ÚRSULA MASCARÓ: MENORCA EN LA SANGRE
De su infancia en la isla, Úrsula recuerda ir siempre de aquí para allá con la bici. “Vivía en Ferreries, un pueblo de interior, que era como vivir en la España profunda”, bromea, entre risas. “Lo único que había era una fábrica de zapatos. Y no había tanto turismo, sólo cuatro catalanes y directamente les llamábamos así, en vez de turistas”. La directora creativa del grupo Mascaró iba entonces siempre “hecha unos zorros”, asegura. “No sabía qué era la moda. Compraba ropa con mi madre una vez al año en Maó. A los 18 me fui a Inglaterra un año a estudiar inglés, porque mis padres me decían que algo tenía que hacer. Allí empecé a sentirme atraída por Italia y decidí estudiar moda en Milán, algo que entonces todavía no era muy común. Tuve suerte de que mis padres me dejaran. Siempre hemos sido una familia muy abierta”. Úrsula ha vivido en Milán, Londres y Nueva York. Ahora combina su amor por este paraje rural con sus escapadas de trabajo o placer, que en su caso parecen ir siempre de la mano. “Me gusta mucho salir de la zona de confort de vez en cuando. Sudáfrica, Marruecos, Tokio, Jerusalén… me encantan. Son destinos que te mueven un poco el espíritu. Para ver moda voy a Londres, pero me motivan más los viajes de crecimiento personal”. Inquieta, algo caótica, risueña, disfruta la vida nocturna de los lugares que visita. “Además lo necesito, tengo que ver qué llevan las chicas jóvenes”.
En 2005 nació, como firma online, su marca de bailarinas y zapatos planos, una puesta al día de las zapatillas de ballet clásicas que coincidió con el boom del streetstyle. Al ser un proyecto en Internet, la inversión inicial de Pretty Ballerinas no fue grande. Hoy es la punta de lanza de un grupo que vende en 85 países diferentes y cuyas creaciones son la debilidad de Kate Middleton, Olivia Palermo y Kate Moss, la preferida de Úrsula. “También me haría ilusión que los llevara Gigi Hadid, por ejemplo, pero Kate Moss… ¡es mi modelo forever! Cuando una de ellas lleva nuestros zapatos, es como meter un gol, ¡casi nos damos abrazos! También adoro a todas esas actrices españolas que nos apoyan: Úrsula Corberó, Elsa Pataky… Cuando ella se puso los zapatos, les dije a mis hijos ‘¡Es la mujer de Thor!’. Me encanta. Es fantástica. Las celebrities te dan mucha credibilidad. ¿De qué sirve hacer los zapatos más bonitos del mundo si no se los pone nadie?”. La publicidad no es necesaria si cazan cada dos por tres a las trendsetters del planeta llevando tus diseños. ¿Echa la vista atrás y le da vértigo? “Con mi vida personal, mis hijos, sí. Hasta hace dos días eran pequeños y ahora… Es que yo soy muy romántica, apasionada, dramática, lloro mucho, río mucho. Quizá sentiré orgullo cuando sea vieja. Pero con la empresa no puedes tener sentimiento de nostalgia, tienes que tirar p’alante y adaptarte al tiempo que estás viviendo. Si todo el mundo hace sneakers, no puedes ir contracorriente. Profesionalmente no puedes ser ni orgullosa ni testaruda. Hacemos 2.000 pares al día para mantener la empresa –unos 1.000 modelos diferentes al año entre las tres marcas, sin contar los accesorios–, tienes que vender lo que la gente quiere ponerse, aunque después hagas un grupito de lo que a ti te gusta”.