UN CUENTO RUSO
Cuando se cumplen los 100 años de la Revolución Rusa, y el mundo entero celebra un nuevo Octubre Rojo con su epicentro en Moscú, la imaginería tradicional brilla hoy más que nunca sobre la pasarela.
después de la muerte repentina de Christian Dior en 1957, un jovencísimo –tenía tan sólo veintiún años– y, por entonces, desconocido Yves Saint Laurent se erigía como nuevo director creativo de la legendaria casa francesa. En su primera colección, Trapezium, que presentaría un año más tarde, el modisto francés comenzaba a dejar ver la fascinación que ya sentía hacia la Unión Soviética, su folklore y sus tradiciones al jugar con prendas como el sarafán –vestimenta femenina típica de las regiones del Volga y de Rusia septentrional hasta principios del siglo XX– y bautizar algunos de sus looks con nombres como Nadezhda o Tatyana. Dos años más tarde, en 1959, Yves Saint Laurent se convertiría en el primer diseñador occidental capaz de organizar un desfile en pleno corazón de la antigua URSS. La expectación que se creó fue memorable. Resultó prácticamente imposible acceder al lugar en el que se celebró el show y las invitaciones fueron repartidas cuidosamente entre un selecto público compuesto por exclusivos altos cargos de la industria de la moda, rutilantes estrellas del cine y del teatro y esposas de líderes políticos internacionales.
A partir de entonces, la mayor parte del trabajo de Yves Saint Laurent para la casa francesa estaría constantemente influido por heroínas de la l iteratura rusa como Anna Karenina y Natasha Rostova, por vestidos inspirados en el uniforme cosaco y el tradicional atuendo de los campesinos, los cuentos rusos y su particular g alería de personajes fantásticos y, en última instancia , por l os ballets r usos de Serg ei Diághilev, cuya iconografía inspiraría la estética contemporánea desde su creación en los albores del sig lo XX.
“No sé si es mi mejor colección”, decía el diseñador al referirse a su Russian Collection de 1976, “pero estoy convencido de que es la más bonita”. “Revolucionaria , capaz de cambiar el curso de la historia de la moda en el mundo”, se leía en The New York Times al respecto. Aquel otoño/invierno de finales de la década de los 70, la propuesta de Yves Saint Laurent para Dior sería recibida con verdadero entusiasmo.
Inspiración que viene del
Este. Desde principios del sig lo XX y cíclicamente hasta la fe cha , grandes creadores de moda han dirig ido su mirada hacia el Este de
LOS BALLETS RUSOS HAN INSPIR ADO A FIR MAS COMO VALENTINO
Europa para estimular su imag inación. Coco Chanel, por ejemplo, mantuvo un idilio con el Gran Duque Dimitri Románov, primo del último zar, quien l e reg aló un collar de perlas perteneciente a la Dinastía Románov y que Gabrielle Chanel decidió mezclar con piedras f alsas para crear una de la s j oyas que se convertiría en símbolo eterno de la maison : el collar de perlas larg o. Además, en 1922, la casa francesa presentó una colección repleta de bordados de inspiración eslava que acompañaría , desde entonces, muchas de la s propuestas de la firma . Años más tarde y de la mano de Karl Lagerfeld en esta ocasión, Chanel viajó de nuevo hasta la s raíces más profundas de la antig ua Unión Soviética a través de su colección Pre-fall Paris-moscou. Los talleres de bordados que Madame Chanel creó en sus inicios y al mando de l os cuales puso a la hermana de Dimitri, María Pávlovna , volvieron a f uncionar ap l eno r endimiento.
nada está claro hoy en día en cuanto a política internacional”, comentaba Stella Jean en el backstag e de su desfile la pasada semana de la moda milanesa . La diseñadora , que debutó en la capital ita l iana hace poco más de tres años y medio, ha ido modificando el tono de sus propuestas, inicia l mente li g eras y optimistas, hacia otro mucho más comprometido y politizado. Esta temporada , la creadora ha vuelto su mirada hacia la Guerra Fría y la tensa relación entre Estados Unidos y Rusia para retratar la situación actual entre ambos países. Jean manipula la hoz y el martillo y los transforma en un par de tij eras y una ag uja para coser, utiliza g orros de pelo y babushkas, como complementos, y re curre a vestidos y f aldas bordadas, que re cuerdan a la s que ll e vaban la s campesinas eslavas, en un ejercicio que pone de manifiesto la influencia romántica que la Rusia más profunda ejerce hoy sobre la s p asarelas i nternacionales.
También en Milán, Veronica Etro celebra la cultura tradicional rusa a través de brocados típicos, estampados orig inales y pantal ones que reproducen la silueta del uniforme cosaco. A la sombra de uno de l os rascacielos construido por Stalin en Moscú, cerca de la estación de metro de Barrikadnaya , tiene Ulyana Serg eenko sus headquarters. La moscovita de treinta y siete años forma parte del calendario oficial de la semana de la Alta Costura de París. Su aspecto, sofisticado y eleg ante, recuerda a veces el de una matrioshka con reminiscencias del pasado pero sin miedo al f uturo. Entre sus diseños, f aldas g ypsy, bustiers de inspiración campesina y vestidos zarina de cinturas encorsetadas – que ya propusieron firmas como Jean Paul Gaultier y Valentino – que posan su mirada en la historia pasada de la URSS. En sus talleres, más de un centenar de artesanos bordan sobre vestidos y blusones, cuyas siluetas rinden homenaje al estilo r uso más tradicional y que incluyen elementos del folk eslavo como el kokóshnik –tocado femenino que aparece en el sig l o XVI y que se ve en l os retratos de la realeza–. Pero no sólamente es en Europa donde pesa la sombra alarg ada de la imag inería r usa . Durante l a pasada e dición de la Fashion Week neoyorquina , Johnson Hartig transformaba la pasarela en un festival de estampados exóticos de reg usto eslavo en s u propuesta p ara L ibertine.
Misterio, exotismo y f asci
nación. Desde siempre, el antig uo imperio ruso y su particular universo de cuentos populares, antig uas dinastías y románticas campesinas han ejercido un poder de atracción irremediable sobre Occidente. Si bien es cierto que esa atracción ha estado lig ada a un cierto temor hacia lo desconocido, con la caída del régimen comunista a Occidente le empezaron a fallar los arg umentos para justificar la curiosidad hacia un sistema hermético y prácticamente inaccesible, hasta el derrumbe del Telón de Acero. Descubrir la historia del l lamado g ig ante dormido supo - ne un fascinante viaje en el que se van perfilando las diferentes
RUSIA REPRESENTA EL EXOTISMO DE LO NO CONOCIDO, EL MISTERIO
capas que componen la hipnótica época de los antig uos zares y la era soviética . Además, la creciente tensión en el panorama político occidental, sumado a los continuos desacuerdos entre los g obiernos de Trump y Putin, han propiciado el resurg ir de un nuevo bloque que cuestiona , con sus propuestas estéticas propias del último aliento comunista –tejidos como el lúrex o el poliéster, siluetas aparentemente pasadas de moda que emulan los uniformes de los niños de los suburbios en los años 90–, el sistema inmovilista de la industria de la moda. Demna Gvasalia , Gosha Rubchinskiy y Lotta Volkova quizá no representen la imagen romántica de los ballets de Diághilev ni el exotismo de otro tiempo. Sin embargo, ellos son, al menos en gran parte, los responsables de un nuevo renacer de la fascinación hacia la imag inería de la Rusia más auténtica y real. Una versión actualizada de los ballets en una suerte de danza estética entre el bloque del Este y el universo del Oeste y, al final, un reflejo de la realidad de Rusia hoy, ayer y, quién sabe, puede que también mañana.