El narrador errante
Cuando con solo trece años Julio Camba (1882-1962) decide escaparse de casa y embarcar como polizón en un barco con destino a Argentina, ya se intuía en el joven gallego el espíritu brillante que años más tarde le convertiría en uno de los más grandes –también más indolentes– periodistas españoles del siglo XX. Nacido en el seno de una familia de clase obrera, durante su estancia en Argentina –país del que sería expulsado en 1902 por su proximidad a los círculos anarquistas– realiza sus primeras incursiones en el oficio de juntar letras redactando proclamas y panfletos de corte subversivo. De vuelta en España, se instala en Madrid, donde crea su propio periódico, El Rebelde. Tras una corta experiencia como cronista parlamentario, en 1908 se incorpora a la plantilla de La Correspondencia de España como corresponsal en Turquía. A su vuelta, el diario El Mundo lo contrata para ocupar sus corresponsalías en París y Londres. En 1913, tras haber sido enviado de La Tribuna en Alemania, comienza a colaborar con ABC, periódico en el que permanecerá, salvo contadas interrupciones, hasta el día de su muerte. En él ejercerá como corresponsal en Nueva York. Con el estallido de la Guerra Civil, su levantisco espíritu juvenil, ya un lejano recuerdo, transmuta en simpatías por el bando nacionalista. Acabada la contienda, dedica el tiempo a reelaborar su ingente producción periodística anterior, publicando sus crónicas reconvertidas en ABC y La Vanguardia. En 1949 fija su residencia en el hotel Palace de Madrid. Muere de una embolia en 1962.
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