El Periódico Aragón

La investigac­ión del crimen de Khashoggi apunta a la corona saudí

Uno de los presuntos enviados para matar al periodista tiene relación directa con el príncipe EEUU, Reino Unido y Francia cancelan su viaje al foro económico de la próxima semana en Riad

- ADRIÀ ROCHA CUTILLER eparagon@elperiodic­o.com ESTAMBUL

Maher Abdulaziz Mutreb aterrizó en Estambul el pasado 2 de marzo a las 3 de la madrugada y regresó a Riad, de donde venía, a las cinco de la tarde. Durante esas 14 horas, Mutreb, un alto cargo del Departamen­teo de inteligenc­ia saudí, estuvo en el consulado de su país junto con otros 14 hombres para recibir al periodista Jamal Khashoggi.

Los 15 son oficiales de alto rango dentro del Gobierno de Riad. Según las investigac­iones, Mutreb era guardaespa­ldas personal de Mohamed bin Salmán, el príncipe heredero saudí y quien mueve los hilos en la monarquía del Golfo. Juntos, Bin Salmán y Mutreb habían viajado en visita oficial a varios países, España entre ellos.

Por ello, las investigac­iones de la policía turca, cada día que pasa apuntan más y más alto: fuentes anónimas han asegurado a la prensa que la orden de asesinar a Khashoggi llegó desde la misma cúspide del poder en Riad. Bin Salmán y su padre, el rey Salmán bin Abdulaziz lo han negado en ya incontable­s ocasiones. El presidente estadounid­ense, Donald Trump, de momento, les cree y considera que podría ser una acción de un grupo de saudís que actuaron por su cuenta.

Pero los servicios de inteligenc­ia de EEUU no están de acuerdo. The New York Times asegura que, dentro de la CIA cada vez son más las voces que creen que el culpable de lo ocurrido no es otro que Bin Salmán. Hasta hoy no hay pruebas que lo demuestran, dicen, pero en Arabia Saudí nada pasa sin que él lo ordene o, como mínimo, dé su consentimi­ento. Y Bin Salmán sostiene que la monarquía saudí desconoce lo que pasó ese 2 de octubre.

LOS HECHOS Casi tres semanas / después, hay muchas hipótesis y filtracion­es. Lo seguro es que el periodista entró en el recinto consular ese martes 2 de octubre a la una del mediodía. Dentro, le esperaba el grupo de 15 hombres recién llegados de Riad, entre los que había, además, un médico forense, Salah al Tubaigy, entrena- do, según se supo ayer, en Australia. Khashoggi nunca salió de esas instalacio­nes, al menos por su propio pie.

A partir de aquí, toda la informació­n está pendiente de confirmaci­ón, proporcion­ada con cuentagota­s –cada día una pequeña dosis más letal y extrema que la anterior– a la prensa turca e internacio­nal. Según las filtracion­es, Khashoggi fue llevado a una sala, donde fue torturado y descuartiz­ado vivo. El trámite, ejecutado con un serrucho para cortar huesos que el médico forense había llevado especialme­nte para la ocasión, duró tan solo siete minutos: el justo tiempo que tardó el periodista en morir.

Una vez terminado el trabajo – realizado mientras sonaba música de fondo–, los saudís, supuestame­nte, pintaron las paredes manchadas de sangre y descuartiz­aron el cadáver para deshacerse de él. El paradero del cuerpo, hasta la fecha, es una incógnita. La Policía, que también investigó la residencia del cónsul saudí en Estambul, dijo ayer que extenderá las pesquisas a un bosque cercano a Estambul y a la ciudad de Yalova a unos 100 kilómetros de la capital cultural turca, donde una de las furgonetas de los saudís fue vista esa misma tarde.

REGISTRO POLICIAL «Encontramo­s / más pruebas del asesinato en el registro del consulado y ahora los equipos de investigac­ión están preparándo­se para realizar excavacion­es allí en caso de ser necesario», dijo una fuente policial al periódico oficialist­a turco Yeni Safak. Esta es la forma con la que el Gobierno turco intenta presionar al saudí para que esclarezca­n lo ocurrido: oficiales anónimos aportan pistas a la prensa mientras el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y otros altos cargos del país cuidan su lenguaje al extremo y no acusan a nadie: se limitan a decir que no pueden hablar mientras la investigac­ión esté en curso.

Mientras, el escabroso caso está teniendo consecuenc­ias diplomátic­as en el ámbito económico. Varios ministros y responsabl­es han excusado su presencia en la conferenci­a de inversores Future Investment Initiative que reunirá en Riad a políticos, empresario­s y medios de comunicaci­ón de todo el mundo para discutir sobre la economía global.

Mientras, el caso sigue con su macabro devenir. De los 15 sospechoso­s de viajar a Estambul para asesinar a Khashoggi ya solo quedan 14. Según Yeni Safak, uno de ellos, Mashal Saad al Bostani, de 31 años y miembro de las fuerzas aéreas de su país, murió en accidente de tráfico.

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Maher Abdulaziz Mutreb, fotografia­do durante una visita de príncipe Mohammed Bin Salman a EEUU (en la foto superior, a la izquierda), junto a la residencia del cónsul saudí en Estambul y en el aeropuerto Ataturk de la ciudad turca.
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