Diario de Almeria

Pablo Casado golpea el fortín sorayista del sur

La dirección del PP andaluz de Juanma Moreno se juega a una sola carta buena parte de su futuro a las puertas de unas elecciones autonómica­s

- JUAN M. MARQUÉS PERALES

Los compromisa­rios de Cospedal en Jaén y en Jerez votarán por Sáenz de Santamaría

ANDALUCÍA no es Soraya”. Éste es el mantra que se repite en el equipo de Pablo Casado desde que comenzaron las primarias que concluirán en próximo sábado con la elección del sucesor de Mariano Rajoy. La dirección del PP andaluz, con Juanma Moreno a la cabeza, pero con la ayuda de Javier Arenas y de Antonio Sanz, ha hecho una apuesta decidida por Soraya Sáenz de Santamaría. Por varias razones. La primera deriva de la vieja enemistad común con María Dolores de Cospedal, pero ahora los argumentos son otros, son ideológico­s y estratégic­os, y es que a la ex vicepresid­enta del Gobierno se le supone un mejor cartel electoral que al diputado por Ávila.

Algunos de los críticos de Moreno opinan que su presidente ha asumido un riesgo enorme a las puertas de unas elecciones autonómica­s en las que él será el candidato. El malagueño se volvió a manifestar a su favor el viernes pasado, mientras que Casado visitó ayer las ciudades de Granada y de Roquetas de Mar. Su objetivo: raspar cuantos compromisa­rios sean posible en el fortín sorayista.

Las primarias del PP han servido para retratar al partido en Andalucía y para demostrar que el mando de Juanma Moreno es aún un liderazgo asistido en una comunidad donde Javier Arenas sigue controland­o buena parte de la organizaci­ón. Arenas ha sido uno de los vicesecret­arios generales de Mariano Rajoy, la persona que siempre quiso mantener en la sede de Génova, después de que lo ayudase a detener a los críticos capitanead­os por Esperanza Aguirre en el congreso de Valencia. Antonio Sanz, que era uno de los posibles delfines de Arenas, es hoy el representa­nte de Soraya Sáenz de Santamaría ante el comité organizado­r del congreso. Prueba de estos apoyos es que Arenas es uno de los objetivos en el vídeo anónimo que se ha lanzado a las redes para criticar a Soraya, unas imágenes que recurren a aquella entrevista de Interviú en el que el líder andaluz posaba con el limpiabota­s del Palace.

Esta maniobra de guerra sucia ha terminado por encender los ánimos en el equipo de la ex vicepresid­enta, que ha mantenido un perfil conciliado­r durante toda la campaña. Los próximos días aún pueden ser más duros.

La primera vuelta de las primarias fue un rotundo éxito para los sorayistas, hasta el punto de que la victoria de la ex vicepresid­enta se ha debido en buena parte a Andalucía. No obstante, ni Casado ni Cospedal venían a tierra hostil en su totalidad, el PP andaluz no es un partido tan unido como se había creído. Y Pablo Casado va a aprovechar la última semana de campaña para intentar arañar votos de los compromisa­rios en el sur. En las últimas horas han mostrado su apoyo la parlamenta­ria autonómica por Cádiz Teresa Ruiz Sillero, sí como Alfonso Candón y José Loaiza, líderes locales en este territorio. El alcalde de Coín, Fernando Fernández, se ha sumado a los casadistas, así como los diputados Santiago Pérez y Concha Santa Ana.

Pero para comprender bien esta campaña, hay que considerar que el cuerpo electoral es bien distinto, se trata de 2.612 compromisa­rios elegidos por los militantes más medio millar de miembros natos. Suman 3.082 votantes. Ellos son el objeto del deseo de los dos candidatos, y ellos elegirán el sábado al sucesor de Rajoy en lo que se espera que sea una votación tensa y muy ajustada, no se esperan vuelcos, cada papeleta es muy importante. Casado, por ejemplo, ha solicitado que los compromisa­rios escojan su voto en cabina con cortinas; es lo mismo que solicitó Alfredo Pérez Rubalcaba en el congreso federal del PSOE de 2012, se trataba de evitar cualquier tipo de presión, tanto de los aparatos como de los propios compañeros.

Mariano Rajoy intervendr­á el viernes en el congreso, y el sábado por la mañana se celebrará la elección, cuyo resultado se conocerá después del mediodía.

Andalucía envía a 543 compromisa­rios a Madrid, gran parte va a votar a Soraya, pero la incógnita reside en la elección de los delegados que fueron afines a Cospedal. Algunos de ellos, como los de Jerez y buena parte de los de Jaén, van a votar a favor de la ex vicepresid­enta, de modo que Casado se quiere volcar en Almería y en Córdoba. En estas dos provincias ganó la ex secretaria general en la primera vuelta, y ahora se disputan los favores los dos candidatos, aunque José Antonio Nieto, ex alcalde cordobés, se ha puesto del lado de Casado. Como el ex minis-

tro Juan Ignacio Zoido, que junto al presidente del PP en Granada, Sebastián Pérez, forman la tríada de oposición al liderazgo de Juanma Moreno.

El presidente de Granada apoyó a Cospedal, pero su opción no ganó en su provincia. Durante estos años, Sebastián Pérez ha sido uno de los elementos críticos con Juanma Moreno. Donde no se esperaba oposición, sin embargo, ha sido en Almería. Su presidente, Gabriel Amat, que controla todo el territorio, ha sido un protegido de Arenas, quien durante varias legislatur­as se presentó por esta circunscri­pción.

La mayor parte de los 543 delegados andaluces votarán por la ex vicepresid­enta, aunque los partidario­s de Casado aseguran que cuentan con dos centenares de ellos. La guerra de cifras es habitual en todos los procesos de primarias, tanto en el PSOE como en el PP. El viernes próximo se sabrá.

En el fondo, las diferencia­s entre Pablo Casado y Soraya Sáenz de Santamaría no son otras que las que ha habido entre José María Aznar y Mariano Rajoy desde que el segundo se convirtió en presidente del Gobierno. No es tanto una batalla emocional entre afectos a una persona u a otra, que también, sino una cuestión estratégic­a y, en menor medida, ideológica. El partido está tejido con retales de conservado­res, socialiber­ales, liberales puros, democristi­anos, centristas y derechista­s puros. Aunque José María Aznar comenzó sus mandatos con un acuerdo parlamenta­rio con el PNV y la Convergènc­ia de Jordi Pujol, su deriva fue la de un nacionalis­ta español muy arrinconad­o a la de- recha, extremo en el que terminó colocado después de los atentados de Atocha.

Mariano Rajoy proviene de Alianza Popular, no es precisamen­te un izquierdis­ta, pero amplió la base electoral del PP como el gran partido de las clases urbanas, capaz de agrupar desde la derecha hasta el centroizqu­ierda en algunos momentos. Ideológica­mente, eso es el PP andaluz. Javier Arenas logró transitar al partido desde las siglas de la derecha has- ta convertirl­o, en algunos momentos, en el partido mayoritari­o en Andalucía. Soraya Sáenz de Santamaría representa, en este sentido, una figura más centrada que Pablo Casado.

El diputado por Ávila, más conservado­r que su competidor­a, se sitúa en ese partido que propone Aznar, dispuesto a competir con Ciudadanos en el frente del nacionalis­mo español.

El resultado del congreso extraordin­ario marcará al PP a los pies de una campaña electoral. La candidatur­a de Juanma Moreno no depende de quién gane, pero sí su futuro inmediato. Ni Moreno ni Sanz ni Arenas se llevan tan mal con Casado como con Cospedal, pero aun así es posible que un mal resultado en las elecciones autonómica­s, y un mal resultado es no alcanzar el Gobierno y no poder sumar con Ciudadanos, llevaría a un congreso de los populares andaluces. El próximo cónclave se deberá celebrar ya mediante un proceso de primarias, en las que se da por hecho que habría varios candidatos donde el partido tendría que dirimir el período que abrió la dimisión de Javier Arenas como presidente de la formación.

Zoido y Nieto están con Casado, que suma a la parlamenta­ria Teresa Ruiz Sillero

DURANTE los años que he tenido la responsabi­lidad de ser ministra de Empleo de España he hablado numerosas veces de liderazgo femenino. He defendido en múltiples ocasiones, en conferenci­as, actos y sesiones de control, que el talento no entiende de edad ni de género. Lo repito porque a menudo se olvida y persisten ciertas inercias, basadas en sendos clichés equivocado­s como, por ejemplo, que la juventud es un valor en sí mismo y que quienes rondan los 50 deben ser sacrificad­os, o que el liderazgo femenino es una moda reciente.

Lo diré una vez más: el talento no tiene edad ni entiende de género. Es una cuestión de aptitudes y de actitudes. Soraya Sáenz de Santamaría aúna ambas. En el Partido Popular tenemos la oportunida­d de demostrar que la completa incorporac­ión del talento femenino es mucho más que una moda.

No podemos negar que lo femenino está de actualidad. Pero es mucho más. Es un tema de justicia. Lo es. Pero también es mucho más. Es una necesidad de las sociedades que quieren competir en talento. Las primarias han puesto de manifiesto que casi dos tercios de los afiliados han preferido a una mujer. Ése es un dato que habla mucho del PP, de su madurez y de su modernidad.

Ya la historia reciente ha demostrado que grandes mujeres europeas del centrodere­cha han abierto, para sorpresa de las izquierdas, sendas transforma­do- ras en el liderazgo político. El Partido Popular lo lleva haciendo décadas en el ámbito municipal, la primera mujer alcaldesa de nuestra democracia era del PP y era de Huelva, mi querida Pilar del Pulgar. Luego ha habido mujeres presidente­s de comunidade­s, del Congreso y del Senado, en los más altos cargos de la organizaci­ón interna de nuestro par- tido, con mujeres excepciona­les como la secretaria general o presidenta­s locales y regionales.

He tenido la suerte de aprender de mujeres, en lo personal y en lo profesiona­l. Desde el más cercano ejemplo de mi abuela a la alta dirección de las empresas y, por supuesto, en la política. Empecé con Teófila Martínez, una experienci­a que fue clave en mi vida y años después con Soraya para rearmar la oposición del PP en la etapa de Rodríguez Zapatero. Recuerdo que me dijo: “No puedo ofrecerte nada, pero sí te aseguro que vas a formar parte de un proyecto que va a transforma­r España”. Tenía razón. Ese equipo iba a ser el germen de la mayoría absoluta más amplia que habíamos logrado hasta entonces.

Todo lo aprendido me ha ayudado después a ejercer mi propio liderazgo en los años de ministra. Una experienci­a de liderazgo que requiere conocimien­tos técnicos, sí, pero siempre corazón, saber escuchar, arrestos para tomar decisiones difíciles, pero sin perder la cercanía con el impacto de estas decisiones. Y por supuesto, sólidos principios y claridad de ideas, las de nuestro partido. Con generosida­d, como Soraya ha defendido, una y otra vez, durante la candidatur­a a la Presidenci­a del PP.

Para el éxito de nuestro proyecto, para ampliar su base social, para reforzar sus principios esenciales, para ganar las elecciones a una izquierda que no puede soportar ser derrotada en las urnas por el PP, no hay una varita mágica. Pero sí os puedo asegurar que la fórmula del éxito es la suma en positivo y ese talento, esta vez femenino, que aúna aptitud y actitud ganadoras.

En esta batalla, como en todas las batallas, no hay adversario­s (y si los hay están fuera del Partido Popular), sino aliados. Estoy convencida, y no soy la única, de que Soraya Sáenz de Santamaría es la persona más capaz para lograr esa suma de miradas, esa necesaria suma de enfoques para analizar las barreras y las palancas para hacer de nuestro proyecto político una realidad visible lo antes posible, antes de que Pedro Sánchez y sus acompañant­es derriben la prosperida­d que, con tanto esfuerzo y amor a España, hemos construido.

Éste es el momento, ha llegado la hora de que en nuestro país una mujer llegue a ser presidenta del Gobierno.

Ha llegado la hora de que en nuestro país una mujer llegue a ser presidenta del Gobierno

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 ?? JERO MORALES / EFE ?? Soraya Sáenz de Santamaría interviene ayer en un encuentro con afiliados en Madrigalej­o.
JERO MORALES / EFE Soraya Sáenz de Santamaría interviene ayer en un encuentro con afiliados en Madrigalej­o.
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ÁLEX CÁMARA Pablo Casado se abraza ayer a Juan José Cortés en un acto de su candidatur­a en Granada.
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