Bienvenido al CLUB
Imagina que pudieras elegir tu trabajo ideal. Yo querría que me pagaran por leer. Sólo leer. Ni editar, ni corregir, ni valorar, ni archivar; leer a secas. Y únicamente buenos libros, claro está. Ocho horas al día. Madrugando y todo, con una hora para comer o sin ella. Todo me vale. Ya oigo a la gente que no sabe jugar a esto, esa a la que la lluvia les parece siempre un inconveniente y no un milagro: «Eso no es un oficio; sé editora, sé lectora para una editorial. ¿Qué beneficio saca otra persona de que tú devores buenos libros?». Dos cosas, personas que no tienen gatos porque sueltan pelos: este es mi juego y, si empieza por imagina que, vale todo; cualquier niño os lo diría. Como el mundo se rige por las normas de esa misma muchedumbre que cree que lo malo de la playa es que está llena de arena, tuve que buscar un plan B. Pensé que escribir era la otra cara de la misma moneda, aunque para nada lo es. «Uno llega a ser grande por lo que lee, y no por lo que escribe», decía Borges; o dicen que decía, porque vete tú a saber si él o Einstein tuvieron tiempo de decir tanta cosa. En mi empeño por hacer que mis dos planes converjan, he llegado hasta esta página de la revista ELLE con una propuesta que es un poco para aquellos que no ven nada raro en pintarse los labios de rojo para andar por casa.
A partir del próximo número, voy a hacer una playbook de algunos de los mejores libros de mi vida. Cada mes propondré un tema y algunos títulos que giran alrededor de él. Uno de ellos será el elegido y, en un grupo de Facebook (ELLE Club de Lectura), podréis opinar sobre qué os ha parecido, qué os apetecería después, qué personajes os llevaríais a casa y cuál tiene pinta de pensar que la nieve es un engorro. Menudo idiota. Así que imaginad que sólo pudierais elegir tres libros para el resto de vuestras vidas. ¿Cuáles serían? Los mejores porque os hicieran llorar, reír, os dejaran como perdidos al terminarse... También valen los que os gustaron sin necesidad de haber supuesto un hito cultural; es decir, los tontorrones, los ingenuos y los que sólo son divertidos, los frívolos, los muy cortos o los muy largos. Estoy segura de que quien lee mucho sabe jugar siempre a imagina que. Nos vemos en #ELLEClubdelectura.