ELLE Gourmet

COSTA AMALFITANA

Así es el paraíso foodie que engancha a celebs y paladares muy exigentes.

- POR CRISTINA ALTOZANO. FOTOS: PATRICIA GALLEGO

Esta tierra mágica, bañada por el mar Tirreno y bendecida por los dioses, es el refugio favorito de poetas y ‘celebritie­s’. Cuna de la ‘pizza’, el ‘limoncello’, la ‘mozzarella’ y una gente deliciosa, es el destino más chic del sur de Italia para iniciar tu Grand Tour gastronómi­co.

Según la leyenda, en estas aguas resplandec­ientes por su intenso azul turquesa nadaban las sirenas que tentaron a Ulises con sus irresistib­les cantos. Protegían tres pequeños islotes, Li Galli, que se convirtier­on en el refugio de Leónidas Massine, bailarín de los ballets rusos de Diáguilev. Más tarde, pasó a ser propiedad de Rudolf Nureyev. Entre los ilustres visitantes de este pequeño paraíso se encontraba­n Pablo Picasso, Greta Garbo, Sophia Loren y Jackie Onassis. Está situado frente a Positano, un pueblecito de pescadores que el premio Nobel de Literatura John Steinbeck puso en el punto de mira gracias a una divertida crónica publicada en 1953 en la edición estadounid­ense de la revista Harper’s Bazaar. Lo curioso es que poco ha cambiado desde entonces. Sigue siendo un lugar mágico, con sus alegres y coloridas casitas abigarrada­s, que parecen colgar de la montaña. Su única vía principal, cubierta por pérgolas donde se enredan glicinias, parras y jazmines, y flanqueada por tiendas de cerámica, sandalias y productos típicos, conduce a la iglesia de Santa Maria Assunta, cuya preciosa cúpula de azulejos de mayólica amarillos y verdes deslumbra a los visitantes. En el bullicioso puerto se hallan las trattorie más populares, como Chez Black (chezblack.it), una gran terraza frente al mar cuya especialid­ad

son los Spaghetti alla black, con tinta de calamar. El más antiguo, Buca di Bacco (bucadibacc­o.it), con vistas a la Spiaggia Grande, borda los pescados alla griglia. Si buscas un poco de paz debes llamar a Sergio, carismátic­o dueño de Da Adolfo (daadolfo.com), el chiringuit­o preferido de las celebritie­s. Te recoge en su barco, inconfundi­ble por su pez rojo en el mástil, y pone rumbo a Laurito, una pequeña cala accesible tan solo por mar. En la terraza, su hermano Daniele asombra con su sopa de mejillones y la deliciosa mozzarella asada sobre hojas de limón. A dos pasos se encuentra el Beach Club del hotel Villa Treville (villatrevi­lle.com), una sencilla construcci­ón con ocho habitacion­es y un coqueto bar en el que practicar el dolce far niente –negroni en mano–, tras un refrescant­e chapuzón en la playita.

ALDEA COSMOPOLIT­A

De vuelta a Positano, es muy recomendab­le hacer un alto al final de la empinada piazza dei Mulini, donde, desde tiempos inmemorial­es, se aposta un carrito que ofrece una de las mejores granite di limone, cuya receta es un secreto de estado. Enfila hacia Le Sirenuse (sirenuse.it), uno de los mejores lugares para alojarse; creado en los años 50 por los cuatro hermanos Sersale (aristócrat­as napolitano­s) en su casa de verano, se ha convertido en hotel deluxe, con ese charme y esa elegancia tan

particular­es que sólo los italianos poseen. Decorado con un mix de antigüedad­es atesoradas a lo largo del tiempo, losas de cerámica de Vietri sul Mare y obras de arte contemporá­neo, presume de tener uno de las mejores fogones de la zona. Su restaurant­e La Sponda, un romántico espacio iluminado por centenares de velas, ostenta una estrella Michelin gracias a su cocina tradiciona­l campana con un twist. Unos simpáticos músicos animan las cenas a ritmo de tarantelas, canciones pop... o pasodobles, si advierten que hay españolas en la sala. Si tienes ganas de fiesta, el place to be para tomar una copa al atardecer es Franco’s (francosbar.com), el local más cool de la zona. Siguiendo la costa de curvas sinuosas, bordeando acantilado­s de infarto salpicados de las llamadas Torres Sarracenas (antiguos puestos de vigilancia para avistar naves turcas), que contrastan con un mar de azul increíble, se encuentra el Relais & Châteaux Il San Pietro (ilsanpietr­o. it), el único, junto a Le Sirenuse, en poseer una estrella. Al mando de su espacio gastro, Zass, está Alois Vanlangena­eker, cocinero apasionado por el producto que crea maravillas como las Flores de calabacín rellenas de ricota con salsa de patata.

UN PASADO GLORIOSO

Continuand­o la ruta hacia Amalfi, antigua capital de su propia repubblica marinara, el paisaje se adorna con cipreses,

pinos, naranjos e infinidad de limoneros suspendido­s en terrazas. Esta tierra, volcánica, salina y bendecida con un clima ideal, produce unos cítricos de sabor inimitable. No en vano es la cuna del limoncello, un licor elaborado con corteza de limón. Al llegar a la Piazza del Duomo, te recibe, imponente, la catedral de San Andrés, una joya de estilo bizantino con una preciosa cripta donde reposan los restos del apóstol. Visita imprescind­ible es su Claustro del Paraíso, un precioso jardincito con palmeras. Repón fuerzas en Pansa (pasticceri­apansa.it), la confitería mítica de la localidad desde 1830, donde no podrás resistirte a su sfogliatel­la Santa Rosa, un finísimo hojaldre relleno de crema al limón amalfitano. Para limpiar tu conciencia, piérdete por las laberíntic­as callejuela­s encaladas y anímate a llegar hasta el cementerio, un antiguo monasterio con vistas espectacul­ares del golfo de Salerno. Si te ves con fuerzas, puedes continuar hasta Atrani, el pueblecito vecino, en un paseo memorable. Para un merecido descanso, la opción perfecta es el hotel Santa Caterina (hotelsanta­caterina.it), una fabulosa villa de estilo liberty regentada por dos amabilísim­as hermanas, Ninni y Giusi, cuyo jardín es un auténtico edén. Su ristorante sul mare tiene fama de preparar las mejores pizzas de la región. En el centro de

(eoloamalfi.it),›› la ciudad, el bistrot Eolo

››decorado

en un alarde de buen gusto, ofrece platos locales con un toque extra de sofisticac­ión que cautivan. Y, si prefieres una cena en el puerto, Bijou, el personaje más popular de la zona, te mimará en su Lido Azzurro (ristorante­lidoazzurr­o.it) , una taberna marinera con platos inolvidabl­es, como las adictivas Vieiras al limón con alcachofas del Vesubio.

DESTINO DIVINO

Situado en una de las cimas de los montes Lattari, Ravello, donde Richard Wagner se inspiró para su Parsifal y que cada verano celebra un festival de música, es una coqueta villa cuajada de palacios que domina todo el golfo de Salerno. Uno de ellos, con magníficos frescos y con una infinity pool de infarto, alberga el Belmond Hotel Caruso (belmond.com), cuya cocina tradiciona­l revisitada borda su chef, Mimmo di Raffaele. Pasea por sus pintoresca­s calles y visita la fabulosa Villa Cimbrone (hotelvilla­cimbrone.it), una mansión renacentis­ta con un espléndido jardín que es un verdadero balcón al mar. Si eres una amante de la antigüedad, no puedes perderte las cercanas ruinas de la romana Paestum, antigua ciudad griega de Poseidonia, con los templos mejor conservado­s de esta última civilizaci­ón clásica. Aprovecha para conocer la Tenuta Vannulo, una finca bio de búfalas con la mejor mozzarella del mundo moderno.

 ??  ?? 136
136
 ??  ?? Fiordo de Furore.
Fiordo de Furore.
 ??  ?? Limones de Amalfi. Sergio, propietari­o de Da Adolfo, en su barca. Rincón de Ravello. Gitisque teatis tus Vistas de la costa Amalfitana. Chiringuit­o Da Adolfo, en Positano. Sándwich de anchoas con guisantes, espárragos y caviar, de Zass.
Limones de Amalfi. Sergio, propietari­o de Da Adolfo, en su barca. Rincón de Ravello. Gitisque teatis tus Vistas de la costa Amalfitana. Chiringuit­o Da Adolfo, en Positano. Sándwich de anchoas con guisantes, espárragos y caviar, de Zass.
 ??  ?? Gitisque teatis tus facres, quon Interior de Villa Rufolo (Ravello). Terraza del bar Franco, en Positano. Piscina del hotel Le Sirenuse (Positano). Frescos de la catedral de San Andrés, en Amalfi. Salón del hotel Santa Caterina, en Amalfi.Linguine a la marinera, en el hotel Santa Caterina. Panorámica de Amalfi.
Gitisque teatis tus facres, quon Interior de Villa Rufolo (Ravello). Terraza del bar Franco, en Positano. Piscina del hotel Le Sirenuse (Positano). Frescos de la catedral de San Andrés, en Amalfi. Salón del hotel Santa Caterina, en Amalfi.Linguine a la marinera, en el hotel Santa Caterina. Panorámica de Amalfi.
 ??  ?? Pérgola del Hotel Caruso (Positano). Templo de Neptuno, en las ruinas griegas de Paestum. Tienda de cerámica en la villa de Ravello. Restaurant­e Buca di Bacco (Positano).
Pérgola del Hotel Caruso (Positano). Templo de Neptuno, en las ruinas griegas de Paestum. Tienda de cerámica en la villa de Ravello. Restaurant­e Buca di Bacco (Positano).
 ??  ?? Terraza de la taberna Lido Azzurro, en Amalfi. Vajilla de Solimane para el Hotel Caruso (Ravello). Hotel Il San Pietro, en Positano.
Terraza de la taberna Lido Azzurro, en Amalfi. Vajilla de Solimane para el Hotel Caruso (Ravello). Hotel Il San Pietro, en Positano.
 ??  ?? Gitisque teatis tus facres, La bodega Marisa Cuomo. Viñedos heroicos de la bodega Marisa Cuomo. Restaurant­e La Sponda, del hotel Le Sirenuse, en Positano. Antiguas casetas de playa en la Spiaggia Grande de Positano. Puente sobre el fordo de Furore. Conftería Andrea Pansa, en Amalf.
Gitisque teatis tus facres, La bodega Marisa Cuomo. Viñedos heroicos de la bodega Marisa Cuomo. Restaurant­e La Sponda, del hotel Le Sirenuse, en Positano. Antiguas casetas de playa en la Spiaggia Grande de Positano. Puente sobre el fordo de Furore. Conftería Andrea Pansa, en Amalf.
 ??  ?? Jardín del Hotel Belmond Caruso, en Ravello. Vajilla de Solimene, en Vietri sul Mare.
Jardín del Hotel Belmond Caruso, en Ravello. Vajilla de Solimene, en Vietri sul Mare.
 ??  ?? Bar del hotel Marina Riviera, en Amalf. Moto antigua para transporta­r leche, en el museo de la mozzarella, en la Tenuta Vannulo. Paseo de Amalf a Atrani. Restaurant­e Eolo, en Amalf.
Bar del hotel Marina Riviera, en Amalf. Moto antigua para transporta­r leche, en el museo de la mozzarella, en la Tenuta Vannulo. Paseo de Amalf a Atrani. Restaurant­e Eolo, en Amalf.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain