Córdoba

Pedro Sánchez y el rey Eteocles

- JULIO Merino *

Gracias a la Memoria Histórica hace unos días abrí el baúl de mis recuerdos y me encontré con las Vidas paralelas de Plutarco, que lleva en su primera página la fecha de cuando la compré y leí: 12 de abril de 1956. Como debe saber cualquier lector medio las Vidas paralelas son una serie de biografías comparadas, donde Plutarco le busca a cada personaje el «otro» que aunque llevando vidas distintas son paralelas, como las vías del tren. Por ejemplo: «Alejandro-Julio César», «Demóstenes-Cicerón», «DiónBruto», «Pericles-Fabio Máximo», «Licurgo- Numa Pompilio».

Y esa lectura me dio por buscar, como un juego, su par a Pedro Sánchez, el actual presidente del Gobierno de España. Busqué mentalment­e por toda la historia y la literatura y la verdad es que no encontraba con quien igualarle... hasta que di con el rey Eteocles. ¿Qué quién fue el rey Eteocles? Afortunada­mente mi admirado y maestro Séneca me dio la respuesta, porque en su tragedia Las Fenicias, lo describe a la perfección. Eteocles era uno de los hijos de Edipo y Yocasta. Otro era Polinice. Pues bien, los dos, al desaparece­r y abandonarl­o todo por haber matado a su padre y haberse casado con su madre, Edipo se vuelve loco y huye de su reino, se enfrentan por la Corona y el reino de Tebas, la ciudad más grande de aquella Grecia clásica antes de Atenas y Esparta. Es una guerra civil sangrienta, y feroz, donde no se hacen prisionero­s y se impone la tortura y la espada.

En el momento crucial de la última batalla Yocasta, la reina y madre de ambos, intenta frenar aquella salvajada que, además, estaba hundiendo Tebas y sembrando la miseria y el odio entre sus habitantes. Como madre les implora que abandonen las armas y se sienten a negociar una paz honrosa. Cosa imposible porque mientras Polinice era partidario de la democracia, la libertad y el diálogo, Eteocles defendía la fuerza, el orden y la seguridad. El primero quería reinar con el amor de su pueblo, el segundo por el temor. Uno decía que un rey sin el amor de su pueblo no puede durar mucho, el otro que si el pueblo no teme a su rey dura menos.

En esta encrucijad­a interviene la reina Yocasta y más o menos les dice: «Hijos míos, a los dos os he llevado en mi vientre y a los dos os amo por igual. Para mí tan trágico será que muera el uno o que muera el otro, ya sé que para vosotros es distinto porque muera el que muera el otro quedará victorioso y lo celebrará con los suyos y sólo habrá lágrimas en el derrotado y en los suyos. ¡No aflijáis mi corazón con esa pena y dejad las armas y abrazaos como hermanos!». Entonces interviene Polinice: «Sí, madre, pero rey sólo puede haber uno». Y Eteocles: «¡Ese seré yo!». Yocasta: «¡Pobre de ti Eteocles! Porque cuando vencido hubieres a este a quien vencer deseas, habrás de llorar su vencimient­o. Abandona tu ambición y libra a tu patria del miedo y de llanto a tu madre». Eteocles: «Yo Reinaré y a mi hermano lo mandaré al destierro, ese será mi perdón, así madre mía no tendrás que llorar». Polinice: «Reina, pues, entre el odio de tus vasallos». Eteocles: «No quiere reinar de veras quien teme ser aborrecido. Muchas decisiones prohíben al soberano el amor de sus súbditos. Quien quiere ser amado, reina con mano lánguida». Polinice: «Poder aborrecido nunca se retiene mucho tiempo». Eteocles: «Mejor definirán los reyes los verdaderos principios del poder; tú vete al destierro y olvídate del reino. Yo, por reinar, estoy dispuesto a todo». Yocasta: «¿A todo?... ¿Y echar al fuego a tu patria, a tus penates, a tu esposa, a tu dignidad y a tu honor?». Eteocles: «Madre, ¡A cualquier precio el poder jamás es caro!».

Bien, pues ya tenemos al «otro» de Pedro Sánchez, el rey Eteocles. Porque parece como si el actual presidente del Gobierno se hubiese disfrazado de Eteocles, ya que para él, está demostrand­o, a cualquier precio el poder jamás es caro. Le importa un bledo el pueblo, le importa un bledo España, le importa un bledo Cataluña, le importa un bledo la Constituci­ón, le importa un bledo el Parlamento y el Senado, le importa un bledo el Rey y la Corona... A la vista está, si por llegar a la Moncloa tuvo que entregarse a los enemigos de España, ¿qué no va a estar dispuesto a realizar para mantenerse en la Moncloa? ¡Que Dios nos coja confesados!.

«El poder a cualquier precio jamás es caro»

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