 9.000 kilómetros de extensión, que conectaba Moscú con la lejana Vladivosto­k.

EL TREN COMO PROTAGONIS­TA

Rápidament­e los hombres de Kolchak se pusieron en movimiento, tratando de alejarse de la implacable persecució­n del ejército soviético, pero esta larga travesía no iba a resultar nada sencilla, porque en los últimos meses la fuerza de los ejércitos contrarrev­olucionari­os había ido perdiendo posiciones como consecuenc­ia de las suspicacia­s presentes entre todas las facciones que lo formaban.

Por su parte, la influencia del Ejército Rojo no dejaba de incrementa­rse, imponiendo su voluntad por la práctica totalidad del territorio ruso. Las unidades antibolche­viques eran consciente­s de su manifiesta inferiorid­ad, por eso sabían que su única oportunida­d era atravesar el lago Baikal para poder asentarse en un lugar neutral y lejos de la influencia comunista.

De este modo se inició una épica carrera entre los enemigos de la revolución y sus perseguido­res. Una y otra vez, el tren fue víctima de los reiterados ataques de la caballería cosaca, pero la determinac­ión de sus defensores, consciente­s de que luchaban por su propia superviven­cia, hizo creer que al final se produciría el milagro. Ya a lo lejos pudieron divisar las heladas aguas del Baikal, pero desgraciad­amente los soldados del Ejército Rojo se habían adelantado, logrando destruir el paquebote Ankara, un gigantesco transborda­dor utilizado hasta ese momento para embarcar los trenes del Transiberi­ano y transporta­rlos lentamente hasta la otra orilla del lago.

Consciente­s del peligro en el que se encontraba­n, y de lo cerca que estaban de su objetivo, los contrarrev­olucionari­os decidieron jugárselo el todo por el todo. En vez de aminorar la marcha, pusieron la locomotora a toda velocidad con la intención de atravesar el Baikal, recorriend­o una estrecha vía que a modo de vertiginos­o desfilader­o bordeaba las orillas del mismo.

Fue en ese momento cuando se produjo la fatalidad, porque la estructura de la vía no pudo resistir el peso de un tren que corría hacia

Una parte del tesoro fue recuperada por los soldados bolcheviqu­es y trasladada a la ciudad de Kazán, pero el resto SE PERDIÓ IRREMEDIAB­LEMENTE BAJO LAS AGUAS DEL LAGO BAIKAL, cuya profundida se estima en los 1.680 metros.

su perdición. Este inmediatam­ente descarriló en mitad de un puente para precipitar­se contra las gélidas aguas de un lago que desde ese momento se convirtió en su tumba.

Poco después, Kolchack fue capturado por las tropas bolcheviqu­es para ser inmediatam­ente fusilado sin un juicio previo, pasando a formar parte de la larga lista de víctimas del nuevo orden comunista.

EL TESORO

Llegados a este punto, cabe preguntarn­os por el destino del enorme tesoro que supuestame­nte viajaba en las entrañas de este tren de la red transiberi­ana. Una parte del mismo fue recuperada por los soldados bolcheviqu­es para ser trasladada inmediatam­ente hasta la ciudad de Kazán, pero el resto se perdió irremediab­lemente bajo las aguas del Baikal, cuya profundida­d se estima en los 1.680 metros, lo que hizo imposible cualquier intento por recuperar esta ingente riqueza valorada por la National Geographic en más de 20.000 millones de dólares.

Durante muchos años el régimen comunista hizo todo lo posible por obtener alguna pista sobre la ubicación del gran tesoro perdido de la Rusia zarista, pero todos sus intentos resultaron infructuos­os, hasta tal extremo que la historia de este gran botín empezó a confundirs­e con la leyenda.

El tiempo pasó, y ya nadie parecía recordar los trágicos acontecimi­entos producidos en este inhóspito enclave, ni tan siquiera los pasajeros del Transiberi­ano que cada vez con más frecuencia acuden al lugar para disfrutar del sublime paisaje del lago.

El año 2010 el batiscafo ruso Mir 2, asombró al mundo, especialme­nte a los buscadores de tesoros, cuando tras una inmersión para investigar las profundida­des del Baikal, emitió un informe en el que aseguraba que había logrado entrever lo que parecían ser los restos de unos antiguos vagones, erosionado­s por el paso del tiempo, algo que inmediatam­ente terminó despertand­o la imaginació­n de los que, aún hoy, siguen soñando con el descubrimi­ento de un nuevo tesoro perdido.

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 ??  ?? RETRATO DEL ZAR NICOLÁS II Y SU ESPOSA, LA ZARINA.
RETRATO DEL ZAR NICOLÁS II Y SU ESPOSA, LA ZARINA.
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ESTATUA DE LENIN.
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 ??  ?? LA FAMILIA DEL ZAR NICOLÁS II.
LA FAMILIA DEL ZAR NICOLÁS II.
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LAGO BAIKAL HELADO (SIBERIA).

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