Kenia
En pocas ocasiones tendrás tantas ganas de levantarte de la cama como en este hotel de Nairobi, Kenia, donde el desayuno se comparte, literalmente, con las jirafas.
Desayunamos con jirafas en la ciudad de Nairobi.
Betty, Daisy, Lynn y otro par de jirafas altas y rubias husmean los alrededores de la mansión poco antes de que el olor a café y a galletas recién hechas inunde el comedor del desayuno. Solo los muy dormilones pueden quedarse con las sábanas pegadas, aunque estas sean del algodón más ino y la almohada huela a un jardín de felicidad. Los niños están ansiosos, como si hubiera venido Papá NoEl, y los mayores nos sentimos como niños. Estamos ante la típica situación en la que una imagen vale más que mil palabras. ¿Jirafas colándose en el salón? No, no se trata del capricho de un millonario excéntrico con animales salvajes como mascotas. Giraffe Manor es un pequeño gran hotel para humanos a lasafueras de Nairobi y un centro de recuperación de las jirafas de Rothschild, una especie amenazada. Cuando Jock y Betty Leslie-Melville compraron la propiedad, a mediados de los años 70, y crearon la African Foundation for Endangered Wildlife (AFEW), tan solo quedaban 120 individuos en el mundo. Hoy su número ha ascendido a más de 400 en Kenia y a 500 en todo el continente. Desde 2009, la propiedad está en manos de otra pareja de conservacionistas, Tanya y Mikey Carr-Hartley, dueños también de los otros tres exclusivos lodges boutique que forman The Safari Collection, una empresa íntimamente involucrada en la conservación de la vida salvaje y en el desarrollo sostenible de las comunidades de Kenia. Pero en realidad no hay que madrugar tanto para dar de comer a las jirafas. Suelen quedarse merodeando por la casa hasta bien entrada la mañana y, a última hora de la tarde, vuelven a cruzar el amplio jardín desde el centro de recuperación para tomar el aperitivo con los huéspedes. Por toda la casa, entre las antigüedades y las fotos de Betty Melville, Lady Jirafa, como se la llamaba cariñosamente, hay botes con unas especie de tizas color marrón. Es comida especial para jirafas. El simpático personal de servicio –se nota que les gusta su trabajo– te enseñará a darles de comer y las peculiaridades de cada una. Betty es la más bajita y tan tímida que le costó seis años atreverse a acercarse hasta el hotel. Kelly es la más guapa y tiene muy buenos modales al comer de tu mano, aunque se enfada si la tocas y le gusta perseguir a la gente. Pero si por la ventana de tu habitación se asoma una jirafa, lo más seguro es que sea Lynn. Es la más alta y la líder de la manada. Descarada y persistente, hay que andarse con ojo: se lo come todo. La mansión que ocupa Giraffe Manor fue construido por sir David Duncan en 1932, justo un año después de que la vecina de la granja de al lado, la escritora Karen Blixen, regresara de initivamente a su Dinamarca natal. Algunos de sus muebles siguen siendo utilizados en una de las diez habitaciones del hotel. Por aquel entonces, este barrio residencial de Nairobi –la ciudad está a 12 km– era el escenario real de Memorias de África . Pero aún hoy, Giraffe Manor es un santuario de verdor y tranquilidad. Y no solo para los humanos.
Así despierta el día en Giraffe Manor. Convertido en hotel en 1983, la propiedad es la sede de un centro de recuperación de jirafas.
Arriba, es difícil desayunar con tantas emociones. A la izq., Betty Leslie-Melville, Lady Jirafa, con una de sus queridas amigas.
Arriba, haciendo amigos. Abajo, una de las preciosas y románticas habitaciones del hotel.